Alberto Espejel Espinoza

Tendencias organizacionales y democracia interna en los partidos políticos en México


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y procedimientos en un momento dado, como evidencia del tránsito de la situación originaria a una de consolidación. En este sentido, se recupera la idea de articulación (vía reglas formales o no) de los actores que dan origen al partido, la cual detona en la estabilidad de las reglas y procesos (de control político y selección de dirigentes y candidatos). Esto como evidencia del cambio de la situación originaria a una donde es posible hablar de la adopción de una tendencia organizacional (con un centro de poder) que refleje la (ausencia/presencia de) democracia interna.20

      En segundo lugar, la posibilidad de cambio que vive el partido, sus reglas y procesos. En otras palabras, refiere a la posibilidad de que, producto de los retos internos y ambientales, un partido fuerte sufra procesos de des-institucionalización o uno débil se fortalezca. Por ello, se retoma que existe una posibilidad, a lo largo de la vida del partido, de cambio en sus reglas y procesos, en virtud de diversos factores internos y externos, pudiendo, con ello, variar o moverse de una tendencia organizacional a otra con el consecuente cambio en la (ausencia/presencia de) democracia interna.

      Por lo anterior, los planteamientos a tomar en cuenta son los siguientes: 1) luego del origen del partido 2) se da la articulación de los diversos actores, la cual se configura al inicio a través de los estatutos fundacionales; enseguida deviene la estabilidad de las reglas y procesos (formales o informales). 3) En presencia de lo anterior, estaremos ante una tendencia organizacional que permitirá identificar el tipo de democracia interna existente.

      Expuesto lo anterior, es necesario adentrarnos en las posibles tendencias organizacionales y sus detentadores de poder. Después, detenernos en los diversos factores internos y externos que inciden en la variación de la democracia interna.

      Como se ha planteado, en el origen del partido se presentan diversos actores, luego de que la organización se vuelve estable en sus reglas y procesos. No debe olvidarse que dicha emergencia es fruto de la articulación de los actores iniciales, a través de los estatutos iniciales. Así, se plantea que es posible asumir una tendencia organizacional con un centro de poder (formal o informalmente) ubicado, lo cual refleja la ausencia o presencia de democracia interna.

      Veamos cuáles son las posibles tendencias organizacionales y los centros de poder, reflejando así la distribución (o concentración de poder), en otras palabras, el tipo de democracia interna. Primero, es necesario observar algo respecto a los modelos de partido y centros de poder y, posteriormente, observar las diversas posibilidades de tendencias organizacionales.

      Sobre esto, la literatura de los partidos ha proporcionado una serie de tipos de partido, denominados modelos, los cuales tienen distintas implicaciones: la relación del partido con sus militantes, con el parlamento o el gobierno, y con los electores; así como quién detenta el poder en el partido. Esta última parte es la interesante para la presente investigación, ya que se relaciona con la cuestión de la democracia interna (distribución de poder).

      El interés de los académicos sobre los partidos condujo a intentos por clasificarlos, y desarrollar tipologías, lo cual dio lugar a un importante número de modelos de partido. Sin embargo, la mayoría no considera la democracia interna. Salvo lo propuesto por Scarrow (2005), retomado por Chambers y Croissant (2008), quien distingue entre cinco tendencias organizacionales que veremos más adelante.

      Los modelos de partido refieren al detentador o centro de poder. Desde el trabajo pionero de Ostrogorski, el detentador de poder (Whip en Gran Bretaña y Boss en Estados Unidos de América) fue un tema que apareció en los trabajos sobre partidos, aunque no necesariamente ocupó el centro de los estudios.21

      Michels plantea un centro de poder bajo el nombre de oligarquía, haciendo referencia a que el poder se encuentra en un grupo de dirigentes, en virtud de los motivos técnico-administrativos, las razones psicológicas de la base y los dirigentes, y la superioridad intelectual de estos últimos. Los dirigentes son quienes deciden, bajo una apariencia democrática, las reglas y procesos dentro del partido como, por ejemplo, la elección del dirigente.

