de generación eléctrica con energías renovables al 2050, pero hoy nuestras proyecciones indican que podríamos alcanzar esos niveles al año 2030, es decir, veinte años antes. En este ámbito, aparece de forma estratégica el rol del gas natural para otorgar seguridad y flexibilidad a un sistema con cada vez mayor capacidad renovable.
Además de la necesidad de contar con una matriz de generación eléctrica limpia, la electrificación de usos intensivos en energía es una enorme oportunidad de mitigación de emisiones de GEI, y es aquí donde entra con fuerza la electromovilidad, la eficiencia energética, la edificación sustentable y la electrificación de usos térmicos en la industria y la minería. Varias de estas medidas conllevan, además, importantes co-beneficios en pos del bienestar de las personas, pues su implementación reduce drásticamente la emisión de contaminantes locales, impactando positivamente en su salud.
Este estudio, que complementa la estrategia de carbono neutralidad presentada por el Gobierno de Chile, plantea que el gas natural es una manera para que Chile avance más rápido en las metas de reducción de emisiones, además de aportar a los problemas de contaminación local que enfrentan algunas comunas del país. El gas natural puede aportar en reducir las emisiones en Chile durante el período en que las tecnologías eléctricas aún no logran ser competitivas con las tecnologías tradicionales, y para ello se plantean algunas medidas que permiten aprovechar la infraestructura de gas existente en el país y aumentar su uso en transporte, industria y calefacción.
Asimismo, la industria del gas natural tiene una oportunidad única en la habilitación de la industria del hidrógeno verde en el país. Chile tiene condiciones inmejorables para el desarrollo de este energético y las empresas de gas natural tienen una posición ventajosa para ser los pioneros, pues tienen las capacidades técnicas, la infraestructura y la experiencia para desarrollas este energético.
Para finalizar, quisiera destacar la importancia de que el plan de carbono neutralidad es un plan nacional, y no de un gobierno en particular. Los esfuerzos se deben mantener en el tiempo, pues el cambio climático así también lo hará. En ese sentido, este estudio apunta en la dirección correcta, pues es el sector energético el responsable de plantear las soluciones que necesitamos para combatir el cambio climático. Seguiremos buscando los espacios que nos permitan avanzar más rápidamente hacia una matriz más limpia, económica y amigable con el medio ambiente y las comunidades locales. Las empresas de gas natural tienen la oportunidad única de estar a la vanguardia del desarrollo carbono neutral del país, y no tengo dudas que este este libro de Felipe Givovich, Jorge Quiroz y Klaus Schmidt-Hebbel es un gran aporte para avanzar en esa dirección.
Juan Carlos Jobet
Biministro de Energía y Minería
Prólogo
El desafío de contar con una matriz energética “limpia” -menos intensiva en carbono- se ha planteado globalmente como una tarea crucial para el futuro de la civilización humana. Nuestro país, sumándose a este esfuerzo internacional, se ha propuesto ambiciosas metas conducentes a reducir considerablemente sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
Desde luego, la declaración de metas requiere de un necesario complemento: identificar y evaluar rigurosamente las acciones que permitan un cumplimiento efectivo y a mínimo costo de las mismas. Ello permite evitar errores que podrían cometerse en el camino de la reducción de emisiones -como ya ha ocurrido en distintos lugares del mundo- y que al final del día perjudican tanto al medio ambiente como a las personas y al sistema productivo.
En este orden de ideas, el estudio realizado por los autores Klaus Schmidt-Hebbel, Jorge Quiroz y Felipe Givovich, cuyos resultados se presentan en este libro, es particularmente oportuno. Los autores, tomando como referencia las metas de reducción de emisiones de GEI que se ha propuesto nuestro país, identifican y evalúan rutas concretas de acción, sobre la base de un riguroso análisis económico, opinión técnica y revisión de casos.
