tiempos inmemoriales: empezar por adaptarse a un hábitat y, valiéndose de su capacidad de generar artefactos tecnológicos y de organizarse socialmente, transformar la materia bruta del universo en cosas útiles para su diario vivir, y para su prevalencia a través del tiempo. En otras palabras, no es difícil reconocer que la descripción de este empeño no es diferente a lo que se conoce en los textos contemporáneos de Economía como el problema económico de todos los tiempos. Este consiste en producir y distribuir los bienes y servicios requeridos por su población para satisfacer sus necesidades a corto, mediano y largo plazo. Se concluye, entonces, que para atender este problema de siempre, los grupos humanos han construido arquitecturas socioculturales y tecnológicas, con sus respectivas funcionalidades, identificadas aquí como sus economías. Se ilustra esta idea con un prototipo simplificado de una economía moderna.
En consonancia con esta manera de concebir el génesis de una economía, la segunda sección enfatiza en comprender que los hechos económicos nunca se dan en un vacío. Se insiste en que estos ocurren siempre dentro de contextos ecológicos y socioculturales, en procesos en los cuales la tecnología y los acontecimientos históricos han jugado papeles preponderantes. En la tercera sección, por ejemplo, se resumen las diferentes modalidades a las que la humanidad ha recurrido a lo largo de la historia para enfrentar el problema económico de siempre, y que se sintetizan como la tradición, el mandato de una autoridad central, el sistema de mercado, las economías mixtas y las estructuras dualistas.
Cuando se trae a estas cinco modalidades a espacios contemporáneos, se evidencia, según señala la cuarta sección, que todas participan en diversas proporciones de presencias y de ausencias, en tal variedad de arquitecturas socioeconómicas que queda totalmente por fuera la noción de que en este planeta puedan existir economías de talla única. Al ser esto así, de inmediato surge la necesidad, no de desechar, pero sí de ampliar la definición tradicional de la disciplina. El capítulo concluye con el enunciado con el que se trabaja en este libro:
La Economía estudia la manera como los grupos humanos se organizan para producir y distribuir los bienes y servicios requeridos para atender las necesidades de su gente, dentro de contextos conformados por sus realidades ecológicas, tecnológicas, sociales e históricas.
SUPERVIVENCIA
En el principio fue la supervivencia; siempre ha sido la supervivencia y sigue siendo la supervivencia. El Génesis lo puso en términos inapelables: “Maldita sea la tierra por tu culpa. Con fatiga sacarás de ella tu alimento por todos los días de tu vida [...] Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra”.2
El gráfico 1.1 ilustra cómo hombres y mujeres, niños y ancianos han vivido con esta sentencia. Se observa que durante el primer milenio d. C., el PIB per cápita, en dólares de 1990, es decir, sin inflación, permaneció inalterado a un nivel de algo más de unos 400 dólares, valor que refleja el peso del pronunciamiento bíblico. Además, el Renacimiento (1500), con todos sus grandes avances en las artes y en las ciencias, trajo solo un aumento de alrededor del 20 % en ese ingreso, a partir de 1820, cuando se empiezan a sentir las fuerzas puestas en marcha por la Revolución Industrial, el PIB real per cápita pasa de unos 800 dólares, en esa fecha, a unos 6.000 dólares en el año 2000, 6,5 veces más.3
Adicionalmente, se sabe que entre los años 1950 y 1999, el PIB per cápita en todo el mundo (en dólares, de 1990) se triplicó, y la esperanza de vida promedio en los países desarrollados subió de 78 a 88 años, mientras que en los países en vías de desarrollo el aumento fue de 44 a 64 años.4 De igual manera, pese a que entre los años de 1990 y 2015 la población humana subió de 5.330 a 7.300 millones, la pobreza económica en las regiones de países en desarrollo disminuyó en más de dos terceras partes; el número de personas en situación de pobreza extrema en todo el mundo se redujo de 1.900 a 836 millones. La tasa de mortalidad infantil disminuyó a la mitad, y la tasa de mortalidad de niños y niñas menores de 5 años cayó de 12,7 a 6 millones. Aun así, la escueta acción de sobrevivir sigue siendo el problema central de millones de personas que en este mundo todavía padecen de hambre crónica.5
GRÁFICO 1.1. PIB per cápita mundial, 0 a 2000 años d. C.
