Xavier Quinzà Lleó

El misterio en lo cotidiano


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creadora en el origen del universo y como palabra profética que anunció su presencia y su deseo de pactar con la humanidad; pero también como palabra de denuncia que defendió al pobre e indigente y se comprometió con la suerte de los desheredados de la historia.

      Pero, todavía de una manera más próxima a nosotros, Dios se ha hecho biografía en miles de vidas de hombres y mujeres que han hecho del seguimiento de Jesús la causa y razón de sus vidas. Los santos de la Iglesia –hombres y mujeres– no son un asunto del calendario, sino que son la presencia viva del Señor en una porción concreta de humanidad santa y pecadora. Y, en este sentido, todos estamos llamados a la santidad.

      Somos biografía de Dios, porque él es el protagonista oculto de nuestra propia historia de vida. Y ser creyentes en nuestro atormentado mundo no es sino proferir una palabra que, aunque ya se ha dicho, aún no ha sido oída, una palabra que viene de Dios. Este es el misterio y la tarea de nuestra fe.

      Lo que sucede es que nuestros discursos están plagados de nosotros mismos, no son un diálogo con él y con nuestros hermanos y hermanas, sino un monólogo en el que nos decimos y decimos, como loros, palabras en las que solamente nuestras ansiedades o nuestros logros rebotan en la pantalla de nuestro propio egoísmo.

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      24 de agosto

      En nuestros contextos cotidianos, el problema es más profundo que cambiar de acento en nuestro lenguaje: se trata de algo más serio, de «cambiar de Dios» y descubrir un Dios diferente, que se parezca más al Dios de nuestro Señor Jesucristo. Se trata de descubrir que se ha producido un cambio, que se nos ofrece una nueva manera de relacionarnos con el Dios tierno, clemente y misericordioso. Es la revolución de la ternura.

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      3 de septiembre

      La acogida es que dejemos entrar a los demás en nuestra morada. Que acojamos con ternura al hermano que nos solicita, que nos ejercitemos en la paciencia de quien se rinde a su invasión, aunque sea inoportuna, que le dejemos moverse con holgura por las habitaciones de nuestra alma. El otro, los otros, nos habitan y nos colman de gozo al darles cabida en los arcanos de nuestro corazón, en el centro de las expectativas y vivencias de la menguada existencia de la que disponemos.

      El servicio humilde nos hace descubrir una capacidad de ser habitados que a veces nos desconcierta de tan enriquecedora como es. Poderles servir es el regalo mayor que los otros nos hacen, porque adelgazan nuestro propio yo, ensanchan hasta límites insospechados nuestro horizonte de expectativas y nos pueblan con una fecundidad ignorada y sorprendente.

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      8 de septiembre

      Vivir a la intemperie es una condición existencial del ser humano de todas las épocas, pero especialmente de la nuestra, que ha sido calificada como «sin hogar». Somos huérfanos, desarraigados de la casa común que habían edificado, a una, la tradición y la cultura. Vivimos con las raíces al aire, sin un lugar común donde arraigar la existencia, y nos sentimos urgidos por la honda nostalgia de la patria perdida.

      Pero esa condición de nuestra modernidad tardía nos pone delante una ocasión de oro: aceptar con gozo la condición nómada y sabernos sin patria permanente, siempre peregrinos en una tierra que, siendo nuestra, deberemos cultivar para los otros, para la generación que nos continúe, hijos de la vida como nosotros, para los que queremos dar otro arraigo, otra solidez a su existencia.

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      26 de septiembre

      Participamos de Dios en profundidad porque Dios tiene una memoria real y creativa. Nuestro don de la memoria es ambiguo. La memoria está estrechamente estructurada con la sabiduría. Es fundamental para abrir el corazón. La memoria del ser humano es, a la vez, respuesta al amor de Dios. Dios, vida de la vida, de mi vida...

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      5 de octubre

      Nos entregamos a un Dios que nos sumerge en la realidad y nos mueve desde su incandescencia, nos abraza en su misma intimidad. Dios, Roca y Norte, Principio unificador de todo, que convierte en posibilidad lo que parece una amenaza. Dios fuente de libertad. Pero, además, esa presencia de Dios en lo cotidiano de nuestra vida es una presencia activa. Dios labora, trabaja, hace historia creyente en medio de las situaciones de ambigüedad propias de cada época. Y nos implica en la ayuda y el amor a las personas concretas con las que vivimos, a las que queremos, con las que luchamos.

      La centralidad de Dios en nuestra experiencia es lo que nos hace libres y dialogantes, fuertes para afrontar los cambios históricos y sociales. Como Dios es siempre «más», hemos de darlo «todo» por este pequeño mundo del que formamos parte. Dios, que se va formando en nosotros, nos lo ha dado todo, y por eso pone en juego todo nuestro ser. Nos arraiga con solidez y nos confronta con la realidad en esta sociedad fría, anónima, desintegradora.

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      19 de octubre

      Dar dignidad: lo que le corresponde al ser humano en cuanto persona, es decir, en cuanto ser libre, es sobre todo el reconocimiento de su dignidad humana. Lo que se debe a todo ser humano en virtud de su dignidad es el respeto, la aceptación y el afecto personal. En este sentido, la justicia puede ser entendida como la mínima medida del amor, y el amor como medida plena de la justicia.

      Adorar es el espacio donde ahondar la mirada sobre nuestro mundo y entrar en la perspectiva de Dios, para quien este mundo, con toda su riqueza y su miseria, es amable. Adorar es ponernos ante el Señor y dejarnos tocar por él, es volver a casa, volcar nuestro corazón. Es el lugar donde vaciarnos, entregar lo que se nos pone en la vida, donde callar nosotros y que sea él el protagonista.

      Vivimos la adoración en el corazón, allí donde somos nosotros mismos, donde respiramos, aprendemos, somos transformados, convertidos y sanados. Y así, configurados por él, podemos dar lo que de él recibimos en autenticidad. Sabemos que la iniciativa no es nuestra, sino de Dios. Nos sentimos amados por él y contemplamos silentes su gran misericordia.

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      5 de noviembre

      «La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios, que sale a encontrar a todos, sin excluir a nadie [...] Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre» (Bula del Jubileo 12).

      Si no queremos perder la esperanza, no podemos dejar de hacernos preguntas sobre la justicia en este mundo. De otro modo abdicaríamos de la dignidad del ser humano: ¡los verdugos triunfarían sobre las víctimas!

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      21 de noviembre

      Solo podemos hablar con sentido de Dios cuando él emerge dentro de la experiencia humana en el camino de nuestra vida con los demás y con el mundo. Dios nunca está sobre el mundo ni mucho menos fuera de él. Dios aflora en medio de la experiencia del ser humano en el mundo como aquel que está siempre más allá, increíble, abierto y siempre inagotable, en el camino del ser humano y en la construcción de la historia.

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      30 de noviembre

      Esto es lo que esperamos y celebramos en este tiempo de Adviento: que nuestra soledad más radical, ese misterio íntimo de donde se siguen todas las debilidades y complejos del ser humano, quede sustituida por una comunión de intimidad con el Misterio; es algo que siempre nos desconcierta.

      Aunque Jesús así nos lo ha mostrado al venir a este mundo, de eso no nos cabe duda. Dios, el misterio enigmático que nos atemoriza,