Helga Nowotny

Manifiesto por el progreso social


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que empezó con la agricultura, hace más de 10 mil años, y otros, apenas con la primera explosión nuclear durante la segunda Guerra Mundial. Pero el término capta muy bien la idea de que la humanidad ahora tiene una gran responsabilidad.

      4 Las externalidades son efectos paralelos de las actividades económicas (como la contaminación) para los cuales las transacciones de mercado no ofrecen incentivos apropiados, porque los que padecen los efectos no pueden negociar con quienes los causan.

      5 Carney y Gertz (2016) dan muchos ejemplos de empresas que han transformado su gobernanza para que sus empleados se emancipen.

      6 Véase en el capítulo 5 la presentación de la filosofía de acción de la Asociación de Mujeres Autoempleadas (India).

      7 Como los precios de mercado no incentivan espontáneamente las decisiones privadas, se necesita un precio artificial, ya sea en forma de impuestos o de un mercado ad hoc de permisos.

Parte I

      1. Éxitos globales y catástrofes inminentes

      En muchos sentidos, las tres cuartas partes de siglo posteriores a 1945 fueron una época dorada para el mundo. De entrada, no hubo una conflagración global similar a la segunda Guerra Mundial. Ha habido una tendencia de largo plazo de aumento del ingreso promedio, impulsada por el incremento del comercio y de la innovación tecnológica. El crecimiento del ingreso estuvo acompañado por la disminución de la pobreza mundial en su conjunto. China registró la reducción de la pobreza, por lo que toca al ingreso, más espectacular de la historia humana. Los indicadores globales de desarrollo humano como escolarización, mortalidad infantil, mortalidad materna y esperanza de vida han mejorado de forma indiscutible comparados con los de hace siete décadas. Ha habido una constante expansión de la democracia, con una ola de descolonizaciones en la primera mitad de ese periodo, y la caída del comunismo y de muchas dictaduras en la segunda. La posición de las mujeres en las estructuras de gobierno ha mejorado, aunque lentamente, y los derechos civiles han avanzado en muchas partes del mundo.

      Pero el exitoso desempeño global, en general y en promedio, esconde profundos huecos de progreso lento, incluso con retrocesos. La cifra absoluta de pobres en África ha aumentado, pues el crecimiento económico no ha seguido el ritmo del crecimiento poblacional. La peor crisis económica desde la década de 1920 golpeó al mundo en 2008, un golpe del cual la economía mundial se sigue recuperando. Aunque la desigualdad entre individuos en el mundo en su conjunto ha caído por el rápido crecimiento de China, la desigualdad en los países desarrollados como Estados Unidos ha aumentado abruptamente, en especial durante los últimos 30 años. Ese aumento en la desigualdad combina ingresos muy altos en las altas esferas con declives relativos en los sectores medios y bajos de la distribución del ingreso, pues muchas industrias y ocupaciones tradicionales han sufrido fuertes presiones. Esos dos rasgos —el rápido crecimiento de algunos países pobres y el rápido aumento de la desigualdad en los países ricos— están relacionados con el avance de la globalización y de la tecnología, y con la forma en que los actores y las instituciones han orientado tales procesos. La brecha relativa entre países ricos y países pobres se ha cerrado, una vez más, por el rápido crecimiento de países como China, la India, Vietnam y otros, pero la brecha absoluta es grande y sigue aumentando.

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      NOTA: el ajuste en la paridad de poder de compra (PPC) sigue el valor real de las divisas en mercados nacionales.

      FUENTE:www.gk1world.com/NewOurVision.

