Louisa May Alcott

Mujercitas


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remilgado de Winkle también acude a la reunión

      Es un modelo de buena educación

      y acude bien peinado y listo para la actuación

      aunque lavarse la cara cada día le parece un tostón.

      Ha pasado un año y seguimos funcionando,

      y mientras recorremos el camino literario,

      que gloria aporta a quienes lo van caminando,

      reímos, leemos y compartimos escenario.

      Larga vida tenga nuestro club amado,

      que nada enturbie su existencia plácida

      y que los años por venir sean un dechado

      de bienaventuranzas y alegría compartida.

      A. SNODGRASS

      EL MATRIMONIO ENMASCARADO

      UN CUENTO VENECIANO

      Las góndolas iban llegando, una tras otra, a la escalinata de mármol, y sus elegantes pasajeros se sumaban a la brillante multitud congregada en los suntuosos salones de la residencia del conde de Adelon. Caballeros y damas, elfos y pajes, monjes y jovencitas, todos se mezclaban alegremente en el baile. Dulces voces y armoniosas melodías flotaban en el ambiente y, entre los mirtos y la música, el baile de máscaras continuaba.

      —¿Ha visto Su Excelencia a lady Viola esta noche? —preguntó un galante trovador a la reina de las hadas, que atravesaba el salón cogida de su brazo.

      —Sí. Está preciosa aunque parece triste. Ha elegido muy bien su vestido. Dentro de una semana, se casará con el conde Antonio, al que detesta con toda su alma.

      —¡Por Dios, cómo envidio a ese hombre! Aquí viene, vestido de novio y con una máscara negra. Cuando se la quite, podremos ver cómo mira a la elegante dama cuyo corazón no puede conquistar, aunque su estricto padre le haya concedido la mano —comentó el trovador.

      —Se rumorea que ella ama a un joven artista inglés que también la pretende y al que el viejo conde desprecia —apuntó la dama cuando se unieron al baile.

      La fiesta estaba en su máximo apogeo cuando llegó un cura que, tras conducir a la pareja a un nicho cubierto de terciopelo púrpura, les pidió que se arrodillaran. La animada multitud guardó silencio de inmediato. No se oía nada, excepto el rumor de las fuentes y el ronquido de los recolectores de nade Adelon habló de este modo:

      —Queridas damas y caballeros, disculpen que les haya convocado por medio de un engaño para celebrar la boda de mi hija. Padre, puede empezar con el servicio.

      Todas las miradas se dirigieron a la pareja de novios y un murmullo de sorpresa se elevó de los invitados al observar que ni el novio ni la novia se quitaban las máscaras. La curiosidad se apoderó de todos, pero nadie dijo nada por respeto hasta que el rito sagrado hubo terminado. Entonces, algunos de los presentes más curiosos se reunieron en torno al conde y le pidieron una explicación.

      —Os la daría con gusto, si pudiera; pero solo sé que éste es el deseo de mi querida y tímida hija Viola, al que me he plegado. Ahora, queridos míos, quitaos las máscaras para recibir mi bendición.

      Sin embargo, la pareja no se arrodilló. El novio se quitó la mascara para dejar al descubierto el noble rostro de Ferdinand Devereux, el amante artista, contra cuyo pecho, en el que ahora resplandecía la estrella de un conde inglés, se apoyaba la adorable Viola, bellísima y radiante de felicidad. El joven habló en un tono que dejó perpleja a la concurrencia:

      —Mi señor, me negó la mano de su hija aun cuando podía jactarme de poseer tan buen nombre y una fortuna tan vasta como el conde Antonio. Aún puedo hacer más, Estoy seguro de que su ambicioso corazón no podrá rechazar la oferta del conde de Devereux y De Veré, que está dispuesto a renunciar a SU antiguo nombre y a su inmensa riqueza a cambio de la mano de su amada, ahora convertida en su esposa.

