Amy Blankenship

Cosas Peligrosas


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—Estuviste ahí abajo con Dean durante quién sabe cuánto tiempo.

      —¿Me dejas terminar, Plumas? —preguntó Kane en tono sarcástico.

      Kriss entornó la mirada resentido por el insulto.

      —Bien—, contestó Kane. —La razón por la que no sé cómo es, es porque cambiaba de aspecto. En un momento dado era una niña bonita con una personalidad escalofriante como el infierno, al siguiente era un cadáver podrido, una nube de humo negro, y al final era una mujer hermosa. Esas parecen ser sus formas favoritas. Es extremadamente poderosa cuando puede retener a dos caídos en esa cámara al mismo tiempo.

      Kriss respiró hondo y asintió con la cabeza: —Se sabe que algunos demonios tienen ese tipo de poder.

      —Tenemos una especialista en demonios que viene para aquí ahora mismo. — dijo finalmente Zachary. —Su vuelo debería llegar en un par de horas más o menos. Cuando llegue aquí, será mejor que todos le dejen ocuparse de Misery.

      Kane ladeó una ceja: —¿Una?

      —Sí—, dijo Trevor. —Se llama Angélica. Tiene información sobre casi todas las leyendas, mitos y cuentos de hadas del mundo entero. Si hay algún tipo de historia sobre Misery, la tendrá en su memoria USB.

      Alicia suspiró con frustración: —Bien, que se quede con el demonio. Quiero saber qué vamos a hacer para encontrar a Micah.

      —Micah puede cuidarse solo—, dijo Quinn.

      La verdad es que durante esa última discusión entre él y Micah, le había ordenado a Micah que se retirara pero su hermano no había obedecido y eso sólo podía significar una cosa... ahora tenían dos machos alfa dentro del clan de pumas y eso nunca había sucedido. En el pasado habría supuesto una lucha a muerte.

      Quinn quería a Micah y estaba orgulloso de él por su fuerte personalidad. Lo último que quería era que sus peleas se descontrolaran.

      —Pero él no sabe nada de lo que ha pasado—, exclamó Alicia, buscando una razón que pudiera hacer que lo encontraran. —¿Y si se encuentra con Misery y se lastima.... o lo matan? Se haya ido o no, él es parte del clan.

      —No puedes razonar con su lógica, amigo mío—, dijo Kane tras haber leído los pensamientos de Quinn.

      Alicia lo miró desde las sombras y se sonrojó antes de mirar hacia otro lado. Se sintió bien al escuchar que por una vez alguien se ponía de su lado. Lo que Alicia no sabía es que toda su familia había estado pensando en Micah y en la última vez que lo vieron en persona; justo después de la pelea que tuvo con Anthony.

      Kane le devolvió la sonrisa aunque ella no podía verlo. Aparentemente, ella era la única del grupo que tenía agallas.

      —La última vez que vimos a Micah, se había metido en una gran pelea a gritos con Anthony Valachi y lo echó del club—, dijo Steven en voz baja. —Eso fue justo antes de desaparecer.

      —¿El hombre lobo? —preguntó Trevor con la cabeza inclinada.

      —Sí, y además, Steven se apareó con la prometida de Anthony. —dijo Quinn a él y a todos los que no se habían enterado todavía.

      Jewel frunció el ceño al darse cuenta de que Steven le había estado diciendo la verdad sobre los lazos que tal vez vinculaban a su hermano desaparecido con Anthony. Se mordió el labio, preguntándose en silencio si esa era la única razón por la que Steven la había ayudado.

      No, no podía ser eso. Cuando Steven se la llevó de la iglesia, ni siquiera sabía que Anthony era su prometido.

      Escuchó la acusación tácita en la voz de Quinn y se puso de pie. Un instinto de protección se apoderó de ella y tuvo que reaccionar.

      —Steven no sabía quién era mi prometido y yo no tenía ni idea de que Anthony era un hombre lobo—, dijo Jewel con voz firme. —No fue hasta que nos apareamos que le conté lo de Anthony. Así que, si vas a culpar a alguien por eso, cúlpame a mí.

