Años más tarde, mientras viajaban por Míchigan en coche con otros obreros, se perdieron. El conductor, aunque conocía bien el camino, se confundió y se salió de la ruta por la cual viajaban. Era viernes, y la distancia hasta Vergennes, donde planificaban celebrar reuniones sabáticas, estaba a solo 24 kilómetros; sin embargo, aquel día viajaron 65 kilómetros antes de llegar a destino. Durante horas viajaron por densos bosques, siguiendo huellas de ruedas apenas visibles; que, con frecuencia, estaban bloqueadas por troncos y árboles caídos. Entretanto, prestaban atención para encontrar una casa donde pudieran recibir indicaciones.
Hacía calor, no tenían comida y no encontraban agua por ninguna parte. Al pasar al lado de algunas vacas que pastaban, los sedientos viajeros trataron de acercarse lo suficiente como para conseguir algo de leche. Pero, las vacas no dejaban que se les acercaran extraños. Dos veces la señora de White se desmayó, y su esposo oró por ella.
Finalmente, divisaron una cabaña de troncos en un claro, donde fueron bien recibidos y les ofrecieron refrescos. Mientras se quedaron un rato a descansar, a comer y a averiguar el camino, conversaron con la familia. Antes de irse, Elena les dio un ejemplar del librito Experience and Views [Experiencia y visiones].
Durante años, se preguntaban por qué les habría tocado pasar por ese cansador traqueteo, especialmente en viernes, antes de sus importantes encuentros sabáticos. Veintidós años después, en una reunión campestre de Míchigan, lo descubrieron.
Al final de un culto, una mujer pasó al frente y sujetó, ansiosa, la mano de la señora de White.
–¿Recuerda cuando se perdió hace muchos años y se detuvo en una cabaña de troncos en los bosques? –le preguntó–. Les dimos refrescos. Y usted nos habló acerca de Jesús y de las bellezas del cielo. Habló con tanto fervor que quedé encantada, y nunca me olvidé de sus palabras.
–Nos dejó un librito. Se lo prestábamos a los vecinos a medida que se asentaban cerca de nosotros, y lo leímos hasta que ya casi no quedaba nada de él. Desde aquel entonces, el Señor ha enviado pastores a que nos prediquen; y ahora hay un lindo grupo que guarda el sábado, que data su primera experiencia en la influencia de ese librito.
Entonces fue fácil comprender que la providencia de Dios los había guiado, incluso en ese día agotador.
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