manifiesta un aspecto de realidad ordinaria, aquella que percibimos fácilmente, y un aspecto no ordinario, el ámbito de los espíritus, que se percibe con dificultad sin formación chamánica.
El Mundo Superior es muy diferente a los fenómenos de la realidad ordinaria que se ciernen sobre nosotros, tal y como son observados por los astrónomos. Incluso las galaxias más remotas de nuestro universo no se incluyen en el Mundo Superior de los chamanes. Al descender al Mundo Inferior, los occidentales no atraviesan capas geológicas, internándose en lo más profundo de la Tierra, sino que alcanzan un mundo puramente espiritual y que carece de las limitaciones terrenales.
Este libro ofrece ejemplos de experiencias occidentales inusuales en los tres mundos, centrándose especialmente en el Mundo Superior, en parte porque en la actualidad parece haber una gran curiosidad en Occidente acerca de lo que acontece espiritualmente «ahí arriba». En otras palabras, ¿los cielos son reales o son fantásticos y metafóricos?
Nuestro testimonio sugiere que la respuesta depende del tipo de realidad, ordinaria o no ordinaria, al que nos refiramos. En la realidad no ordinaria –a la que se accede con técnicas chamánicas clásicas, como la inmersión por la audición– no parece cuestionarse la existencia de cielos, coros celestiales, deidades y la presencia de seres, o espíritus, en el Mundo Superior. También existen evidencias de la existencia de espíritus en nuestro propio Mundo, el Mundo Intermedio.
Las pruebas recopiladas a partir de las experiencias de ascensión y recogidas en este libro desafían las creencias de quienes afirman que solo existe un cielo y que los viajes a él están restringidos a unos pocos profetas, santos y fundadores de las grandes religiones, fallecidos hace mucho. Equitativamente, los informes también desafían las creencias de los ateos y de los que creen que los cielos son producto de la imaginación. Incluso en el cristianismo actual, algunos miembros del clero sugieren que el cielo es un sentimiento más que un lugar.
Años atrás, en La senda del chamán, presenté a los occidentales una introducción a los viajes chamánicos al Mundo Inferior, y muchos son los que han viajado allí en las últimas tres décadas. Esta es una de las razones por las que en el presente volumen me centro especialmente en el Mundo Superior. Aun así, el capítulo final de La cueva y el cosmos ofrece una novedosa y sorprendente información relativa a lo que algunos occidentales han descubierto en el Mundo Inferior.
Debido a que los relatos cosmográficos contenidos en este libro son en sí mismos importantes contribuciones al conocimiento chamánico, no pretendo establecer, en el limitado espacio del que dispongo, comparaciones con los relatos de los supervivientes de experiencias cercanas a la muerte o con las experiencias de viaje de los chamanes indígenas, estas últimas sorprendentemente escasas. Reconozco la importancia de este y otros estudios comparativos y animo a que se lleven a cabo. El trabajo que el lector tiene en sus manos pretende, entre otras cosas, alentar tales investigaciones.
Quiero añadir que en este libro no pretendo tender puentes entre disciplinas. Soy antropólogo, chamanólogo, practicante del chamanismo y, en el caso de este libro, cosmógrafo de las experiencias chamánicas occidentales. Nada más. Quienes deseen reconciliar el chamanismo con otra disciplina –por ejemplo, la psicología– deberían intentar resistir la tentación inmediata de «acorralar a los sospechosos habituales», como en Casablanca, las herramientas reduccionistas estándar. No tengo nada contra el reduccionismo en sí, pero en mi opinión debería ser una consecuencia del verdadero dominio del campo que se pretende «reducir». En el caso del chamanismo, debería incluir el dominio del chamanismo a partir de experiencias amplias y de primera mano, la experimentación y el estudio, junto a un dominio comparable del campo con el que queramos compararlo. Ciertamente, no se trata de una tarea fácil, pero… ¿acaso la erudición seria lo fue alguna vez?5
En los talleres y cursos dedicados a enseñar a los occidentales el estudio del chamanismo esencial y a viajar a otros mundos se tuvo mucho cuidado en proporcionar a los alumnos poco más que unas instrucciones mínimas. Una información detallada de estas aparece en los Apéndices A y B. Está usted invitado a utilizar los mismos métodos de viaje chamánico para comparar sus propias experiencias con las que aquí se describen. Sin embargo, los apéndices no pretenden ser un libro de «instrucciones», sino más bien una oportunidad para que los lectores comprueben la realidad y naturaleza de los descubrimientos realizados por occidentales en el Mundo Superior (y en menor medida en el Mundo Inferior), de los que estas páginas ofrecen un cumplido relato.
