Tendencias organizacionales y democracia interna en los partidos políticos en México
no puedan reelegirse y no ocupen varios cargos al mismo tiempo; asimismo, cuando, de ser necesario, puedan ser removidos. La pregunta que encierra esta dimensión es: ¿quién o quiénes poseen el control político interno?11 Indicador: los mecanismos de control que se reflejan en los estatutos. Estos son: la revocación de mandato, el mandato fijo, la no reelección e incompatibilidad de cargos.
Por lo anterior, un partido será más democrático cuando sus dirigentes nacionales y candidatos presidenciales sean electos por los miembros, a través de elecciones competitivas, y cuando los dirigentes rindan cuentas a la militancia sobre sus actos. Finalmente, siguiendo a Tilly (2010), el movimiento neto del partido hacia los extremos más altos de las cuatro dimensiones podrá entenderse como democratización; mientras que el movimiento hacia los extremos bajos se considera des-democratización.
La operacionalización anterior presenta dos ventajas: primero, pese a que existen más dimensiones, las elegidas son las más destacadas por quienes abordan el tema de la democracia interna.12 Segundo, para cada dimensión existen otros indicadores posibles; sin embargo, por razones de escasez de recursos, se prefirió adoptar aquellos que permitirán tener disponibilidad, en tiempo y forma, de los datos para tener un buen reflejo de la democracia interna.
Así pues, recapitulando, se optó por tomar en consideración el supuesto sobre que la democracia interna alude a una real distribución de poder materializada en: 1) la participación de la militancia en procesos competitivos, y 2) el control de los dirigentes por parte de la militancia. Ahora, es necesario mostrar qué podría ayudarnos a comprender el motivo de un partido para tener determinada distribución de poder (y con ello una democracia interna o no) y no otra. Dicho de otra forma, qué cuestiones conducen a dicha distribución y su variación en el tiempo”.
1.3 Origen, estabilidad y tendencia organizacional
Como ya se dijo previamente en las explicaciones para hablar de la presencia o ausencia de democracia interna, la eficiencia, en términos electorales, es fundamental, pues puede contribuir positivamente a la cohesión y disciplina al interior del partido.
La presente investigación no pretende negar que, en diversos momentos, a los partidos pueda presentárseles ese dilema. No obstante, dicha explicación parece considerar a los partidos como objetos estables en el tiempo; es decir, nacen, crecen y mueren buscando ser eficientes y, por ende, antidemocráticos. Si esto fuera cierto, lo que debería observarse en la realidad es que todos y cada uno de los partidos tienen el mismo carácter oligárquico sin diferencias entre cada organización. No obstante, la evidencia proporcionada por los diversos estudios revisados muestra la posibilidad de identificar una variedad de dinámicas internas, ya que existen partidos en los cuales quien decide puede ser el dirigente, un grupo pequeño o, incluso, la militancia. En adición, esto ha variado en el tiempo, ya que algunos partidos adoptan formas de decisión más inclusivas que las anteriores o, por el contrario, pueden tender hacia una mayor concentración de poder y decisión.
Tomando en cuenta lo anterior, ¿qué respuesta se podría dar a las diferenciaciones y evolución o involución que pueden experimentar los partidos en torno a la democracia interna? Para el caso mexicano, Prud’homme (2007) y Reynoso (2005) plantean la probabilidad de que en el origen del partido político encontremos algunas respuestas del por qué de su democracia interna. Siguiendo metodológicamente a Ostrogorski, Prud’homme recomienda observar el origen y el modelo de partido que poseen los partidos. Reynoso, por su parte, refiere al diseño institucional, aunque éste es, más bien, una fase intermedia, entre el origen y la estabilidad de los procesos internos.
