Luis Coloma

Pequeñeces


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       Luis Coloma

      Pequeñeces

      Publicado por Good Press, 2019

       [email protected]

      EAN 4057664110381

       Libro Primero

       —I—

       —II—

       —III—

       —IV—

       —V—

       —VI—

       —VII—

       —VIII—

       —IX—

       —X—

       —XI—

       Libro II

       —I—

       —II—

       —III—

       —IV—

       —V—

       —VI—

       —VII—

       —VIII—

       Libro III

       —I—

       —II—

       —III—

       —IV—

       —V—

       —VI—

       —VII—

       —VIII—

       Libro IV

       —I—

       —II—

       —III—

       —IV—

       —V—

       —VI—

       —VII—

       —VIII—

       —IX—

       Epílogo

       Índice

       Índice

      Something is rotten in the state of Denmark.

       (Hay algo en Dinamarca que huele a podrido.)

      Shakespeare, Hamlet.

      Las dos torrecillas del colegio se levantaban agudas y airosas como flechas disparadas contra el cielo azul, sereno y radiante, que suele cobijar a Madrid en los primeros días de junio. La verdura del jardín parecía una esmeralda caída en la arena, un oasis de bosquecillos de lilas que ya se marchitaban y de azucenas que comenzaban a abrirse, perdido en las áridas llanuras que por el lado del colegio rodean a la corte de España. El agua saltaba en las fuentes y corría por los pilones murmurando; oíanse alegres voces de niños en lo interior del edificio; gorjeos de ruiseñores y jilgueros en los árboles, y más allá, pasada la verja, ni niños, ni agua, ni flores, ni pájaros... Una llanura estéril, un pueblo de barracas; y allá en el horizonte, lejos, lejos, Madrid, la corte de España, asomando sus cúpulas y sus torres entre esa neblina que pone más de relieve la limpidez de la atmósfera, esa especie de vaho que se levanta de las grandes capitales, semejante a las emanaciones de una hedionda charca.

      Terminaba aquel día el curso, había tenido ya lugar la distribución de premios, y llegaba la hora de las despedidas. Cruzábanse por todas partes enhorabuenas y adioses, encargos y recomendaciones; y padres, madres, niños y criados, revueltos en confuso tropel, invadían todas las dependencias del colegio, rebosando esa satisfacción purísima del premio justamente alcanzado, del trabajo concluido, de la esperanza cierta de descanso; esa ruidosa alegría que despierta en el escolar de todas las edades la mágica palabra: ¡Vacaciones!

      El acto había estado brillantísimo; en el fondo del salón ocupaban un estrado, ricamente dispuesto, los cien alumnos del colegio, con sus uniformes azules y plata,