Queremos poner de relieve una de sus conclusiones más trascendentales: Chile puede lograr significativos avances en la meta de reducción de sus emisiones de GEI, con mínimo o incluso sin costo fiscal. ¿Cómo lograrlo? Según los autores, la clave radica en el rol que el gas natural puede y debe jugar en el proceso de “transición energética”. Las propuestas, apalancadas sobre la base de una cuantiosa inversión ya desplegada, toman debida nota de la oportunidad que representan actualmente los bajos precios internacionales del gas natural, que es el recurso fósil menos contaminante. De ahí el rol que el gas natural tiene en el proceso de “transición energética” al que se refieren los autores.
En la Asociación de Gas Natural (AGN) nos anima el firme convencimiento de que el gas natural es, efectivamente, parte integral de la solución global para que nuestro país avance firme hacia la descarbonización eficiente de su matriz, con beneficios medioambientales, económicos y sociales. Esta convicción nos ha acompañado a lo largo de la historia de nuestro sector, comprendiendo momentos y coyunturas muy diferentes en las últimas décadas.
Para relevar el rol que ha jugado hasta ahora el gas natural en Chile, cabe recordar, primero, su llegada a fines de la década de 1990. Este hito desencadenó grandes inversiones en infraestructura, que produjeron positivos e indiscutibles efectos a nivel de emisiones y de productividad en nuestra economía, contribuyendo así a los elevados niveles de crecimiento económico y desarrollo social que marcaron dichos años.
Luego vivimos como industria un cambio completo en nuestra forma de acceder a este recurso, con la construcción y operación –en virtud de importantes alianzas público-privadas– de terminales de Gas Natural Licuado (GNL), que dieron un nuevo impulso al sector, diversificando sus fuentes de origen y proyectando una expansión de sus redes por distintos lugares de Chile, donde los atributos del gas natural (disponibilidad, menor huella de CO2 y competitividad) pudieron desplegarse adecuadamente en beneficio de las personas, los hogares y las empresas.
Hoy ya estamos en una nueva era. Una marcada por el retiro del carbón y los combustibles líquidos, y por la transición energética que recorreremos durante las próximas tres décadas. La industria chilena del gas natural está preparada para abordar el desafío, abriéndose a las evoluciones tecnológicas que incluso podrá complementar, como ya lo hace con la producción renovable de electricidad y en el futuro podría hacer con el hidrógeno verde.
Nuestra Asociación está también plenamente dispuesta a colaborar, contribuyendo con conocimiento experto para que las autoridades tomen decisiones basadas en evidencia y luego, a través del diseño de políticas públicas, puedan promover las opciones energéticas que nos encaminen hacia un futuro descarbonizado, pero a la vez eficiente y con suministro seguro. El libro que el lector tiene en sus manos se inscribe en este propósito de colaboración a un debate público informado.
Por lo mismo, no nos queda más que agradecer a sus autores, Klaus Schmidt-Hebbel, Jorge Quiroz y Felipe Givovich, quienes desde una mirada técnica, objetiva y rigurosa hoy permiten visibilizar de manera mucho más nítida el rol que el gas natural puede jugar en este trascendental período de nuestra historia.
Carlos Cortés Simon, Presidente Ejecutivo
Gustavo Schettini, Presidente del Directorio
Asociación de Gas Natural
Introducción
El Calentamiento Global
En las últimas décadas, la temperatura promedio mundial se ha incrementado de manera sostenida, hecho que se relaciona fuertemente con el aumento de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). La relación causal de la segunda sobre la primera ha sido extensamente documentada en la literatura científica1. La dimensión actual del calentamiento global se estima en 1,1°C respecto a los registros históricos anteriores a la revolución industrial, de acuerdo a las predicciones más recientes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). De continuar creciendo las emisiones de GEI al ritmo exhibido en los últimos 50 años, el incremento de temperatura de la tierra podría exceder los 1,5°C en 20302.
Se estima que un calentamiento