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Guerra y viaje


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target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_3af5d36b-f589-5f90-838d-5c61601906a6">14. Así define Heinzle friuntlaos man, aunque, como es usual, lo refiere a Teodorico. Véase Heinzle (1987: 683).

      GUERRA Y VIAJE EN ALGUNOS EJEMPLOS DE LA ÉPICA ALEMANA MEDIEVAL

      Berta Raposo Fernández

      Universitat de València

      Como se ha indicado en el prólogo, la guerra y el viaje son, tanto en el plano de la ficción literaria como en el de la vida real, fenómenos de muy diversa naturaleza. La narración de la guerra, que se desarrolla en un marco temporal de recuerdo del pasado, está en principio contrapuesta a la descripción del espacio presente en los relatos de viaje. Sin embargo, ambos fenómenos a veces pueden aparecer interrelacionados entre sí. En la literatura alemana medieval encontramos una conexión entre la guerra y los viajes en tres ámbitos principalmente: 1) en la recepción de la épica de la Antigüedad (Antikeepik), basada en la temática de la Guerra de Troya y de la vida de Alejandro Magno; 2) en la épica de las Cruzadas, y 3) en la épica precortesana, antes llamada épica juglaresca (Spielmannsepik).

      La Antikeepik aborda la representación de guerras primigenias de trascendencia universal, de guerras que fundan y destruyen reinos enteros, pero cuya distancia histórica es tan lejana que permite una neutralidad y una falta de compromiso que están ausentes en otros géneros épicos (Lienert, 2000: 32). Aunque se trata de adaptaciones de la temática antigua al estilo y a los gustos de la literatura caballeresco-cortesana, no contienen temas estrictamente medievales, por lo cual los pasaremos por alto. En la épica que podemos considerar como más «clásica» (la artúrica en particular y la caballeresco-cortesana en general), el viaje desempeña un importante papel: la vida del caballero está marcada por la salida en busca de azarosas aventuras que le proporcionen fama y el amor de una noble señora. La salida en sí es consustancial a este tipo de épica, pero no suele estar relacionada con ninguna guerra generalizada, sino sólo con combates individuales.

      En el Cantar de Luis aparece tematizada por primera vez en la literatura alemana medieval una lucha contra los paganos invasores. Tendrán que pasar tres siglos para que vuelva a abordarse una temática similar en la épica de las Cruzadas, cuyo ejemplo más temprano es el Rolandslied o Cantar de Rolando del siglo XII. Este extenso poema épico, surgido en Ratisbona, probablemente por encargo de Enrique el León (duque de Baviera y pretendiente al trono alemán), está basado en una fuente francesa desconocida relacionada con la Chanson de Roland. Su autor, el clérigo Konrad, declara haber traducido del francés al latín y de ahí al «alemán» (bávaro y franco-renano).

      El marco temático de la obra viene dado por la prolongada lucha del emperador Carlos contra los moros en España (Hyspania). Marsilie, rey de Zaragoza (Sarragûz), trama un complot contra él, pidiéndole negociaciones de paz con la idea de romper el pacto después de que los francos hayan abandonado el país. Durante la retirada de éstos, la retaguardia cae en una emboscada en el desfiladero de Roncesvalles (Runzeval). A pesar de su heroica lucha, los cristianos tienen que ceder ante la supremacía numérica de los infieles. Olivier aconseja a Rolando que pida socorro a Carlos y al grueso del ejército, pero Rolando en un principio se niega, en su ansia de martirio. Cuando Carlos regresa al campo de batalla, ya han muerto los héroes. El Sol se para y así Carlos tiene tiempo de volver a Zaragoza el mismo día para vengarse. Allí Paligân, jefe supremo de los moros, a quien Marsilie esperaba desde hace tiempo, viene en su ayuda. Empieza una nueva batalla que termina esta vez con la victoria de Carlos.

      En esta versión alemana, la temática de la cruzada está más acentuada que en la francesa: