Dominique Sellier

España Verde. País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia


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a Santiago, pero las comunidades de la España Verde están atravesadas por dos rutas principales: el Camino Francés, el más transitado desde el siglo XI, que transcurre por el interior, y el Camino del Norte que, en su mayor parte, resigue la costa del Cantábrico. Aunque el Camino Francés es el más transitado, el del Norte es uno de los más atractivos y cada vez cautiva a más peregrinos. Quienes siguen la tradición al pie de la letra realizan el viaje a pie, dedicando un mes a recorrer todo el Camino desde los Pirineos hasta Santiago. Otros compaginan las caminatas con el transporte público o con el coche particular. Por último, la bicicleta o el caballo son otras opciones, también en alza, para recorrer el Camino.

       Para recorrer el Camino Francés hay que entrar en Galicia por Pedrafita do Cebreiro, después de haber atravesado todo el norte de Castilla y León. Tras esta primera etapa gallega, quedan otras siete más hasta Santiago. Se atraviesan localidades como Sarria, Portomarín o Arzúa...

       El Camino del Norte se adentra en el País Vasco por Irún. Se necesitan nueve etapas para recorrer la costa vasca hasta llegar a Castro Urdiales, ya en Cantabria. En el camino quedan lugares tan interesantes como San Sebastián, Zarautz, Gernika o Bilbao. Las seis etapas por tierras cántabras permiten visitar Laredo, Santander, Santillana del Mar y Comillas antes de llegar a Colombres, ya en tierras asturianas. Llanes, Ribadesella, Gijón, Avilés o Luarca son los finales de algunas de las siete etapas por tierras asturianas. Si se desea, desde Avilés se puede seguir el Camino Primitivo, que sale desde Oviedo y continúa por Lugo hasta enlazar con el Camino Francés en Melide. Si no, se entra en Galicia por Ribadeo, la última etapa de la costa antes de adentrarse en la provincia de Lugo, donde se pasa por Vilalba y Sobrado dos Monxes. Todos los Caminos confluyen en Arzúa.

       Una estancia de playa y deportes náuticos

       En el País Vasco, el litoral es más rocoso y recortado, con acantilados y puertos pesqueros; ello no impide la presencia de playas tan magníficas como la de Zarautz, por ejemplo. Aquí hay que surfear en Mundaka, uno de los mejores lugares de toda la costa del Cantábrico para practicar este deporte.

       Cantabria también ofrece magníficas playas. En primer lugar, las de Santander, pero también las de Suances, espléndidas playas doradas rodeadas de escarpados acantilados, y las del cabo de Oyambre. La que en su momento fuera la meca del golf, ahora se ha convertido en una base para la práctica del senderismo y el surf. Y, finalmente, San Vicente de la Barquera, otro privilegiado lugar de veraneo.

       En Asturias, las playas de Llanes y Ribadesella son particularmente famosas pero no son, ni mucho menos, las únicas. La costa asturiana está repleta de playas entre las rocas. Esta es también una zona preferida por los amantes del surf, con los hermosos spots de Tapia de Casariego, Avilés y Gijón. Es una gran oportunidad para practicar este deporte a miles de kilómetros del universo de Los vigilantes de la playa. También es un gran lugar para remar en canoa o kayak, en la costa o en los ríos. La Escuela Asturiana de Piragüismo, que organiza magníficas salidas, son verdaderos expertos en este deporte (www.piraguismo.com).

       En Galicia, la muy salvaje y atormentada Costa da Morte (A Coruña) puede ser difícil incluso para los bañistas más experimentados. Pero tiene unos pueblos y paisajes muy bonitos, únicos. Ya en la provincia de Pontevedra, las Rías Baixas son el paraíso de los bañistas, a pesar de la temperatura del agua, por sus playas, paisajes y los productos de mar. Islas como las Cíes le permitirán disfrutar del paisaje y de un espacio protegido único, desde donde observar la fauna marina.

