Tomás Miranda Alonso

Preguntas para pensar en ética


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proyecto de su vida como ser humano, si se trata de un individuo.

      En los siguientes versos del poema «No te rindas», su autor, el poeta uruguayo Mario Benedetti (1920-2009), nos hace una llamada insistente para no caer en la desmoralización:

      No te rindas, aún estás a tiempo

      de alcanzar y comenzar de nuevo,

      aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,

      liberar el lastre, retomar el vuelo.

      No te rindas, que la vida es eso,

      continuar el viaje,

      perseguir tus sueños,

      destrabar el tiempo,

      correr los escombros y destapar el cielo [...]

      Vivir la vida y aceptar el reto,

      recuperar la risa, ensayar el canto,

      bajar la guardia y extender las manos,

      desplegar las alas e intentar de nuevo,

      celebrar la vida y retomar los cielos [...]

      Para seguir cuestionándonos

      Como la intención de estas páginas no es tanto transmitir unos conocimientos referentes a la ética cuanto facilitar que los lectores se hagan preguntas para reflexionar sobre cuestiones éticas, sigo proponiendo unas preguntas para seguir pensando:

      Sobre la corrección de una acción:

      • ¿Puede una acción ser correcta en unas circunstancias e incorrecta en otras?

      • ¿Es posible que una acción sea siempre correcta en cualquier circunstancia?

      • ¿Es posible que una acción sea siempre incorrecta en cualquier circunstancia?

      • ¿Puede ocurrir que todo el mundo considere que una acción es buena y, sin embargo, no serlo?

      • ¿Puede ocurrir que todo el mundo considere que una acción es mala y, sin embargo, no serlo?

      Sobre conflictos entre normas:

      • ¿Puede una costumbre ser contraria a una ley?

      • ¿Puede una costumbre ser inmoral?

      • ¿Puede una norma de buena educación ser inmoral?

      • ¿Puede una norma de buena educación entrar en conflicto con alguna ley?

      • ¿Puede una ley ser inmoral?

      • ¿Puede una norma moral ser ilegal?

      • ¿Qué consecuencias se pueden tener si no se cumple una tradición o costumbre?

      • ¿Qué consecuencias puede haber si alguien no respeta una norma de buena educación?

      • ¿Cuáles son las posibles consecuencias de violar una norma legal o ley?

      • ¿Qué pasa cuando se incumple un deber moral?

      3

      ¿SOY COMO SOY Y... NO PUEDO CAMBIAR?

      ¿Qué soy?

      Podría responder a la pregunta diciendo que soy un ser humano, es decir, he nacido con una constitución biológica común a todos los individuos de la especie humana y, por tanto, tengo una naturaleza humana. Al preguntarme qué soy yo estoy preguntándome, en cierto sentido, cuál es mi esencia, qué es lo que hace que yo tenga o pueda alcanzar un determinado conjunto de características propias del ser humano y no de un león, por ejemplo. Es interesante observar que la palabra «naturaleza» viene de la palabra latina natura, que tiene que ver con el hecho de nacer (natus: nacido). Nacemos, pues, con una naturaleza, que no ha de ser entendida como algo definido totalmente y que permanece invariable a lo largo de la vida, sino, como recoge el Diccionario de la RAE en su primera entrada, como «un principio generador del desarrollo armónico y la plenitud de cada ser, en cuanto tal ser, siguiendo su propia e independiente evolución».

      La pregunta que nos podemos hacer a continuación es si nuestra naturaleza determina nuestros actos de tal modo que impide que nuestra voluntad pueda decidir libremente, como le pasa al escorpión de la fábula La rana y el escorpión, atribuida a Esopo:

      Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión, que le dijo:

      –Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda...

      –¿Que te lleve a mi espalda? –contestó la rana–. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.

      –No seas tonta –le respondió entonces el escorpión–. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?

      Y la rana, después de pensárselo mucho, se dijo a sí misma: «Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo».

      Y entonces la rana se dirigió al escorpión y le dijo:

      –Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río.

      El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.

      Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente, la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle:

      –No entiendo nada... ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.

      Y entonces el escorpión la miró y le respondió:

      –Lo siento, ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy ni actuar en contra de mi naturaleza.

      Y poco después de decir esto desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, bajo las aguas del río.

      Desgraciadamente para la rana, el escorpión no podía obrar en contra de lo que le imponía su naturaleza. ¿Es la naturaleza humana como la del escorpión? Cuando hablamos de la naturaleza humana, hemos de tener en cuenta que esta no es una estructura que heredamos al nacer, fija, estable y tan rígida que no podamos cambiar. Nuestra naturaleza no es algo cerrado y concluido, sino una realidad que se va haciendo a lo largo de nuestra vida. Lo que el ser humano es depende, en parte, de lo que elige ser.

      Nuestras acciones surgen de la interacción que se produce entre a) nuestra constitución biológica, que es común a la especie; b) el medio natural en que vivimos, y c) el medio social en que nacemos y crecemos. Estos elementos ayudan a configurar lo que somos. El mundo natural y social nos presenta restricciones a nuestra conducta, pero también posibilidades de transformación que nosotros podemos decidir llevar a cabo. Podemos mejorar o empeorar el medio ambiente, y somos capaces de trabajar para que los seres humanos vivamos mejor y en un mundo más justo.

      Utilizando una metáfora de Kant, podemos decir que las restricciones y condicionamientos que por naturaleza tenemos son como el viento, que presenta resistencia al vuelo de la paloma, pero sin el cual esta no podría volar, ya que no se puede volar en el vacío. Entre lo que somos y lo que podemos llegar a ser se abre un espacio abierto a nuestra elección y decisión moral, sabiendo que siempre habrá una tensión entre lo que es y lo que debe ser.

      Nuestras decisiones morales han de basarse en el conocimiento que nos proporcionan las ciencias sociales y de la naturaleza,