Mario Raúl del Castillo

Poemas de nostalgias, vivencias y sueños


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      Abuelo: ¿Cuántos años tienes? Me miraba con cariño y colocando las manos con los dedos separados, yo iba sumando de diez en diez hasta llegar a 65

      Apenas le vi dos veranos y aun le recuerdo trillar en la era.

      De él se, lo que mi madre y mi abuela me contaban, pero fue lo suficiente para saber; que en la vida existe gente noble y trabajadora; que se puede elegir a pesar del sacrificio que conlleve el ser honrado.

      Esto me llevó a poner su nombre como seudónimo a mis poemas.

      MARIO

      Ingenuo del mundo,

      seguro en los brazos del padre

      Sereno con la voz;

      de quien en su seno le albergase.

      Murmullos en la pradera,

      miradas de familiares,

      va cambiando cada día

      es el mirar en la calle.

      Es la máxima alegría

      de quien decidió crearle.

      Es el reloj de unos padres,

      verán sus manecillas alargarse.

      Oirán el tic tac

      de su corazón al acostarle.

      Mis mejores deseos, a esos padres

      que lo vean crecer, que nunca pare,

      de marcarles la horas; mañana y tarde

      y en las noches serenas: salga a cantarles.

      LO NUNCA ESCRITO

      Quiero escribir lo nunca escrito

      alfombrar de versos ese camino,

      ser hombre y a la vez niño,

      hombre en tus tempestades y darte alivio.

      Niño en tus brazos y ser querido

      ser salvado y salvador

      playa en tus noches de verano

      luna en tus sueños.

      Ola que rompa en tu cuerpo

      y acaricie tu corazón con mis anhelos.

      Quiero en tus pupilas, ser el reflejo

      como lo es en el agua; gacela y ciervo,

      ver tus mejillas rosas, cuando me acerco

      y latir tu corazón, con estos versos.

      HOMBRE CON V DE VERDUGO

      ¿Por qué la gritabas tan fuerte?

      así, no te entendía nada.

      ¿Por qué la insultabas y herías?

      si te dio; todo su alma.

      ¿Por qué, dudaste de ella?

      cuando siempre te esperaba.

      Si en bata; que era una bruja

      si en vestido; una fulana.

      Cobarde que en el trabajo

      para todo te callabas,

      y a ella que era más débil

      humillabas e insultabas,

      la veías de rodillas

      aún más la pisabas.

      Ahora que ya no esta

      porque ya se levantará,

      al oír que alguien le dijo,

      no estés más de rodillas;

      no naciste arrodillada.

      Ahora, que no escucha tus gritos

      si no hermosas palabras,

      sigues llamándola a gritos

      para no oír en tu alma,

      los sonidos que en voz baja;

      tu conciencia despertaba

      Quien te parió fue mujer,

      quien te pego de tu casta,

      ¿Por qué repites ahora

      lo que entonces, tanto odiabas?

      Si no cuidas lo que tienes

      y al final ves que se escapa,

      déjala ir no lo mates;

      que alguien cure sus llagas.

      Reconoce como hombre,

      lo que por ti ella lloraba.

      Nunca fue tu propiedad

      ella no quería cerrojos

      ni brazos que la aplastaran.

      Los quería de refugio;

      y tú le hiciste una jaula.

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