       Escapada gastronómica

      Las primeras ideas que nos vienen a la cabeza al mencionar la España Verde son paisaje y gastronomía. Ambos en grandes cantidades. Fabada, marisco, pulpo a feira, marmitako, sidra, cabrales, idiazábal, albariño, rioja, ternera, pescado fresco, estrellas Michelin... Para disfrutar de todos estos manjares, y más, nada mejor que apuntarse a los numerosos circuitos organizados o, mucho mejor, acercarse a las numerosas fiestas y ferias que se montan alrededor de alguno de estos productos: sidra, de la manzana de Villaviciosa, de la empanada, bollo preñao, sardinas de Santoña, merluza de pincho, cabrales... No hay villa que se precie que no tenga un producto estrella y, por supuesto, su fiesta, que no es más que una excusa para sentarse en torno a un plato. Todas las propuestas se encuentran desarrolladas en las pa´ginas web de cada comunidad (www.turismo.gal, www.turismodecantabria.com o www.turismo.euskadi.eus). Asturias dedica una página web entera a este enfoque, a consultar imperativamente para salivar de antemano: www.saboreandoasturias.es.

      Aparte de disfrutar de la comida y de los diferentes sabores, tendrá la oportunidad de aprender cosas sobre los procesos de fabricación y sobre las personas que elaboran los productos. Además, visitará los mercados y lonjas, con lo que entrará en contacto no ya con los productos, sino con la gente y el ambiente de las aldeas y ciudades de la España Verde... Toda una experiencia.

       El País Vasco es una verdadera meca gastronómica donde, al margen de los reputados restaurantes y numerosos chefs de prestigio internacional (Subijana, Arzak, Berasategui...), las mesas más populares son también un auténtico regalo. El bonito del norte y el bacalao son dos protagonistas fundamentales. Incluya también en su itinerario las judías de Tolosa y Gernika y el cordero lechal en el interior. Algunas sugerencias: el bacalao al ajoarriero, al pil-pil o a la vizcaína, el marmitako (con bonito del norte), la merluza en salsa verde, el txangurro a la donostiarra... siempre con una botella de txacolí sobre la mesa.

       En Cantabria también le servirán pescado y marisco a la brasa en abundancia; ¡cómo olvidar las anchoas y sardinas del Cantábrico, clásico regalo del célebre Revilla, vaya donde vaya. Y su célebre cocido montañés (con judías verdes y otras verduras) como plato más vigorizante. De postre, leche frita, sobaos y quesadas, que seguramente acompañará con un excelente vaso de leche cántabra. Aquí una estancia gastronómica debe incluir igualmente una visita a los mercados e identificar las ferias y fiestas dedicadas a este tema.

       Asturias le ofrece la misma riqueza de peces y marisco, y un plato estrella, la famosa fabada y, por supuesto, la sidra, que podrá beber en todas partes, pero que también encontrará en los platos (pruebe el delicioso chorizo a la sidra) y en los postres, especialmente en forma de manzana en este caso. Sin olvidar el queso de Cabrales y el arroz con leche. Esta comunidad autónoma cuenta con seis estrellas Michelin y 42 establecimientos etiquetados como Mesas asturianas, excelencia gastronómica. Y reclama orgullosamente su título de «Despensa del Paraíso», con la sidra en su ADN y sus cuarenta quesos... Tiene muchas propuestas para un itinerario gastronómico en Asturias: la sidra, los vinos de Cangas, las numerosas ferias dedicadas a cada queso asturiano... En Gijón, disfrutará del funcionamiento del Menú Gourmet, y en todas partes hay festivales dedicados a los más diversos productos (cebollas, requesón, castañas...).

       En Galicia, el pulpo se puede comer con cualquier salsa. Y aproveche también su estancia para disfrutar de los tan apreciados percebes. Pero esto es solo una pequeña parte: la oferta de pescado y marisco es impresionante (merluza, langosta, bogavante, atún y, por supuesto, sardinas...). Tampoco descuide las carnes, que con razón son muy famosas. Y recuerde el dicho de A Lugo para