ríos de Chile tienen dueño
Marcha del Frente Patriótico Manuel Rodríguez
Muerte y resurrección de Víctor Jara
Réquiem para solistas, coro mixto y orquesta sinfónica
Sepa usted que lo supe señor Cepo
A Alejandra Lastra, de quien Volodia Teitelboim
dice que no sólo se pasea por mis novelas sino también
por mis canciones
A Roberto Pring-Mill, Roberto de Inglaterra, por su
perentoria y larga exigencia para que naciera este libro
VARIACIONES SOBRE TEMAS DE PATRICIO MANNS
Las canciones de Patricio Manns le han deparado desde hace décadas una fama tan justa como extendida. Pocos habrán dejado de oírlas en Chile y en el extranjero, y quienes las han oído y vivido seguirán recordándolas. No es necesaria ninguna encuesta para comprobarlo: cualquier referencia al tema de la canción en Chile atrae de inmediato su nombre y los títulos de algunas de sus más exitosas composiciones: algo semejante a lo que ocurre con Violeta Parra, ambos figuras eminentes de una modalidad creadora que ha dejado huellas profundas en la memoria colectiva.
En el caso de Patricio Manns son muchas las razones que explicarían esa pervivencia, pero es casi seguro que su público destacaría en primer término el aprecio por sus consumados dones de compositor y de cantante. En el ámbito hispanoamericano se habla de CANTAUTORES, y en esa línea se ha situado este aspecto de su variado e incesante quehacer. También se le reconoce con plenitud su talento de narrador y de ensayista, pero no siempre como se debiera su condición de poeta. Yo creo sin embargo que esa condición suya es la otra base fundamental de la trascendencia de su obra.
Diccionarios de literatura y antologías poéticas no suelen registrar su nombre o incluir textos suyos en ese orden. Después de una detenida y fervorosa lectura de sus poemas, me parece necesario averiguar la causa de estas omisiones.
El distinguido estudioso inglés Robert Pring-Mill prologó en 1995 el extenso poema épico-lírico publicado por Patricio Manns con el título de Memorial de Bonampak, Brosquil Ediciones, España 2004. En un párrafo muy pertinente de ese prólogo —de consulta indispensable para acercarse al Manns poeta dice Pring-Mill: «Cualquiera que haya escuchado las grandes canciones de Patricio atentamente no podrá dudar de su calidad de poeta: sus letras de canción son las más poéticas de toda la Nueva Canción chilena, y [están] entre las mejores de todo el continente en dicho género». En una nota al calce, Pring-Mill agrega que a menudo los críticos literarios no lo entienden así, y estima esa desatención como «un serio error».
Pienso que el acierto de Pring-Mill se debe al hecho de que su mejor lectura de las piezas poético-musicales de Patricio Manns, tan difundidas desde los años sesenta, ocurre en un espacio no contaminado por los prejuicios críticos que hacen inmodificable la consideración del canon establecido en un momento del proceso literario, se supone que de una vez para siempre e ignorando las muchas veces en que la historia y los lectores han corregido esas pretensiones. Las «grandes canciones» a las cuales alude Pring-Mill han estado ahí desde hace muchos años, pero sus seguidores más devotos eran quienes las oían, con frecuencia distanciados o ajenos a la meditada recepción que permite la letra impresa. Omisión culpable de la crítica, es cierto, pero es preciso reconocer que en esta intelección sesgada de una obra poética tan valiosa y provocativa le cabe también alguna responsabilidad al propio autor, quien sólo ahora ha decidido reunir los poemas, musicalizados o no, que empezó a escribir hacia 1956, aunque en este volumen no se incluye el Memorial de Bonampak, en sí mismo un todo unitario e independiente que ilustra una distinta exploración de asuntos y de formas expresivas, abierto a intertextualidades histórico-culturales