los que escuchen. Este libro está lleno de relatos, a veces asombrosos pero otras veces trágicos, de cómo reaccionaron los fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a los consejos de Dios dados a través de Elena de White. A menudo les prestaban atención, y ellos y el movimiento del que eran parte prosperaban. Lamentablemente, otras veces se negaron a escuchar y a ser guiados, y los resultados nos advierten que, si ignoramos las instrucciones de Dios hoy, lo hacemos por cuenta y riesgo propios.
Cada persona o acontecimiento descripto en este libro se vio directamente afectado por una o más visiones de Elena de White. Los nombres de personajes casi olvidados, como Daniel Kress, Hiram Patch y Nathaniel Faulkhead, entre otros, cobran vida a medida que sus fascinantes historias se desarrollan para el lector. En cada caso, Elena de White, una constante ganadora de almas, es vista en su mejor momento, exhortando a la gente a cambiar de dirección y así evitar la ruina espiritual. En otras historias podemos alcanzar a ver de qué modo Dios obra a través de Elena de White para salvar a la iglesia en su conjunto.
Así como podemos aprender del estudio de las personas y los acontecimientos de los tiempos bíblicos, también podemos aprender del estudio de las personas y los acontecimientos de la historia del movimiento adventista. Tal como las historias de este libro lo demuestran sobradamente, la amonestación del rey Josafat que encontramos en 2 Crónicas 20:20 es tan aplicable hoy como cuando fue pronunciada por primera vez: “Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados”.
James R. Nix, director del Centro de Investigación White
Introducción
Las 24 historias incluidas en este libro son una muestra de los setenta años de servicio de Elena de White al mundo. Sin embargo, estas historias se centran solo en un aspecto de su extenso ministerio: su contribución directa a hombres y mujeres que tenían ansiedades, dudas y problemas como los que todos tenemos de tanto en tanto.
Los lectores modernos tienen poco o ningún acceso a estos momentos especiales que cambiaron vidas para siempre. No obstante, hoy podemos revivir esos acontecimientos e identificarnos con los protagonistas de las historias registradas en las páginas siguientes. Aun en el siglo XXI, podemos identificarnos con sus circunstancias y regocijarnos igual que ellos cuando de pronto se dieron cuenta de cuánto pensaba Dios en ellos, tanto como para interesarse en su vida personal, ya sea para consolarlos o a modo de advertencia.
Los años pasaron, pero no la condición humana: tenemos los mismos sueños, esperanzas y debilidades que los jóvenes y los ancianos que vuelven a vivir en estas páginas.
Traté de relacionar estas historias con la edad de Elena de White y sus circunstancias personales para mostrar de qué manera cumplió su rol como la mensajera del Señor a los veinte años, a los treinta, etc. Muchas de estas historias también se encuentran en mi libro Mensajera del Señor, pero sin muchos de los detalles fascinantes que he podido incluir en el presente libro.
Estas historias pueden ser usadas eficazmente en el culto familiar, en la Escuela Sabática y en sermones. Cada una puede ser fuente de mucha reflexión al revivir cada circunstancia. La mayoría de estas situaciones se repiten vez tras vez. Los principios dados en el pasado son tan actuales como el rocío de esta mañana.
Ninguno de nosotros ha tenido el privilegio de conocer personalmente a esta intrépida dirigente de la iglesia. Nunca hemos escuchado a esta mujer de 1,57 metros de altura hablando en público, donde podían escucharla veinte mil personas sin la ayuda de un sistema de amplificación. Solo podemos leer de su devoción hacia sus cuatro hijos y su amado esposo, y de la devoción que ellos le tenían a ella. Pero estas historias nos dicen mucho acerca de la mujer que ayudó a formar un movimiento mundial.
Esperamos que en estas 24 historias podamos revivir algunas de las contribuciones extraordinarias de Elena de White que han cambiado la vida de millones de personas en el mundo, que se sienten cercanos a ella como la mensajera del Señor, en aquel entonces y ahora.