      Duverger es de los primeros autores en plantear tipos de partidos diferenciados donde es posible extraer diversos centros de poder. Simplificando su propuesta, el autor da cuenta de dos tipos de partidos (de cuadros y masas), en los que se configura una relación diferente entre militancia, dirigencia (burocracia) y grupo parlamentario (gobierno). En el partido de cuadros, el centro de poder es un grupo de parlamentarios (notables), dado que la intervención electoral y parlamentaria es el fin de su existencia, así como su única actividad. Por ende, la jerarquía descansa en ellos, pues los militantes son poco numerosos; además, la administración del partido es débil y muy elemental como para dar origen a una clase de burócratas (1984: 214), por lo que el partido en el gobierno (parlamento) es la cara dominante. Por el contrario, en el partido de masas, la dirigencia es quien detenta el poder, apoyada por la militancia, y estando por encima de la cara partidista en el gobierno. Su característica principal es “el papel central que ocupa una burocracia representativa o electa (dirigencia), la importancia de la afiliación, el liderazgo colegiado, la financiación a través de grupos de interés y el acento en la ideología” (Wollinetz, 2007: 139).22

      Ahora bien, Kirchheimer acuñó la idea del partido atrapa todo (catch all), categoría que no estaba destinada a ser parte de una tipología, pues, más bien, tiene como propósito aportar una descripción sobre los cambios políticos, sociales y económicos. En este sentido, el partido atrapa todo da cuenta de otra relación entre militancia, dirigencia y gobierno. A medida que los partidos de masas alcanzaron objetivos como el sufragio universal y las políticas que configuraron el Estado de Bienestar, comenzó a difuminarse, por un lado, la dominación de clase que subyacía al partido de cuadros y, por el otro, la exclusión subcultural del partido de masas. A diferencia del partido de cuadros, donde quien dominaba era el partido en el gobierno, o del partido de masas donde predomina el nexo entre afiliados y dirigencia, la esencia del partido catch all es el conflicto de sus diversas caras. Por tanto, el escenario de conflicto es el partido burocrático (dirigencia), pues el dilema central es determinar si éste es agente de la militancia o del partido en el gobierno (Katz y Mair, 2007).

      Dicho conflicto, según Katz y Mair, se resolvió hacia el partido en el gobierno que asumió una posición de privilegio dentro de la organización, dando lugar a un nuevo partido: el llamado partido cartel. Los síntomas de la nueva situación son: 1) el financiamiento público de los partidos lo distribuye la cara en el gobierno; 2) aumento de personal del partido en el gobierno, superando a los dirigentes del partido; y 3) la mayoría de partidos importantes ha gobernado a nivel nacional y orienta sus baterías hacia ello. Si en el partido de cuadros, quien detentaba el poder eran los notables (gobierno y dirigencia), y en el de masas, la dirigencia; en el cartel prevalece la supremacía del partido en el gobierno.23

      Vistos los principales, pero no los únicos, modelos de partido, específicamente los referidos al centro o detentador de poder, corresponde observar algunos planteamientos en torno a ellos para, después, entrar a las diversas posibilidades ligadas a la democracia interna. Antes, vale la pena advertir que “no hay, por supuesto, una única forma de organización partidista; por el contrario, lo que comprobamos hoy en día, como en épocas anteriores, son variaciones de un amplio número” (2007: 119). En ese orden de ideas, Wollinetz (2007) plantea que nunca ha existido una homogeneización de los partidos, por ende, varios tipos o modelos de partidos han coexistido.

      La relación del modelo de partido y su consecuente centro de poder es retomada de Scarrow (2005) y Chambers y Croissant (2008). La primera autora prefiere llamarles tendencias organizacionales, categoría que la presente investigación recupera.24 Además, plantea que si bien los partidos han adoptado una amplia gama de enfoques para su organización interna, y experimentan nuevas estructuras y procedimientos para hacer frente a presiones internas y externas, se pueden distinguir las siguientes tendencias relacionadas con la democracia interna:

      1. Partido con líder dominante. Se trata de los partidos dominados por una sola persona, quien no muestra preocupación por la promoción de la democracia interna.