popularidad o el poder, sino el desprecio de uno mismo. El éxito, la popularidad y el poder pueden, efectivamente, ser una gran tentación, pero su seducción proviene de una tentación mucho mayor, el desprecio de uno mismo. Cuando creemos en las voces que nos llaman inútiles e indignos de ser amados, es cuando percibimos el éxito, la popularidad y el poder como soluciones atractivas. Sin embargo, la verdadera trampa es el desprecio de uno mismo... En cuanto alguien me acusa o me critica, en cuanto soy rechazado, dejado solo o abandonado, me encuentro pensando: «Bueno, esto demuestra una vez más que no soy nadie»... Mi lado oscuro dice: «No soy bueno... Merezco ser apartado, olvidado, rechazado y abandonado».
El desprecio de uno mismo es el mayor enemigo de la vida espiritual, porque contradice la voz sagrada, que nos llama «amados». Ser amados es la verdad fundamental de nuestra existencia.
Tú eres mi amado
11 DE ENERO
Perteneces a Dios
El tema en cuestión es el siguiente: «¿A quién pertenezco? ¿A Dios o al mundo?». Muchas de mis preocupaciones diarias me indican que pertenezco más al mundo que a Dios. Una pequeña crítica me enfurece, y un pequeño rechazo me deprime. Una pequeña oración levanta mi espíritu, y un pequeño éxito me emociona. Me animo con la misma facilidad con la que me deprimo. A menudo soy como una pequeña barca en el océano, completamente a merced de las olas. Todo el tiempo y la energía que empleo en mantener un cierto equilibrio e impedir caer y ahogarme me demuestra que mi vida es, sobre todo, una lucha por sobrevivir: no una lucha sagrada, sino una lucha inquieta que surge de la errónea idea de que es el mundo el que da sentido a mi vida...
Mientras sigamos perteneciendo a este mundo seguiremos siendo víctimas de sus métodos competitivos y esperaremos ser recompensados por todo el bien que hacemos. Pero cuando pertenecemos a Dios, que nos ama incondicionalmente, podemos vivir como él. La gran conversión a la que nos llama Jesús consiste en dejar de pertenecer al mundo y pasar a pertenecer a Dios.
El regreso del hijo pródigo
12 DE ENERO
El «si» que me esclaviza
Mientras siga corriendo por todas partes preguntando: «¿Me quieres? ¿Realmente me quieres?», concederé todo el poder a las voces del mundo y me colocaré en la posición del esclavo, porque del «si» condicional está lleno el mundo. El mundo dice: «Sí, te quiero si eres guapo, inteligente y gozas de buena salud. Te quiero si posees una buena educación, un buen trabajo y buenos contactos. Te quiero si produces mucho, vendes mucho y compras mucho». Hay interminables condiciones precedidas por un «si» que están ocultas en el amor del mundo. Estos «síes» me esclavizan, porque es imposible responder de forma correcta a todos ellos. El amor del mundo es y será siempre condicional. Mientras siga buscando mi verdadero yo en el mundo del amor condicional seguiré «enganchado» al mundo: intentándolo, fracasando, volviéndolo a intentar. Es un mundo que fomenta las adicciones, porque lo que ofrece no puede satisfacer los deseos más profundos de mi corazón.
El regreso del hijo pródigo
13 DE ENERO
La verdad sobre mí
Tienes siempre que desenmascarar el mundo que te rodea, descubrirlo tal como es: manipulador, controlador, ávido de poder y, a la larga, destructivo. El mundo te dice muchas mentiras sobre quién eres, y tú simplemente tienes que ser lo bastante realista para recordártelo. Cada vez que te sientas herido, ofendido o rechazado tienes que atreverte a decirte a ti mismo: «Por fuertes que sean estos sentimientos, no me están diciendo la verdad sobre mí mismo. Aunque ahora mismo no sea capaz de darme cuenta, la verdad es que soy el hijo elegido de Dios, valioso a los ojos de Dios, llamado amado por toda la eternidad, y estoy a salvo en su eterno abrazo».