      Quinn se mostró reprendido y Kat le hizo una discreta señal de aprobación.

      Jewel se recostó contra la barra y empezó a morderse el labio inferior de nuevo. Enfrentarse al hermano mayor de Steven, el alfa de la tribu de los pumas, la atemorizaba.

      Miró a Steven y se relajó cuando vio el orgullo que se reflejaba en sus ojos por ella. Algo dentro de ella se debilitó y luchó como loca para construir un muro protector que la rodeara. Su corazón latía muy rápido y se preguntaba si se estaba enamorando de él.

      —Anthony Valachi ha estado bajo sospecha desde hace tiempo—, dijo Chad. —La policía tiene razones para creer que no sólo está involucrado en el contrabando de personas, sino también en la esclavitud. Se rumorea que sus hombres han estado recogiendo prostitutas, secuestrándolas y también vendiéndolas como esclavas sexuales.

      —¿Por qué la policía no ha hecho nada al respecto entonces? —preguntó Kat.

      —Nos dijeron que nos mantuviéramos al margen porque el FBI había tomado el control de la investigación —contestó Chad. —Desafortunadamente, cuando el FBI aparece, no tenemos jurisdicción y no podemos hacer nada más que mantenernos apartados de su camino a menos que queramos terminar en la cárcel junto a los malos.

      Steven asintió pensando que era hora de contarles todo. —El padre de Jewel fue investigado por el FBI hace un tiempo. Fue por ello por lo que Jewel se comprometió con Anthony—. Sonrió a Jewel antes de volver a dirigirse al grupo.

      —Su padre era el gerente del Palm Springs Resort y Anthony no estaba contento con la orden de registro que tenían ni con que Arthur les permitiera moverse libremente por la propiedad. Al darse cuenta de su error, Arthur mató al agente y fue arrestado por asesinato. Para salvar su propio pellejo, Arthur entregó a Jewel a Anthony como pago por sacarlo del lío del asesinato.

      —Él es el que mató a mi padre. Estoy seguro de ello—, dijo Jewel apretando el puño. —Entonces, ¿cuándo podremos ir tras él?

      —No tenemos que ir tras él—, le dijo Chad. —Idearemos un plan, y luego le haremos saber que estás bajo la protección de los Wilder. Cuando haga un movimiento.... lo atraparemos.

      —Creo que todo esto puede ser ilegal—, corrigió Trevor. —Mantén a Jewel oculta por un par de días más y deja que Zachary y yo nos aseguremos de que el FBI no se involucre y convierta todo en un desastre.

      —¿Por qué iban a interferir? — preguntó Kat. —Tu eres parte de esa organización paranormal... ¿no están por encima del FBI?

      —Sólo en ciertas áreas—, respondió Trevor. —La mayoría del FBI no tiene ni idea de que existimos. Maldita sea, ni siquiera el presidente de los Estados Unidos sabe quiénes somos, y para eso, necesitamos pruebas de que algo paranormal está pasando.

      —¿Significa eso que al menos una parte del gobierno sabe algo sobre nosotros? —preguntó Nick a pesar de que la certeza le hacía sentir incómodo.

      Trevor asintió: —No específicamente de cada uno de vosotros... pero son conscientes de lo más... inusual. Tú estás protegido de la misma manera que los humanos... tal vez aún más y con reglas más permisivas, y por un gobierno pequeño pero poderoso que está por encima del propio gobierno

      Se rascó la cabeza esperando que todos pudieran entender aquella vaga versión de la verdad.

      —Mi preocupación es que el FBI investigue más y descubra cuando ya sea demasiado tarde, que se trata de hombres lobo, no de seres humanos—, dijo Chad, frunciendo el ceño y sin que le gustara lo que Trevor acababa de decir. ¿Creía que lo paranormal estaba por encima de lo humano? Tal vez no estaba siendo imparcial, pero él era uno de esos seres humanos menores.

      Trevor sacudió la cabeza.

      —La mafia no se va a poner furiosa y a atacar al FBI. Además, si el mundo se enterara de la existencia de los hombres lobo, ellos serían los próximos en extinguirse