Por ende, la hipótesis de trabajo es que existen varios momentos de análisis que permiten dar cuenta del porqué de la democracia interna, y si ésta puede variar a lo largo del tiempo o no. El primero sería el origen; el segundo estaría relacionado con la articulación de los actores (vía reglas formales e informales) que detona en la estabilidad de las reglas y procedimientos (de control político y selección de dirigentes nacionales y candidatos presidenciales), lo cual refleja la adopción de, como tercer momento, una tendencia organizacional que da evidencia, formal o informalmente, sobre qué tan distribuido o concentrado está el poder intrapartidario, es decir, qué tan democrático o no es un partido. Dicha tendencia puede estabilizarse en cierto tiempo, es decir es la materialización de las inercias de camino de los partidos (path dependence).
Por lo anterior, siguiendo la idea de la democracia como distribución de poder en el partido, la estructura de este apartado se enuncia a continuación. Primero, es necesario identificar qué cuestiones se deben considerar en la génesis, momento en el cual se pueden observar los rasgos iniciales de la tendencia. En segundo lugar, se debe poner atención en la posibilidad de lograr estabilidad en las reglas y procedimientos, lo cual nos conduce a la adopción de una tendencia organizacional, la cual es la tercera discusión en este apartado, permitiendo detectar la distribución o concentración del poder. Ahora bien, lo anterior no es definitorio, ya que a través del tiempo las trayectorias organizativas pueden variar, debido a factores que la literatura resalta, y constituyen la última discusión de este apartado.
1.3.1 Génesis partidaria
El surgimiento del partido es un momento trascendental,13 ya que en dicho evento se concentran diversos actores de los cuales, posiblemente, emergerá alguna tendencia organizacional, es decir, un actor o actores que detenten el poder intrapartidario. Una gran variedad de actores puede darse cita en el surgimiento del partido, sin embargo, lo importante es observar quien o quienes tienen el poder de decisión.
El argumento de Panebianco en torno al modelo originario es trascendental para observar los diversos actores que se pueden presentar en la génesis partidista (liderazgos carismáticos, organizaciones externas como sindicatos, iglesias, movimientos sociales, partidos previos, etc.). Como bien apunta el italiano:
[…] la manera en que se reparten las cartas, así como los resultados de las diversas partidas que se juegan en la fase originaria de una organización y en los momentos inmediatamente posteriores, continúan, en muchísimos casos, condicionando la vida de la organización a decenios de distancia. Ciertamente la organización sufrirá después modificaciones y adaptaciones incluso profundas, interactuando, durante todo su ciclo vital. Pero […] las opciones políticas cruciales puestas en práctica por los padres fundadores, las modalidades de los primeros conflictos por el control de la organización, y la manera en que éste se consolida, dejarán una impronta indeleble. Pocos aspectos de la fisonomía actual así como de las tensiones que se desarrollan antes nuestros ojos en muchas organizaciones, resultarían comprensibles si no nos remontáramos a su fase de formación (Panebianco, 1990: 17).
Los tres factores que marca Panebianco como definidores del origen son: la penetración/difusión en función del origen central o periférico de su élite inicial; un principio de legitimación externa o interna, según exista o no subordinación a otra organización, y la presencia/ausencia de rasgos carismáticos en el origen. Así, a continuación, se exponen cada uno de dichos factores.
1) Construcción de la organización. El partido puede surgir por penetración territorial cuando hay un centro que controla, estimula y dirige el proceso de construcción del partido. Estamos ante la difusión territorial cuando son las élites locales quienes constituyen las agrupaciones locales del partido, y, solo a continuación, éstas se integran en una organización nacional. También pueden darse modalidades mixtas, iniciando con difusión (cierto número de agrupaciones locales se constituye autónomamente en zonas del territorio nacional, luego se une a la organización nacional, y ésta desarrolla la penetración donde hace falta). Otro tipo de difusión es cuando el partido es producto de la unión de dos o más organizaciones preexistentes. Así, la existencia de un centro cohesionado da cuenta de un grupo reducido de líderes que son el primer núcleo del futuro centro de poder. El caso contrario, de difusión conduce a un centro de poder con grandes conflictos por el liderazgo (Panebianco, 1990: 111).
2) Presencia o ausencia de una organización patrocinadora. Este aspecto