Lamentablemente, una vez leído este libro, usted ya no será un ingenuo respecto a las expectativas generadas por la ascensión al Mundo Superior o el descenso al Inferior. Aun así, si acepta la invitación, prepárese para algunos descubrimientos asombrosos, entre ellos el descubrimiento de que ya no dependerá de relatos ajenos. Con el chamanismo esencial, algunos de los dogmas incuestionables de la Iglesia, el Estado y la ciencia están condenados a derrumbarse inexorablemente.
Tengo 83 años mientras escribo estas líneas. Buena parte de lo que he aprendido sobre chamanismo en el último medio siglo ha sido evaluado e interiorizado en un cuerpo personal de conocimiento que he transmitido a los demás en muchas conferencias con notas a pie de página perdidas en las arenas del tiempo. Algunas partes de este libro incorporan las conferencias impartidas a mis estudiantes y al público en el transcurso de más de tres décadas.
Sin embargo, una de las salvaguardias al leer mis declaraciones sobre chamanismo consiste en que los lectores serios podrán comprobar mis declaraciones a través de sus propias experiencias chamánicas. Los nuevos datos y la forma de verificarlos constituyen uno de los aspectos centrales de estas páginas. Si descubre que algunos elementos de este libro le recuerdan a algo que ha oído o leído en algún otro lugar, no se sorprenda, ya que he enseñado los principios y métodos del chamanismo y los viajes a otros mundos a miles de estudiantes. Algunos de ellos han publicado extractos de mis enseñanzas orales,6 pero no los nuevos datos presentados aquí.
Traer el chamanismo a Occidente implica animarle también a usted, lector, a confiar más en su propia autoridad espiritual. Quiero alentarlo en su autonomía espiritual incluso en la lectura de este libro. Aunque no he podido reprimirme a la hora de realizar algunos comentarios personales respecto a ciertos relatos, otros se presentan intencionadamente sin observación alguna, a fin de estimular el pensamiento independiente.
Hemos visto a muchas personas hablando en púlpitos y ante congregaciones de una u otra religión, repitiendo o analizando hasta el agotamiento las mismas viejas historias relativas a las experiencias de los fundadores de las grandes religiones. Ahora es el momento de que usted aproveche la oportunidad de vivir sus propias experiencias. En esa conexión, los relatos incluidos aquí, aunque interesantes, no son un sustituto para lo que realmente importa: su propia experiencia directa. Asimismo, este libro no se presenta como un tomo erudito en sentido tradicional, fundamentalmente dirigido a un público académico; constituye un esfuerzo por inspirar a los lectores a buscar nuevas alturas, literalmente, ofreciéndoles nuevos datos y conceptos.
Considero que la nueva información presentada aquí –el relato de las experiencias de otros y la inspiración que estas puedan aportar– es mi principal tarea y contribución en este volumen. Los archivos de la Fundación han sido rastreados para buscar ejemplos de experiencias que, aunque no ordinarias, se incluyen en el marco de las posibilidades y potencialidad de todos nosotros. Junto a los principios del chamanismo esencial, estos relatos –perspectivas vitales de nuestra situación como seres humanos– constituyen un conjunto capaz de ampliar los horizontes de los lectores interesados.
He elegido invertir mi limitado tiempo en reunir la información para este libro, que considero importante, incluso urgente, transmitir a un mundo irritado y peligroso que pretende disputar interminablemente acerca de cuestiones espirituales basándose en la creencia en antiguas historias. La senda del chamán es el del conocimiento directo, no el del relato (¡aunque se trata del mío!), y en muchas culturas indígenas el chamán es «aquel que sabe».
Espero que este libro resulte útil a los lectores y les ayude a reducir su dependencia de los dogmas cosmológicos de la religión organizada. Espero que usted se sienta estimulado, o aún más animado, en sus encuentros chamánicos con otra realidad, en la que podemos encontrar