pública.
Lo peor es que, a pesar de la flexibilidad de los criterios de selección, estuve a punto de no ser admitido. Como en el caso de Mickaël, una comisión también valoró mi expediente debido a la falta de visión de mi ojo derecho. Tras estudiar mi caso, se determinó que mi agudeza visual de 1/10 no me impedía formar parte del cuerpo. De hecho, ahora que lo pienso, ¡menos mal que aceptan a todo el mundo!
* * *
Mi compañero Basile es el que se ha tomado más en serio la historia de Cash investigation y del periodista infiltrado. Intento ganármelo tomándome algo con él mientras le cuento algunas anécdotas sobre mi pasado ficticio. Pero él no desiste.
Vivo con la constante sensación de encontrarme en la cuerda floja. Me paso el día en guardia intentando no meter la pata. A veces, incluso, tengo miedo de hablar en sueños. Es agotador.
—El Abuelo se dedica a hacer reportajes —se burla Basile una noche mientras charlamos en la habitación.
—¡Calla ya, pesado!
Me enfado y me saco del bolsillo la llave del candado de mi armario.
—¡Vaya! ¿Quieres mirar si llevo una cámara? ¡Venga, mira, no tengo nada! ¡Nada de nada!
Le lanzo una mirada amenazadora. No se atreve a responderme.
—No soy el tío de la tele, ¿vale? Yo también podría encontrar a alguien con la misma cara de imbécil que tú.
Después de eso, no me vuelve a molestar con el tema.
Capítulo 13
El 24 de noviembre de 2017 se celebra la ceremonia de fin de curso. Tras el discurso del prefecto, lanzamos las gorras al aire. Justo después, Mickaël me presenta a su novia y a sus padres. Como enésima provocación, le propuse a mi padre asistir a la ceremonia. «¡No pienses que voy a ir, mocoso!», me respondió.
Acabo en el puesto número 27 de una promoción de 54 aspirantes, en el medio, sin destacar demasiado. Este ranking no tendrá ninguna incidencia en nuestra futura carrera policial.
Ya es oficial, soy poli. Sobre el pecho y las hombreras, llevo la insignia azul cobalto de los ADS, que se funde con el conjunto de los uniformes. Ahora conozco los rangos de la jerarquía policial de memoria. Por encima de mi puesto secundario de ADS están los policías, el subinspector, el inspector, el inspector jefe, el mayor y el comandante. En la cima de la pirámide se encuentra el comisario.
Yo sigo a la espera de conocer mi puesto, sin saber adónde me llevará mi aventura en la administración policial.
* * *
Cuatro días después, a los ADS que solicitamos plaza en París y en la Isla de Francia nos convocan en el anfiteatro de la prefectura de policía. Por fin sabremos qué puesto nos asignarán.
—En veinte años, 4500 ADS han trabajado en París y, posteriormente, un 44 % de ellos han pasado la prueba de acceso para convertirse en policías.
Escucho al mayor Castro sin prestar demasiada atención, nervioso por saber qué puesto ocuparé dentro de la institución. Nuestros anfitriones mantienen el suspense.
—Cuando estéis de servicio, llevad un candado —explica otro policía que hay al fondo del estrado, junto al mayor Castro—. Porque no hay ladrones en la policía, pero sí hay robos…
Por fin, el mayor comienza con la lectura de la lista de puestos asignados, por orden alfabético. Me pongo en tensión.
—¿Gendrot?
—¡Presente!
—Usted irá al hospital psiquiátrico de la prefectura de policía de París. Nadie vendrá a buscarlo, así que tendrá que llegar allí por sus propios medios.
¿Hospital de qué? ¿Qué es esto?
Esta información es como un jarro de agua fría. Mi sueño de infiltrarme en una comisaría se hace añicos.
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