Eve Rickert

Más allá de la pareja


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mismo se aplica a cuestiones como la comunicación y la honestidad en las relaciones. Habitúate a la franqueza y la honestidad con las personas que te rodean y es probable que descubras que no necesitas esforzarte para comunicarte con tus amantes, sino que se convierte en algo automático. Desarrolla la costumbre de comportarte con honradez, y toda tu vida se volverá más sencilla y tranquila. Desarrollar estas cualidades personales cuesta trabajo, sin duda, pero no es trabajar en la relación: es trabajar en ti. Te benefician más allá de la relación. ¡De hecho, ese esfuerzo es beneficioso hacerlo incluso si no tienes ninguna relación!

      Hablamos de varios conceptos importantes en este capítulo y el siguiente. Temas como la honradez, la valentía, la valía personal, la empatía. No te asustes. No son un estado al que tienes que llegar, y no hay un listón que debas superar antes para ser una persona lo «suficientemente buena» para ser poliamorosa. Estos principios están pensados como pautas, como estrellas polares que nos orienten. No existen unas características innatas que debas tener sino prácticas que debes cultivar, habilidades que has de aprender.

      Obviamente, dos capítulos de este libro apenas pueden arañar la superficie del trabajo personal que supone aprender a poner en práctica un poliamor ético. Lo que exponemos aquí no es un manual de instrucciones, sino un conjunto de principios que creemos que son cruciales para construir relaciones abiertas éticas y sólidas. Estos principios solo son un punto de partida; necesitarás recursos adicionales. Los libros que consideramos imprescindibles para cualquiera que todavía deba trabajar en ser más consciente, marcar sus límites y crear relaciones íntimas sanas son los de Harriet Lerner y Brené Brown incluidos en el apartado de recursos de las páginas 469-472, en concreto The Dance of Intimacy y The Gifts of Imperfection.

      Y si, en tu caso, de lo que hablamos aquí va ligado a cuestiones de salud mental, como ansiedad grave, depresión o baja autoestima, valora siempre la posibilidad de recurrir a ayuda profesional para trabajar en esos asuntos. Te hacemos esta recomendación como personas que han pasado tiempo en terapia y han visto el poder de transformación de una buena ayuda psicológica. Algunos problemas no pueden resolverse con libros de autoayuda. Cuando te enfrentes a uno de esos problemas, te animamos a buscar la ayuda que necesites, no te avergüences ni te tortures por hacerlo. Consulta las páginas 646-649 para buscar información de profesionales de la salud mental que sepan sobre no monogamia.

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      «Conócete a ti mismo/a». No puedes conseguir lo que quieres si no sabes lo que quieres. No puedes construir una relación satisfactoria sin conocerte primero, sin conocer tus necesidades. La voluntad de cuestionarte las cosas, de ponerte retos, de explorar sin miedo tus facetas más ocultas son las mejores herramientas para llegar a ese autoconocimiento. Una cita a menudo atribuida a Francis Bacon dice: «Tu yo auténtico solo se puede conocer mediante la experimentación sistemática y solo se le puede controlar si se le conoce». Conocer tu propia mente y aclarar tus propias ideas es tu responsabilidad; si no lo haces, el mundo lo hará por ti y terminarás en el tipo de relación que otra gente piensa que debes tener, no en la que tú deseas.

      La preparación para poner en práctica el poliamor comienza responsabilizándose del trabajo que debes de hacer. No es fácil. Somos muy hábiles ocultándonos quiénes somos en realidad. Algunas personas somos realmente buenas haciendo que todo parezca ser un problema ajeno. Otras lo somos convirtiendo los problemas ajenos en propios. Nadie se conoce nunca del todo. Pero es algo que comienza con el simple acto de mirar a tu interior, de preguntarte: «¿Esto es un problema mío? ¿Cuál es el problema?». La autoconciencia comienza haciéndonos conscientes, punto.