      El conde se quedó de una pieza. Ferdinand se volvió hacia los asistentes, que estaban pasmados, y añadió:

      —En cuanto a ustedes, mis galantes amigos, deseo que vuestros compromisos matrimoniales prosperen como el mío y que conquistéis una novia tan hermosa como la que yo he conseguido en este baile de máscaras.

      S. PICKWICK

      ¿Por qué el Club Pickwick parece la torre de Babel? Está lleno de miembros rebeldes.

      HISTORIA DE UNA CALABAZA

      Había una vez un granjero que plantó una pequeña semilla en su jardín. Al cabo de un tiempo, creció y dio muchas calabazas, Un día de octubre, cuando ya estaban maduras, escogió una y la llevó al mercado. Un comerciante la adquirió y la puso a la venta en su tienda de comestibles. Aquella misma mañana, una niñita vestida de azul, con sombrero marrón, rostro redondo y nariz respingona, fue a la tienda y compró la calabaza para su madre.

      La llevó a casa, la cortó en trocitos y la puso a hervir en una olla grande. Luego majó una parte y la aderezó con un poco de mantequilla y sal, para la cena; y añadió al resto medio tazón de leche, dos huevos, cuatro cucharadas de azúcar, nuez moscada y algunas galletas saladas. Puso la masa en una fuente y la horneó hasta que estuvo bien dorada, y al día siguiente una familia llamada March se lo comió.

      T. TUPMAN

      SEÑOR PICKWICK

      Señor:

      Me dirijo a usted en referencia a un pecado, el pecador es un hombre llamado Winkle que causa problemas en su club porque se burla y a veces no escribe los artículos, en un papel adecuado bueno confío en que le perdonará sus maldades y le permitirá enviar una fábula francesa porque no es capaz de inventar nada ya que tiene que estudiar mucho y no dispone de suficiente inteligencia para ello pero en un futuro me encargaré de que coja el toro por los cuernos y envíe una contribución comme il fo que para quien no lo sepa significa «como es debido» en francés he de despedirme porque es casi la hora de ir al colegio.

      Atentamente,

      N. WINKLE

      [Lo que precede es un valiente y hermoso reconocimiento de errores pasados. Pero sería de agradecer que nuestra joven amiga repasase las normas de puntuación.]

      UN TRISTE ACCIDENTE

      El viernes pasado, un estruendo seguido de gritos de angustia procedentes del sótano nos sorprendió a todos. Acudimos a la carrera y encontramos a nuestro querido presidente postrado en el suelo, tras haber resbalado y caído mientras recogía leña para la casa. La escena que presenciaron nuestros ojos era terrible, puesto que en su caída, el señor Pickwick había metido la cabeza y los hombros en una tina de agua, se había derramado un paquete de jabón por encima y tenía varios desgarrones en su indumentaria. Una vez rescatado de tan peligrosa situación, comprobamos que no había sufrido daños de importancia, aunque sí algunos rasguños, y nos alegramos de añadir que ahora se encuentra bien.

      LA EDITORA

      ANUNCIO DE DUELO

      Es nuestro doloroso deber informar de la repentina y misteriosa desaparición de nuestra querida amiga la señorita Snowball PatPaw, La adorable y amada gata contaba con un amplio y entregado círculo de amigos; su belleza atraía todas las miradas, sus gracias y virtudes cautivaban todos los corazones y el barrio entero lamenta profundamente su pérdida.

      La última vez que la vieron estaba sentada junto a la verja, observando el carro del carnicero, y se teme que algún malvado, tentado por sus encantos, haya tenido la vileza de robarla. Han transcurrido varias semanas sin que tengamos noticias de ella, por lo que, perdida ya toda esperanza, hemos atado un lazo negro en su canasto, guardado su plato y llorado por ella como si nos hubiera dejado para siempre.

      Un admirador ha enviado la siguiente joya:

      EN MEMORIA

      de S. B. PAT PAW

      Lloramos la desaparición de nuestra gatita, a la que un amargo destino impide volver