Herbert E. Douglass
Lincoln Hills, EE.UU.
Capítulo 1
Huevo en jugo de uva
Cómo se salvó el Dr. Daniel Kress
En la lejana Australia, el Dr. Daniel H. Kress estaba agonizando, y apenas tenía cuarenta años.
Después de unirse a la Iglesia Adventista, Kress y su esposa, Lauretta, hicieron juntos la carrera de Medicina en la Universidad de Míchigan. Trabajaron durante tres años con el Dr. John Harvey Kellogg en el Sanatorio de Battle Creek antes de recibir un llamado en 1898 para establecer la obra médica en Inglaterra.
En 1900 fueron enviados a Australia para fomentar la obra médica allí. Un año después, Kress se estaba muriendo. El problema: Kress defendía fervientemente la dieta vegetariana estricta. Anteriormente, en Battle Creek, había sido un fiel seguidor del Dr. John Harvey Kellog y sus colegas. En Inglaterra, y ahora en Australia, Kress enseñaba sistemáticamente que la manteca, la leche y los huevos deberían ser omitidos de la dieta. Posteriormente escribió: “Aspiraba a practicar lo que enseñaba. Se me hacía difícil conseguir alimentos apropiados al viajar de un lugar a otro y, como resultado, mi alimentación carecía de algunos elementos esenciales. Mi salud se debilitó casi hasta el punto de morir”.
Ahora de regreso en California después de sus nueve años en Australia, Elena de White vio en visión que el Dr. Kress estaba en los umbrales de la muerte. Con su acostumbrada franqueza, le ordenó que “hiciese cambios inmediatamente. Incorpore a su dieta algo que ha excluido”.
Ella le dijo: “Por el hecho de que hay quienes están muy rezagados, usted no debe, a fin de servir de ejemplo para ellos, ser extremista. [...] Su devoción a los buenos principios lo induce a someterse a un régimen que lo hace pasar por una experiencia que contraría la reforma pro salud”.
Esta es la prescripción de Elena de White, basada en una visión, para que Kress recuperara la salud:
Obtenga huevos de aves sanas. Consúmalos cocinados o crudos. Mézclelos con el mejor jugo de uva sin fermentar que pueda obtener. Esto suplirá lo que es necesario para su organismo. Ni por un instante piense usted que este proceder no sería correcto...
Apreciamos su experiencia como médico, y sin embargo digo que la leche y los huevos deben incluirse en su menú.
Luego añadió: “Vendrá el momento cuando no se podrá usar la leche con tanta abundancia como se la emplea ahora; pero actualmente no es el momento para suprimirla. Y los huevos contienen propiedades curativas que contrarrestan venenos”.
Lo que Elena no sabía en ese entonces –pero nosotros sí lo sabemos ahora– es que el Dr. Kress se estaba muriendo de anemia perniciosa, una enfermedad a menudo fatal. Su dieta, sin una amplia variedad de verduras y frutas, carecía de ácido fólico y de las vitaminas B6 y B12.
El Dr. Kress siguió inmediatamente el consejo de Elena de White de comer huevos y jugo de uva, y en pocas semanas logró una rápida recuperación. Vivió 55 años más, y falleció a los 94 años de edad. Regresó a Norteamérica con su esposa en 1907 para pasar a ser el primer director médico del Sanatorio y Hospital de Wáshington, en Takoma Park, Maryland.
Vivió 55 años más porque Elena de White intervino en su vida con un mensaje de Dios.
Kress fue uno de los tantos hombres y mujeres a quienes Dios dio consejos, ánimo o amonestaciones individuales a través de su mensajera, Elena de White. Antes de leer las historias de las demás personas que recibieron consejos personales específicos de la mensajera de Dios, repasaremos el hecho –una visión– que inició las siete décadas de servicio de Elena como mensajera de Dios.
Capítulo 2
La visión que dio inicio a un movimiento
El