Tú eres mi amado
14 DE ENERO
Dios está deseando llevarme a casa
Durante gran parte de mi vida he luchado por encontrar a Dios, por conocer a Dios, por amar a Dios. Me he esforzado por seguir las directrices de la vida espiritual –orar constantemente, trabajar por los demás, leer las Escrituras– y por evitar las numerosas tentaciones de dispersarme. He fracasado muchas veces, pero siempre lo he vuelto a intentar, incluso cuando estaba cerca de la desesperación.
Ahora me pregunto si durante todo este tiempo he sido lo bastante consciente de que Dios ha estado intentando encontrarme, conocerme y amarme. La cuestión no es: «¿Cómo voy a encontrar a Dios?», sino: «¿Cómo voy a dejar que Dios me encuentre?». La cuestión no es: «¿Cómo puedo conocer a Dios?», sino: «¿Cómo puedo dejar que Dios me conozca?». Y, finalmente, la cuestión no es: «¿Cómo voy a amar a Dios?», sino: «¿Cómo voy a dejarme amar por Dios?». Dios me busca en la distancia, tratando de encontrarme, y deseando llevarme a casa.
El regreso del hijo pródigo
15 DE ENERO
Aceptar el verdadero yo
El yo secular o falso es el yo que se fabrica, como dice Thomas Merton, por compulsión social. De hecho, «compulsivo» es el adjetivo que mejor califica al falso yo. Señala la necesidad de una afirmación constante y creciente. ¿Quién soy yo? Soy aquel que es amado, alabado, admirado, detestado, odiado o despreciado... Si estar ocupado es algo bueno, entonces debo estar ocupado. Si tener dinero es señal de verdadera libertad, entonces debo reclamar mi dinero. Si conocer a mucha gente es prueba de mi importancia, entonces debo establecer los contactos necesarios. La compulsión se manifiesta en el miedo escondido a fracasar y en el continuo afán por evitarlo, acaparando más de lo mismo: más trabajo, más dinero, más amigos.
Estas compulsiones son la base de dos de los principales enemigos de la vida espiritual: odio y avaricia. Son la parte interna de la vida secular, los frutos amargos de nuestras adicciones mundanas.
El camino del corazón
16 DE ENERO
La libertad es nuestra meta
Mientras que el miedo y el odio sean las reacciones más naturales y obvias ante un estado de emergencia, deben ser desenmascaradas como expresiones de nuestro falso yo. Si temblamos de miedo o sentimos odio, es que nos hemos vendido a un falso dios. El miedo y el odio nos arrebatan nuestra libertad y nos hacen víctimas de las fuertes seducciones de nuestro mundo. El miedo, igual que el odio, cuando lo miramos en soledad y en silencio, nos muestra cuán profundamente depende nuestro sentido de valía de nuestro éxito en el mundo o de la opinión de los demás. Y nos damos cuenta de pronto de que nos hemos convertido en lo que nosotros o los demás piensan de nosotros mismos.
Payasadas en Roma
17 DE ENERO
Acepta todo tu ser: las luces y las sombras
Nos resulta muy difícil creer en las palabras de Cristo: «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores...». Quizá ningún psicólogo haya recalcado tanto la necesidad de aceptarse a uno mismo como camino para la autorrealización como Carl Jung. Para Jung, la autorrealización significa la integración de las sombras. Es la capacidad creciente de permitir que el lado oscuro de nuestra personalidad entre en nuestra consciencia y prevenga así una vida parcial en la que solo lo que podemos exteriorizar sea considerado como la parte verdadera de nosotros mismos. Para conseguir llegar a una unidad, totalidad y plenitud interior debemos aceptar e integrar todas las partes de nuestro ser. Cristo representa en nosotros la luz. Pero Cristo fue crucificado entre dos ladrones, y no podemos negarlos, como tampoco podemos negar los ladrones que viven en nuestro interior.
Intimacy (Intimidad)
18 DE ENERO
Que Dios sea el Señor de tu casa
Me choca cada vez más lo duramente presionada que está la gente hoy día. Es como si estuvieran yendo siempre de una urgencia a otra. Nunca a solas, nunca quietos, nunca realmente libres, sino siempre ocupados en algo que no puede esperar. Te da la impresión de que en este frenético