ven, y si se les explica, no quieren admitirlo. Pero, en todo caso, os lo advierto: no esperéis de mí que insista en otra cosa más que en estas virtudes. Aun cuando no son consideradas como ventajosas, poco importa, trabajaremos todavía durante años en estas virtudes inútiles y faltas de interés, dejando inexploradas todas estas bellas cosas que nos presenta la ciencia oculta... y un día veremos quién tenía razón.
¡Cuántos médiums he encontrado en un estado deplorable porque no tenían ningún medio de defenderse contra los espíritus del mundo invisible! Ser sensible está bien, pero si uno no ha ejercitado la voluntad, si no ha aprendido a ser resistente, está perdido. Para predecir, quieren, según dicen, abandonarse a los espíritus, pero, espíritus, ¿sabéis?, los hay de todas clases. Algunos, viendo a los humanos sin defensa, se aprovechan para servirse de ellos, para engañarles, para tomar sus energías. Y unos años después, estas pobres gentes están completamente descentradas; de una u otra forma, terminan hundiéndose: o bien se ponen a beber, o se abandonan al desenfreno, o tienen alucinaciones, o pierden su salud... Antes de lanzarse a ciertas experiencias, hay que saber cuáles son sus riesgos; no basta con que uno se sienta atraído, sin más, por ciertos aspectos de las ciencias ocultas. Todos los verdaderos Maestros os lo dirán. Pero el día en que vean que estáis preparados, ellos mismos serán los que hagan caer el velo, y entonces todo lo que queráis conocer estará ahí, accesible.
Algunos, por ejemplo, han oído hablar de la fuerza Kundalini que los yoguis de la India enseñan a despertar, e inmediatamente, desconociendo todo el trabajo de purificación previo que es necesario hacer, ahí les tenéis decididos a despertar esta fuerza. Pero, ¿qué harán después con Kundalini? Les quemará, ¡eso es todo! Yo he tenido esta experiencia cuando aún era muy joven: tenía diecisiete años, hacía ejercicios de respiración durante jornadas enteras, y he ahí que, bruscamente, un día, Kundalini se despertó. Fue una sensación terrible, como si mi cerebro fuese a arder, y tuve mucho miedo. Hice entonces esfuerzos gigantescos para adormecerla de nuevo – ¡sí, qué esfuerzos! – y lo conseguí. La fuerza Kundalini puede despertarse en los seres aunque no estén muy avanzados desde el punto de vista espiritual; también puede despertarse accidentalmente, y como es una fuerza terrible, aquél que no esté preparado puede volverse loco o ser arrastrado hasta el Infierno. Lo que me ocurrió cuando era joven hubiera sido para mí la mayor desgracia si no hubiese sido capaz de adormecer de nuevo esta fuerza. ¡Felizmente, el Cielo velaba!
Mis queridos hermanos y hermanas, no os apresuréis, pues, a experimentar las ciencias ocultas. Empezad por poneros en relación con la pureza, con la luz, y un día todas las realizaciones espirituales serán posibles para vosotros.
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