      La degradación ambiental y el uso excesivo de agua han aumentado y el cambio climático añade más presión a los ecosistemas en una dimensión escandalosa. Aunque la democracia formal haya avanzado y no ha habido guerras a gran escala, los conflictos de menores proporciones han aumentado, algunos de ellos ocasionados por la escasez de recursos. El aumento del terrorismo en los albores de tales conflictos ha desestabilizado el entorno político, normalmente tranquilo, de muchos países. Una combinación de conflictos, degradación ambiental y desigualdades entre naciones ha aumentado de manera significativa la presión migratoria de refugiados que buscan seguridad y migrantes económicos que buscan una vida mejor. El aumento de la presión, a su vez, ha producido una reacción violenta en los países receptores de migrantes, sobre todo aquellos donde los ingresos medios y bajos se han contraído por las fuerzas del comercio y de la tecnología. En las democracias establecidas, los procesos políticos formales han puesto en el escenario a líderes y discursos animados por la xenofobia y con una fuerte vena autoritaria. Los líderes de opinión no han temido hacer comparaciones con la turbulenta década de 1930, cuando la inseguridad frente a los rápidos cambios llevó al auge del fascismo en algunos países. Incluso ya no parecería ciencia ficción pensar que Estados Unidos pudiera tener un gobierno protofascista, racista y xenófobo que simpatizara con los regímenes autoritarios del mundo y con una diplomacia voluble que pudiera provocar una escalada nuclear.

      Por lo tanto, conforme nos acercamos a la tercera década del siglo XXI, resultan palpables la confusión y la aprehensión de la población a pesar de todos los logros de los últimos tres cuartos de siglo. El miedo es que el progreso de largo plazo de la humanidad se descarrile en las próximas décadas conforme las crecientes presiones sobre la equidad, la sostenibilidad y la democracia se influyan unas a otras, y que las tensiones resultantes destrocen el tejido económico, político y social. Los éxitos de los últimos 75 años no deberían esconder que ahora estamos al borde de un abismo. Si logramos sobrepasar el obstáculo con éxito, las probabilidades de que continuemos con un progreso social de largo alcance son buenas. Pero es importante asomarse al abismo para entender cómo hay que cruzarlo.

      ÉXITOS GLOBALES

      Antes de asomarnos al abismo, veamos brevemente el reciente progreso en retrospectiva. Durante el último milenio, el PIB per cápita real global aumentó más de 15 veces. La figura 1.1 muestra el PIB mundial en los años 1000, 1600 y después, cada cuatro años a partir de 1820 y hasta 2008. El primer despegue llegó con la Revolución industrial en el siglo XIX, pero la verdadera aceleración llegó tras la segunda Guerra Mundial. Las tres décadas posteriores a ese conflicto se han llamado “la época dorada del capitalismo”, pero para el mundo en su conjunto las seis décadas previas a la crisis de 2008 también fueron una época dorada. Debieron pasar mil años para que el PIB per cápita mundial se multiplicara por 15, pero sólo 60 años para multiplicarse casi al cuádruple entre 1950 y 2008.

      Las cifras para los países a nivel individual representan el patrón global del éxito. Para 1945, el PIB per cápita del Reino Unido era más de 15 veces su valor en el año 1000, gracias a la Revolución industrial del siglo XIX; en sólo 60 años tras 1945, su PIB per cápita aumentó más del triple. En 1978, al inicio del proceso de reformas, el PIB per cápita chino apenas duplicó el nivel que tenía en el año 1000 pero 30 años después ya era seis veces mayor a su valor de 1978. Al momento de su independencia, en 1947, el PIB per cápita de la India era 20% superior a su valor mil años antes; durante los 60 años posteriores a su independencia, aumentó casi cinco veces.1

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      FUENTE: Banco Mundial, Grupo de Investigaciones sobre el Desarrollo.

      Por supuesto que se critica el uso del PIB per cápita por ser un promedio, pues esconde la desigualdad y la pobreza. Desafortunadamente, los datos distributivos no se remontan tan lejos, pero la información que tenemos también sugiere un patrón de éxito a nivel global en las últimas tres décadas. Para el mundo en su conjunto, ha habido un espectacular declive de la pobreza (véase