aunque en lo que sí parece haber acuerdo es en un incremento notable de afiliadas desde finales de julio, especialmente en el mes de agosto, cosa explicable por la euforia falangista desatada durante las primeras semanas después de la sublevación militar.
Las actividades que desarrolló Mercedes en el desempeño de su cargo son difíciles de concretar por la ausencia de documentación de la propia Sección Femenina de Valladolid.55 Ha de suponerse que se centraron en llevar a buen término las órdenes de los jefes falangistas y las de la delegada nacional, Pilar Primo de Rivera, aunque su atención prioritaria fue Auxilio de Invierno. Palomares Ibáñez no duda cuando afirma que esta organización fue «la actividad que prioritariamente define su jefatura interina» y, de hecho, según este mismo autor,
en los últimos meses de 1936 y siguientes priman las noticias sobre el Auxilio de Invierno, cuestaciones, resultados y visitas a sus Comedores de Hedilla, Pilar Primo de Rivera, Nicolás Franco... Siendo esto verdad, también lo es que mientras ejerció las funciones de delegada (territorial/provincial) debió resolver las tensiones que en algunas provincias causó la unificación entre Margaritas y Falangistas.56
Delgado Bueno también resalta que «Durante los meses de septiembre y octubre Mercedes Sanz Bachiller no se comprometió excesivamente en la dirección de Sección Femenina, porque no estuvo presente en ninguno de los actos públicos de Falange vallisoletana en los que sí figuró su cuñado Andrés Redondo».57 Es más, para esta autora, Mercedes delegó en la jefa local, Carmina Martín, la representación oficial de la Sección Femenina en algunos actos.58
Añadido a todo ello, lo cierto es que, siendo ya jefa provincial de la Sección Femenina de Valladolid, Mercedes Sanz-Bachiller se encargaba de la recogida y confección de ropa para los soldados que estaban en el frente. Así lo recogió Mauricio Karl, seudónimo de Mauricio Carlavilla de la Vega, en un reportaje publicado en el Diario Regional59 apenas catorce días después de su nombramiento:
Visitaba el Cuartel General de Falange Española. Atravesaba patios y estancias. El recinto de la antigua Academia mostraba los tesoros de juventud, alegre y heroica, que encierra. Me honraba la compañía del jefe territorial, camarada Andrés Redondo [...] Llegamos a una habitación del piso bajo. Muchas mujeres trabajan en labores muy distintas [...] Una del grupo se adelanta. Tiene un block de notas en la mano [...] Oigo hablar de prendas de abrigo, de heridos, de medicinas, de hospitales [...] Hay en aquella mujer una irradiación que me conmueve. Y yo ignoro el motivo. Sus palabras fluyen sin acentos trágicos; son de una naturalidad perfecta. Las facciones, nobles y serenas, no denotan el menor rictus nervioso. Sólo los ojos, secos y brillantes, tienen un destello de tristeza infinita...
Salimos. Formo un concepto rápido. «Firmeza, misticismo, virtud», debe ser la trilogía de este carácter genuinamente español.
–¿Quien es? –pregunto inmediatamente.
–Es la esposa de Onésimo –me contestan con sencillez.
Quedo mudo de asombro. Sigue la visita, pero yo no me entero ya de nada. Mi atención ha quedado presa ante aquel asombro de estoicismo, encerrado en un débil cuerpo de mujer. [...] Mi pluma que quisiera desgranar una sonata heroica y sentimental sobre la frente de la ignorada heroína queda inmóvil, sintiéndose incapaz. Yo no podía imaginar un caso de fortaleza igual. Algo sobrenatural hay en esa mujer. Su dolor está domado dentro del pecho por un imperativo sobrehumano. Sólo el espíritu de su muerto, que vive en ella, es capaz del prodigio. [...] Mercedes, esposa del héroe, él entró ya por las puertas de la Gloria envuelto en púrpura de su sangre. Tú, recatada esposa, española ejemplar, estás unida a él en su inmortalidad...
Mauricio Karl, con su artículo, estaba contribuyendo a la construcción de una imagen de Mercedes Sanz-Bachiller como la de tantas mujeres falangistas que, en aquella coyuntura de guerra, hacían suyos los valores del servicio, el sacrificio, la abnegación y la disciplina, unos valores que compartían con sus camaradas falangistas varones. Este era el modo falangista de ser mujer, un modo que rompía con el modelo doméstico, del que Mercedes Sanz-Bachiller y otras muchas mujeres falangistas eran ejemplo.60
Así pues, parece claro que Mercedes se volcó en la recogida y elaboración de ropa para los soldados, al menos, durante las primeras semanas después de su nombramiento al frente de la Sección Femenina vallisoletana. También que no se dedicó a la organización femenina posteriormente, a partir de la fundación de Auxilio de Invierno. Sin embargo, ¿qué pudo motivar este desinterés por la Sección Femenina? Puede que, como apunta Delgado Bueno, se debiera a la provisionalidad del cargo. Puede que la respuesta la diera ella misma, años después, por boca de su segundo marido, Javier Martínez de Bedoya, cuando decía que no compartía el proyecto de las mujeres falangistas liderado por Pilar Primo de Rivera: «yo no siento esto de la Sección Femenina, esto de hacer política con las mujeres solas».61
Otras palabras de Mercedes venían a expresar algo similar, como las que le dijo a Paul Preston: «Me llamaban jefe territorial como me podían haber nombrado obispo de Madrid o de Valladolid, no tenía ni idea, ni conocía a Pilar ni la había visto nunca en mi vida. Yo conocía a José Antonio por Onésimo pero jamás a Pilar, no estaba metida en nada de la Sección Femenina».62 O las que dijo con ocasión de la entrevista con Luis Palacios: «Yo no fui nunca de la Sección Femenina».63
Además, y en relación con Auxilio de Invierno, no debemos perder de vista las motivaciones de carácter más íntimo y personal de una mujer que ha perdido de manera trágica, y muy reciente, a su marido: «Me pregunto en todo momento cómo volver a ser persona y cómo entender otra vez que los demás lo son»,64 y que ve por las calles de Valladolid, en el deambular de los niños abandonados y huérfanos, la magnitud de la tragedia: «a mí solo me movió la compasión por los niños que veía desamparados por Valladolid. Era terrible». Y, además, en relación con la represión, afirmaba que «mi intención sólo fue remediar, en parte, lo que pudiese de aquel desastre».65
Ahora bien, hay un componente que creo importante: su personalidad. Mercedes era una mujer de carácter y muy segura de sí misma, y ello, en opinión de su hija Pilar, la ayudó a superar todo lo que le tocó vivir.66 Asimismo, según su hija Mercedes, tenía una capacidad extraordinaria para contactar con las personas necesarias en cada momento, para darles responsabilidades y organizarlas.67 Esta personalidad fuerte y la capacidad para liderar proyectos y grupos humanos le sirvieron para impulsar y dirigir el proyecto que, en un primer momento, llevó por nombre «Auxilio de Invierno».
1 I. Martín Jiménez: La Guerra Civil en Valladolid..., pp. 47-95; Jesús María Palomares Ibáñez: La Guerra Civil en la ciudad de Valladolid. Entusiasmo y represión en la «capital del alzamiento», Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 2001, pp. 13-23; J. Casanova: «República...», pp. 187-199; Gabriel Cardona Escanero: «Rebelión militar y Guerra Civil», en Santos Juliá (coord.): República y guerra en España (1931-1939), Madrid, Espasa-Calpe, 2006, pp. 223-233.