FUENTE: William J. Berstein, The Birth of Plenty (Nueva York: Mc Graw Hill, 2004), 18.
Cuando se considera la expresión “no solo de pan vive el hombre”,6 es decir, cuando se incorpora al concepto de supervivencia el alcance sociocultural de este, es claro que para muchos faltan varios elementos esenciales para alcanzar un “buen vivir”. La longitud de la distancia que falta por recorrer en algo se puede percibir, si, como aspiración de lo que se quisiera alcanzar, se pone en los términos con los que Mahbubul Haq, Amartya Sen y sus colaboradores definen el “desarrollo humano”:
El desarrollo humano supone la expresión de la libertad de las personas para vivir una vida prolongada, saludable y creativa; perseguir objetivos que ellas mismas consideren valorables; y participar activamente en el desarrollo sostenible y equitativo del planeta que comparten. Las personas son los beneficiarios e impulsadores del desarrollo humano, ya sea como individuos o en grupo.7
EL PROBLEMA ECONÓMICO DE TODOS LOS TIEMPOS
Se conoce que durante la prehistoria nuestros antepasados dedicaban prácticamente todo su tiempo hábil a la búsqueda, consecución y consumo del proverbial “pan nuestro de cada día”. Varios siglos les tomó aprender los procesos de crecimiento de las plantas y de los animales y cuando lo lograron, hace unos once mil años, encontraron que era tal el acervo de aprendizajes que habían acumulado mientras inventaban la agricultura y la ganadería que, aprovechando las ventajas de la vida sedentaria que los excedentes de alimentos hicieron posible, construyeron las grandes civilizaciones de la antigüedad.
De todos estos aprendizajes, se destacan bagajes como los siguientes. La revolución del neolítico ligó el destino de hombres, mujeres, niños y ancianos a las realidades de su medio ambiente. Desde entonces, los humanos han tenido inexorablemente que situarse en un hábitat; adaptarse de la mejor manera a sus abundancias, carencias y vicisitudes; usar esos recursos en formas muchas veces no muy inteligentes y, con demasiada frecuencia, defenderlos de los ataques depredadores de terceros.
Afortunadamente, y haciendo un uso insigne de su calidad de sapiens, comprendieron desde un principio que para atender mejor ese cúmulo de tareas, más las que fueron apareciendo en el camino, era mejor enfrentarlas no en forma individual sino colectiva, por medio de prácticas ingeniosas como la “división del trabajo”, que desde sus comienzos les trajo efectos multiplicadores sorprendentes. Rápidamente se percataron de que su “sapiencia” daba para mucho más. Así, sus experiencias y de las recompensas que la casualidad trae a las mentes preparadas, fueron generando conocimientos que, convertidos en herramientas cada vez más productivas, les permitieron transformar la materia bruta del universo en cosas útiles que no solo les aseguraran su supervivencia física, sino también una vida cada vez más llevadera.
En resumen, es evidente que lo primero que tiene que hacer cualquier ser viviente para funcionar como tal es mantenerse vivo. Y, desde que el ser humano bajó de los árboles, es igualmente cierto que ha cumplido con este destino. Mediante las organizaciones socioculturales y la tecnología que los grupos humanos hemos construido a lo largo del tiempo, nos hemos adaptado a toda clase de hábitats. Además, valiéndonos de sus recursos, ya sean abundantes o no, hemos resuelto el problema económico central que a la humanidad le ha tocado confrontar a lo largo del tiempo y del espacio: producir y distribuir los bienes y servicios requeridos para satisfacer las necesidades y deseos de nuestra gente a corto, mediano y largo plazo.
El gráfico 1.2 permite visualizar el tránsito descrito desde la noción de supervivencia