Lucas Bauzá

Crónicas Maradonianas


Скачать книгу

intereses del pueblo. Una de las 10 tesis sobre el 10 del docente y doctor en comunicación Juan Manuel Sodo dice que “Maradona es un animal olfativo-intuitivo. Tiene la astucia para ubicar, en cada momento, dónde está lo popular: la fiesta del consumo triste en los años noventa, el patria-grandismo en los dos mil; ahora, más que nunca, el anti-macrismo.”

      Mi abuelo le solía bajar el precio al Maradona futbolista. Me decía que Pelé fue mejor. La razón de la bronca la encontré buscando datos para escribir esta nota. “Acordate que el nono era siciliano y la nona calabresa. Mucha pica con los napolitanos”, me aporta mi vieja recordando rispideces entre ciudades del sur de Italia. Entonces recordé la vez que le pregunté si además de la Juventus era hincha de algún equipo de la zona del sur de Italia. “Un poco de Catania”, me dijo. A los años fui contento a decirle que había ascendido el Palermo y tiró una mueca meneando la cabeza con ganas de decirme “a esos gatos los corrimos en la Taormina”.

      De muy chico tengo la imagen de la vez que mi Nono volvió a Italia por primera vez después de subirse a un barco de contrabando con su hermano rumbo a Argentina. Entonces lancé la segunda pregunta que cierra el círculo de la bronca con Maradona. “¿Má, el Nono en qué año se fue a Italia?”. “Creo que en el 90, o por ahí”, me devolvió la pared. Año mundialista. Maradona eliminando a Italia en el Estadio San Paolo de Nápoles del mundial que organizó. Pedirle a mi abuelo que ame a Maradona es como pedirle a un hincha de Almirante que llore mirando videos de Garrafa Sánchez.

      Los unía el peronismo o el Hospital Evita. Pero más los unían las contradicciones. El machismo con el cariño supremo. La terquedad con la solidaridad. Al fin y al cabo, las personas somos esas galletitas surtidas de almacén puestas en la misma balanza. Tanto mi nono como Maradona no fueron más que productos de la cultura popular reinante en ese momento con sus cosas buenas y malas. Porque Menem ya nos enseñó que no todo lo que es popular es bueno.

      Soplando fuerte siempre y sin parar

      Hay muchos Maradonas, fueron muchas vidas en una sola. “Me gusta el Maradona reivindicatorio de su clase social, el tipo que por más que tenga las contradicciones que tenga porque en definitiva vive como jugaba. A pesar de que esté en una limusina con un whisky importado, a él cuando le pasas el dedo es como los muebles, ahí le descubrís la madera. En el fondo es el Diego de Fiorito al que se le cargó una cantidad de cosas arriba para las que nadie lo preparó, nadie lo educó”, declaró el histórico preparador físico de Maradona Fernando “el Profe” Signorini en 2017 en Radio Sur 88.3.

      Mauricio Pepey pintó los goles de Maradona a Inglaterra en Villa Palito (La Matanza) a pedido de Juan Enríquez, el dirigente peronista que lideró el proceso de urbanización del barrio. En Lástima a Nadie Radio (Urbana BA) nos contó que Juan le decía “nosotros nos sentimos muy identificados con Maradona básicamente porque fue alguien que arrancó de abajo y que hoy es quien es por todo lo que alcanzó. Saliendo de un barrio se puso como rebelde contra todos los topes que te pone la sociedad para crecer e ir por algo. Nosotros hicimos lo mismo con la urbanización porque si no nos movíamos esto no iba a pasar y como nos movimos, pasó”.

      A la edad en que la mayoría estamos descubriendo a qué huele lo que me duele y lo que me gusta, a los 25 años Maradona estaba estirando las manos cumpliendo el sueño que había dicho a cámara a los 10 mientras hacía jueguitos en un potrero de Fiorito ubicado en las calles Plumerillo y Chivilcoy. Hoy en día en ese lugar hay un pasaje en el medio y casas a los costados. “Pudimos rescatar los arcos originales y armar un nuevo predio para los chicos”, cuenta Walter Salguero, delegado municipal de Villa Fiorito en Infobae. Los arcos que escucharon a Maradona decir “Cuando sea grande quiero jugar en la selección y ganar un mundial” hoy están clavados en un campo de la calle Larrazábal a dos cuadras del potrero original.

