9b3ced-4fe4-598b-ab30-6fb89005ceb2">
Jacques
Philippe
Nueve días
para recuperar
la paz
EDICIONES RIALP, S. A.
MADRID
Título original: 9 jours pour retrouver la paix
© 2017 by Éditions des Béatitudes
© 2019 de la versión castellana realizada por GLORIA ESTEBAN,
by EDICIONES RIALP, S. A.,
Colombia 63, 8.º A, 28016 Madrid
Realización ePub: produccioneditorial.com
ISBN (edición impresa): 978-84-321-5100-2
ISBN (edición digital): 978-84-321-5101-9
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Índice
1. La urgencia de la paz interior
3. Cuanta más paz hay en mí, más actúa Dios
4. La oración, lugar de pacificación
5. La paz, fruto de la confianza
8. Para encontrar la paz, he de aceptar la vida tal cual es
9. Para encontrar la paz, he de vivir el momento presente
Presentación
Este breve libro invita a un itinerario de retiro en casa o en vacaciones, en el metro, en el tren, etc., para quienes, disponiendo de poco tiempo, deciden dedicar a ello diez minutos al día.
Contiene 9 días de meditaciones inspiradoras para avanzar en la vida interior. Y, a la vez, ofrece una escuela de oración y un instrumento de transformación personal.
Cada día se proponen dos ratos de meditación: uno se puede vivir por la mañana y el otro cuando más convenga.
El itinerario incluye ejercicios de recogimiento, la Palabra de Dios, una meditación de un santo o de algún autor destacado, un propósito... Nos ayudará a sumergirnos en una auténtica experiencia espiritual.
Día 1
La urgencia de la paz interior
Señal de la cruz
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Invitación al recogimiento
Me sereno, me sitúo en el momento presente y respiro despacio. Con una actitud de fe, me pongo bajo la mirada de mi Padre del Cielo, que me ama con ternura. Estoy atento a la presencia de Dios dentro de mi corazón. Me recojo unos minutos.
Espíritu Santo, Tú que eres la luz, Tú que eres el consolador, ven a guiar mi oración de hoy. Hazme conocer la belleza y la hondura del amor divino. Ven e instaura en mi corazón la paz de Dios; y hazme capaz de transmitir esa paz a mi alrededor.
Meditación
La gracia que vamos a pedir a lo largo de este retiro consiste en recibir la paz de Dios dentro de nuestro corazón de un modo más profundo, más abundante; y en ser capaces de comunicar esa paz a nuestro alrededor.
Esta es la séptima bienaventuranza del evangelio de san Mateo: Bienaventurados los artesanos de la paz, porque serán llamados Hijos de Dios.
Y en la carta a los colosenses Pablo dice así: Que la paz de Cristo se adueñe de vuestros corazones: a ella habéis sido llamados en un solo cuerpo (Col 3, 15).
Según Pablo, Dios nos hace una auténtica llamada a recibir su paz. Estar en paz es un elemento esencial de la vocación cristiana.
Esta llamada es especialmente acuciante en el mundo de hoy, marcado por tantos miedos, tanta agitación, tantas inquietudes. Hay una auténtica urgencia espiritual de recibir y transmitir la paz de Dios.
El primer deber de un cristiano no consiste en ser perfecto, ni en resolver todos los problemas, ni en que todo le salga bien: consiste en estar en paz.
Coincido plenamente con Etty Hillesum, la joven judía que residió en Amsterdam durante la segunda guerra mundial y vivió un maravilloso encuentro con Dios. Esto es lo que escribía en su diario en 1942, cuando la persecución nazi hacía estragos en Amsterdam:
«Nuestra única obligación moral es desbrozar en nosotros mismos amplios claros de paz y extenderlos cada vez más, hasta que esta paz irradie a los demás. Y cuanta más paz haya en los seres, más habrá también en este mundo en ebullición»[1].
Cuanto mayor es la crisis mundial, más importante es que nuestro corazón esté en paz.
En el libro de Isaías, cuando Jerusalén se ve amenazada por sus enemigos, el pueblo se inquieta y se agita en busca de soluciones políticas; y estas son las palabras que les dirige el profeta:
Así ha hablado el Señor Dios, el Santo de Israel: «Seréis salvos si os convertís y estáis tranquilos; en la serenidad y en la confianza está vuestra fuerza». Pero no habéis querido (Is 30, 15).
Si en nuestro corazón habitan la paz y la confianza, nos apoyaremos en el Señor y podremos encontrar la respuesta oportuna a nuestras dificultades. Hallaremos respuestas constructivas y decisiones guiadas por el amor para las cuestiones que afrontemos.
Si, por el contrario, dejamos que la agitación y el miedo se apoderen de nuestro corazón, corremos un grave peligro de no reaccionar bien frente a los acontecimientos, y caer en el bloqueo, la huida, la agresividad, la violencia; o en decisiones precipitadas, que no resolverán nada e incluso pueden aumentar el mal en lugar de atenuarlo.
Oración
Confiémonos