Simón Puerta Domínguez

Pensamiento crítico y modernidad en América Latina


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Echeverría19 esta apreciación central implicará insistir en una modernidad alternativa que se ha manifestado a través de la historia en América Latina desde su época barroca, siempre subsumida a la modernidad capitalista hegemónica y represiva. En la teoría crítica inaugurada por Marx, no se trata, entonces, de una búsqueda externa a la modernidad, sino que se produce desde su interior y sus determinaciones para la experiencia regional.

      El pensamiento crítico latinoamericano, en ese orden de ideas, se define por la reflexión sobre el devenir histórico del subcontinente, una postura filosófica que caracteriza su experiencia moderna a partir de las condiciones materiales de existencia particulares que la constituyen, y con miras a una configuración social racional que redunde en la autorrealización recíproca de sus individuos. La modernidad es pensada y juzgada con respecto a su papel humanista, y ubicada en el contexto para su correspondencia con las características propias del proceso histórico regional. Al ser ubicado el concepto de modernidad en las condiciones sociales concretas de América Latina deviene en instrumento de reflexión crítica para el develamiento de sus contradicciones, y para la generación de cambios sustanciales en las relaciones de dominio establecidas por la historia particular de colonización y capitalismo dependiente que han definido la vida social regional.

      En otras palabras, resulta fundamental dar cuenta de un matiz dentro del mismo pensamiento crítico, donde se podría ubicar una lectura latinoamericana de este, que lo aplica de manera concreta a partir de mediaciones históricas que dan la pauta a la reflexión posible y viable. La discusión respecto a la modernidad es la misma: la modernidad como impulso humanista, la insistencia en la experiencia del mundo social como una más justa y racional que es posible. El matiz estaría, sobre todo, en que la teoría crítica latinoamericana, reflexionando sobre sus condiciones históricas específicas, revela lo falso de la aparente universalidad del hombre occidental y sus padecimientos; se trata de una toma de conciencia y papel activo en el proceso mismo del pensamiento. Situando conscientemente los conceptos en contexto, se obliga a la modernidad y a los conceptos que aquí se constituyen a ser realmente universales. Ya no puede haber un conformismo o una identidad “lograda” entre el hombre occidental y el ser humano en general, desde la cual la teoría crítica pregone lo humano planteando únicamente los problemas del hombre occidental, de las sociedades industriales avanzadas, “desarrolladas”, del primer mundo. Solo puede haber