      Doce cuadras para abajo por Larrazábal vive mi compadre Luisito y su familia. Lo conocí en el colegio aunque nuestros abuelos ya se conocían porque tenían puestos en las ferias municipales que se montaban en la calle en Lomas de Zamora. La primera vez que fui a Fiorito no fue por invitación. Había fallecido su abuelo y aunque lo conocía hace poco sentí que tenía que estar porque sabía lo importante que era en su vida. Fue quien le trasladó la pasión xeneize aunque su papá Omar es fanático de Independiente. Cuando chicanean a Maradona con que era hincha del Rojo porque iba a la cancha a ver a Bochini me hacen reír los pies. Nunca pisaron Fiorito. Si hubieran ido sabrían que ahí los hinchas de Independiente casi que igualan a los de Boca y River.

      La familia de Luisito también es hincha de Los Andes. Villa Fiorito es de Los Andes, Villa Caraza es de Lanús. Solo caminando sus calles te das cuenta a qué partido pertenece cada barrio. En 2008 Maradona se puso la camiseta de Lanús en un amistoso a beneficio de Talleres de Escalada que juntaba fondos para levantar la quiebra. Jugó un tiempo para cada equipo. Ese día Talleres explotó la popular visitante (con el también nacido en Fiorito Turco García en el paravalanchas) y de Lanús no fue tanta gente. La barra estaba en contra de poner la cancha para ese encuentro pero fue un centro del Municipio a Talleres después de ser el equipo olvidado del partido junto a El Porve y Victoriano Arenas.

      “Habían dicho que le iban a poner un vestuario aparte para él y cuando llego dijo ´no muchachos yo me cambio con la gente de Lanús´. Yo lo tenía enfrente y lo miraba mientras contaba un par de anécdotas. Después durante el partido estaba en el banco. Luis (Zubeldía) hace un cambio y me manda a mí a la cancha en el primer tiempo. Pude compartir con Diego pequeños minutos de un partido”, contó en el programa “La Zurda Mágica” Iván Macalik, ex defensor de Ferro que Ramón Cabrero había llevado al Grana. Para Talleres jugaba Germán Denis y “en un córner se me acerca Diego y me dice ´a este metele por más que sea el Tanque Denis eh´ y yo sí Diego quedate tranquilo, hago lo que vos digas. Olvidate”.

      Al finalizar el partido le pusieron un micrófono en la boca al Diego y respondió “volver al barrio me trae tantos recuerdos… de las canchitas de tierra, de cuando me bañaba con una pava de agua caliente”.

      Solo en el viento te anunciaras

      En la zona sur del Conurbano bonaerense las estaciones de tren funcionan como punto de partida para determinar centro y periferia. Más te alejas de las vías más popular se va poniendo la cosa. Villa Fiorito queda a unas 40/45 cuadras de la estación de Lanús. Tiene una estación del ferrocarril Belgrano Sur que unía Puente Alsina con Aldo Bonzi pero este ramal dejó de funcionar en 2017 por una inundación de vías que provocó el descarrilamiento de una formación a la altura de la estación Alsina.

      Fiorito está tan alejado de las estaciones que tampoco comparte con Lomas y Lanús la ciudad de Capital Federal de cabecera para entrar y salir. Mientras estos últimos acuden a Constitución, por cercanía el barrio amigo porteño de Fiorito es Pompeya. “Con mi primer sueldo llevé a mi vieja a cenar al restaurante La Rumba, porque siempre que pasaba con el bondi sentía un olor riquísimo. Era una pizzería en avenida Sáenz, frente a la Iglesia de Pompeya. El sueño de mi vida era llevar a la Tota a cenar, los dos solos, como novios” contó Diego en el “Líbero Versus” de TyC Sports.

      En Rabanal y Sáenz hasta 2018 estaba también la pizzería La Blanqueada. Diego Armando Maradona declaró en un documental de televisión que paraba a comer pizza allí antes de ir a entrenar a Argentinos Juniors, e incluso, que llegó a recomendar la pizza de La Blanqueada como la mejor del mundo en Italia. Vecinos de Pompeya piden que se declare sitio de interés histórico y sueñan con que vuelva a abrir.

      Como soñaron muchos años los y las hinchas de San Lorenzo con la vuelta a Avenida La Plata. El 19 de noviembre se aprobó la Ley de Rezonificación para que pueda construir su estadio en el barrio que lo vio nacer. “El Viejo Gasómetro a mí me quedaba de paso con el 15 para ir a Fiorito. Entonces cada vez que jugaba San Lorenzo con mi amigo Sanfi que es hincha fanático nos bajábamos ahí y cuando abrían las puertas en el segundo tiempo, nos mandábamos, nos trepábamos y mirábamos el partido del alambrado”, contó Maradona en una entrevista televisiva después de definir a la hinchada de San Lorenzo como la segunda mejor del país. En sus últimos días, Diego por televisión habrá sonreído al