Ichak Kalderon Adizes

Manejando los ciclos de vida corporativos


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no se adaptaron al cambio, algo que tampoco hacen muchas grandes corporaciones que actualmente rigen el mundo. Si quieren sobrevivir, deberían aprender a conducir el cambio.

      Hay un viejo chiste acerca de dos amigos que se fueron a pie a un safari. Vieron a un león que se acercaba. Uno de ellos comenzó a ponerse sus tenis. «No puedes correr más rápido que el león», le dijo su compañero. «No quiero correr más rápido que el león», respondió el primero. «¡Solo quiero correr más rápido que tú!»

El más fuerte de la especie no es el que sobrevive, ni el más inteligente, sino aquel con mejor respuesta al cambio.CHARLES DARWIN

      Tomar decisiones incorrectas rápidamente e implementarlas es una receta segura para el desastre. Ustedes acabarán con peores problemas que los que trataban de resolver. No prosperarán, si su competencia lo hace correctamente más rápido que ustedes o si, aunque decidan acertadamente y sin demora, emplean más tiempo que su competencia en implementar lo que decidieron.

      Mis observaciones no son reconfortantes; la verdad es que andar resolviendo problemas no significa que se puede navegar tranquilamente. Sus soluciones dan lugar a la siguiente serie de problemas. No sé ustedes, pero yo tengo que admitir que aún me sorprendo preguntándome a media noche cuándo terminarán todos mis problemas. Sé la respuesta: nunca. Dejaré de tener problemas únicamente cuando esté muerto.

      Crecer no significa dejar atrás todos los problemas. Crecer significa ser capaz de manejar problemas cada vez más importantes y más complejos. En una ocasión, envié una tarjeta de felicitación de Año Nuevo a mis clientes en las que les deseaba «mayores problemas para el año que viene». Al final de la tarjeta, agregué en letras muy pequeñas: «que usted pueda manejar con facilidad».

      Cada uno de nosotros es tan «grande» como los problemas con los que lidia. La gente «pequeña» trata con problemas pequeños: el tipo de automóvil que tiene y la calidad del papel tapiz de la cocina del vecino. La gente «grande» lucha con problemas como la educación de sus hijos, el ambiente que dejará a sus predecesores y la calidad de vida en sus comunidades. Tener pequeños problemas es no vivir, es morir. Enfrentar y ser capaces de resolver problemas cada vez más grandes significa que nuestras fortalezas y capacidades están mejorando. Debemos liberarnos de los pequeños problemas para tener la energía que nos exige manejar problemas mayores.

      Yo asisto a muchas reuniones de comités ejecutivos en los que la gente discute sobre los cambios necesarios y más frecuentemente de lo que se creería, alguien interrumpe la discusión para decir: «tengan calma. Estamos tomando demasiados riesgos a la vez». Sin embargo, ¿cómo pueden calmarse si la competencia se está poniendo sus tenis para correr?

      El cambio es estresante, todos lo sabemos. La gente está estresada, las organizaciones están estresadas, las sociedades están estresadas. Los psicólogos han ideado una manera de medir el estrés asignando un cierto número de puntos a cada uno de los diferentes eventos en la vida: divorcio, cambios de trabajo, incluso, salir de vacaciones (Holmes y Rahe, 1967). En relación con la causa del estrés, ¿cuál es el común denominador en estos eventos?: el cambio.

      Así que, ¿deberíamos disminuir la velocidad de nuestro paso y la de nuestras empresas?

      Sí, si todas las empresas en nuestra industria acordaran hacerlo. Incluso, eso no funcionaría a menos que la sociedad, en su conjunto, también la redujera. Eso funcionaría únicamente si el mundo entero bajara la velocidad de los pasos. Es mucho pedir. La solución no puede ser disminuir los cambios. Los dinosaurios ya lo intentaron. El propósito de este libro no es mostrar cómo disminuir el cambio o cómo sobrevivir a él. Mi propósito es mostrarle cómo acelerar la búsqueda de las soluciones correctas y cómo implementarlas con un mínimo de estrés.

      DE LA PREDICCIÓN A LA ACELERACIÓN

Todo lo que se puede prever se puede prevenir.CHARLES H. MAYOPara una persona ciega, cada obstáculo es una sorpresa repentina.ANÓNIMO

      He aprendido de mis dos jóvenes hijos cómo agilizar las soluciones. Cuando eran pequeños, me hacían llevarlos a jugar videojuegos. Una vez ahí, pasaban la mayor parte de su tiempo con su juego favorito: carreras de autos. Para mi sorpresa, aunque ninguno de los dos había conducido un auto en su vida, ambos eran capaces de vencerme. El secreto era que ellos habían jugado tantas veces que ya se sabían de memoria el programa de la computadora. Sabían cuándo un automóvil rebasaría otro y dónde estaban las curvas; podían conducir de manera proactiva. Debido a que yo no conocía la secuencia del juego, cada curva representaba una crisis: me estrellaba y me volcaba. Al no conocer el camino, conducía en forma reactiva, que es más lenta. El juego me hizo recordar que cuando manejo en una ciudad extranjera, lo hago más lento que la gente del lugar, que toca el claxon y me hacen gestos poco amables. No es que allá, las personas manejen mejor, sino que saben cómo es el camino. Pueden darse el lujo de conducir más rápido que alguien para quien cada una de las intersecciones es una crisis que exige una nueva decisión.

      LA CAUSA COMÚN

      Primero, identifiquemos los patrones comunes; después, seremos capaces de reconocer las causas y de discutir qué hacer con respecto a ellas.

      Pensemos en patrones previsibles: ¿qué ocurre cuando un automóvil envejece?: comienza a descomponerse. ¿Qué pasa con una casa vieja?: empieza a venirse abajo. ¿Con una persona envejecida?: se consume.

      El segundo común denominador es que cuando los sistemas cambian, se vienen abajo. Se desintegran. Para descomponerse y desintegrarse, no necesitan hacerse viejos. La gente joven se suicida, los sistemas jóvenes también se desintegran. Sin importar que un sistema sea joven o viejo, lo que causa su desintegración es el cambio. Mientras más rápido es el cambio,