Miguel Requena Jiménez

Lo maravilloso y el poder


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tal vez debamos conjeturar que se hizo imprescindible postular, como paso intermedio, el comentario de alguien más versado que él en el simbolismo imperial o conocedor por otros medios del mensaje oficial. Tales comentarios serían el motor capaz de activar en nuestro protagonista toda una serie de estructuras ideológicas con las que rodearía o articularía las ideas centrales que no llegó a captar con claridad en la explicación que escuchó o en el motivo iconográfico que observó; aunque también es posible suponer que, habiendo entendido la idea central, pudo estructurarla a partir de otros elementos más cercanos o afines a su cultura, creencias o intereses. Una vez creada la nueva historia, su transmisión oral facilitaría no sólo su alteración, sino también la incorporación de nuevos aspectos que la irían enriqueciendo y convirtiéndola en más fascinante para ciertos grupos sociales.

      Desde tales conclusiones iniciamos el presente trabajo centrado en las figuras de los emperadores romanos Aureliano (270-275) y Tácito (275-276). Evidentemente el cuerpo central del libro está dedicado a la decena de presagios que según Flavio Vopisco Siracusano anunciaron el poder a Aureliano, sin embargo la aparición en 1996 de los comentarios de F. Paschoud a las vidas de Aureliano y Tácito en la Historia Augusta, nos ha proporcionado una perfecta justificación para añadir el estudio de los tres omina imperii del efímero emperador Tácito.

      En el primer capítulo comprobaremos que, frente a la impresión de heterogeneidad que proporciona la lectura de los omina imperii de Aureliano, un estudio en profundidad de la estructura interna de cada relato en relación al contexto ominal e histórico en el que aparece, ha permitido descubrir que todos ellos convergen temáticamente para presentar a Aureliano como un nuevo Mitra capaz de superar la intensa crisis que atravesaba la sociedad romana a finales del siglo III. En el caso de Tácito, el análisis de sus omina imperii nos ha permitido comprobar su relación con el estamento militar y, en consecuencia, cuestionar el tradicional carácter de restauración senatorial de su reinado.

      Como podrá advertir el lector en las siguientes páginas, el estudio de los relatos maravillosos que según la Historia Augusta anunciaron el poder a los emperadores Aureliano y Tácito, no sólo nos permitirá definir con mayor precisión los presupuestos ideológicos del reinado de estos emperadores y la concepción que de su poder tuvo la sociedad romana, sino que también nos aproximará a la mentalidad colectiva del ciudadano romano y de los habitantes del imperio.

      El proyecto de investigación que ha fructificado en el presente libro se ha beneficiado de una Ayuda para estancias en el extranjero concedida por la Subsecretaría de la Oficina de Ciencia y Tecnología del Gobierno Valenciano, que disfruté en el Seminar für Alte Geschichte der Rheinischen Friedrich-Wilhelms Universität de Bonn y el Historisches Institut de la Universidad de Potsdam.

      Desde aquí expreso mi mayor agradecimiento a los profesores K. Rosen, H. Galsterer y P. Barceló por la cordialidad con la que me acogieron en sus seminarios y por las continuas atenciones y consejos recibidos, agradecimiento que hago extensivo al resto de docentes y doctorandos de ambas instituciones y, especialmente, a B. Goffin y M. Rathmann, que pasaron de ser colegas a buenos amigos.

      No puedo olvidar tampoco en este apartado de agradecimientos a mis compañeros del Departamento de Historia de la Antigüedad y de la Cultura Escrita de la Universitat de València, por soportar estoicamente las innumerables reflexiones y dudas que me inquietaron en el transcurso de la realización de este trabajo. Un reconocimiento especial merecen los profesores Carmen Alfaro, Juan José Seguí, Antonio Ledo y Manel García, quienes repasaron el manuscrito y aportaron interesantes sugerencias. Y, sobre todo, el profesor F. J. Fernández Nieto, sin cuya erudición y tutela este trabajo no hubiera visto nunca la luz.

      Por último, quedo en deuda con el profesor M. S. Ruipérez, presidente de la Fundación Pastor de Estudios Clásicos, con la profesora C. Alfaro, directora del Seminario de Estudios sobre la Mujer en la Antigüedad, y con el profesor A. Furió, director de Publicacions de la Universitat de València, por su inestimable colaboración en la publicación de este libro.

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