      Uno de nuestros lectores decía recientemente: «Puedes llegar cargando con una mochila, pero eres responsable de saber qué llevas en ella». Otra manera de decirlo es: «No responsabilices a otras personas de tus propios problemas». Por lo tanto, ¿qué debes saber? Primero, cuáles son tus necesidades. A la mayoría nunca nos han enseñado cómo averiguar qué necesitamos, mucho menos saber comunicarlo eficazmente. Habitualmente somos hábiles sabiendo cuáles son nuestras emociones, pero solemos actuar en función de la emoción en lugar de la necesidad real. Por ejemplo, tendemos a pensar que cuando sentimos enfado es porque alguien nos hizo algo malo, por lo que reaccionamos contra esa persona, les decimos lo mucho que nos han herido, y quizá demandemos que dejen de hacerlo. A veces la rabia se debe realmente a lo que creemos que se debe. Pero, a menudo, en las relaciones íntimas, el enfado tiene otras causas. Se debe a una necesidad que no está siendo reconocida o expresada, o incluso, ni siquiera es conocida.

      Conectar con esas necesidades puede ser realmente complicado. Por lo que esforzarse en entender las necesidades que provocan tus emociones más profundas es un ejercicio muy útil. Luego habrá que conocer tus necesidades en lo relativo a las relaciones. ¿Necesitas que tus relaciones sean poliamorosas? ¿Necesitas que sean monógamas? ¿Necesitas que al menos exista la posibilidad de que en algún momento llegues a convivir con una de tus relaciones o te opones absolutamente a la idea de convivir? ¿Es el sexo una parte indispensable de una relación íntima contigo? ¿Admitirías relaciones íntimas no sexuales? ¿Admitirías formar parte de relaciones jerárquicas, donde eres una relación secundaria o dependes de un derecho a veto? ¿O necesitas tener más voz en el camino que toma tu relación?

      Te puede ayudar replantearte algunas de las que llamas «necesidades» como cosas que te alimentan, cosas que te hacen feliz. De todos modos, hay un peligro en concentrarse en las necesidades, que trataremos ampliamente más adelante. Es el riesgo de tratar a las personas como máquinas de satisfacer necesidades. Por ejemplo, no es raro ver a algunas personas dar detalladas descripciones de cómo serán y qué querrán sus futuras relaciones: qué rol deben desempeñar. Eso es un peligro.

      Una manera de pensar sobre el tipo de relaciones que quieres (y buscarlas) sin cosificar a nadie es pensar en qué puedes ofrecer (o no). Algunos ejemplos podrían ser: puedo ofrecer relaciones a largo plazo. Puedo ofrecer relaciones íntimas que no incluyen sexo. Me interesa mantener una familia. Me interesa cuidar de una familia. No voy a mudarme de mi casa a la casa de ninguna de mis relaciones. Solo tengo dos noches disponibles para mis relaciones. Y otros similares.

      Este ejercicio puede ser útil para marcar límites y ayudar a aclarar el tipo de relaciones que estás buscando y que puedes mantener. También juega un importante papel en la elección de con quienes tienes una relación, algo de lo que hablaremos más adelante. No va a ser muy satisfactorio, por ejemplo, que termines en una triada cerrada si lo que realmente quieres es una red abierta con la posibilidad de tener relaciones con otras personas. Si estás buscando relaciones a largo plazo, puede que decidas optar por una amistad a largo plazo, en lugar de tener una relación romántica, con personas que están buscando otros tipos de relaciones.

      La diferencia entre ideales y realidad

      Muchas de las personas poliamorosas que conocemos, lo que nos incluye, tienden a ser idealistas. Tenemos unos objetivos muy elevados para nuestras relaciones y la manera en que queremos comportarnos en ellas. Pero convertirse en el tipo de persona que pone en práctica esos ideales es un proceso interminable. No solo es importante esforzarse. Entender dónde estás tú en este momento es igual de importante. Eso incluye entender si en este momento serás capaz de compartir tus relaciones o que compartan la tuya. El problema de ser idealistas sobre el poliamor es que nos arriesgamos a ponernos en situaciones para las que todavía no nos hemos preparado. Si lo hacemos, nos arriesgamos a hacer daño a otras personas.

      Aunque ser conscientes de quiénes somos es importante, también lo es mirar nuestro interior con una actitud comprensiva. No hacemos ese autoexamen para culparnos por todos nuestros defectos. Lo hacemos para saber en qué medida nuestra conducta está en consonancia con nuestros valores, para saber qué efecto estamos teniendo en otras personas, saber cómo nos podemos estar autosaboteando, tanto en lo personal como en nuestras relaciones. Sé consciente de dónde estás, pero también comprende que está bien estar donde estás ahora, al menos de momento.

      En el libro Daring Greatly, la investigadora experta en la vergüenza Brené Brown introduce