Enrique Carpintero

El año de la peste


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fácil que desaparezca la humanidad que el capitalismo”- es, aparte de síntoma de una monstruosa derrota cultural, la quizá involuntaria descripción de una realidad: aún si fuera cierto que el coronavirus no es un “invento” capitalista (hasta esto es dudoso: ya circulan varias hipótesis sobre el papel de la industria ganadera intensiva en su origen), es igualmente cierto que la pandemia se pudo prevenir (por algo se llama SARS-2, puesto que hace menos de dos décadas hubo una SARS-1: es decir, esta es la segunda “guerra mundial”), y si no se hizo es sencillamente porque la prevención, y la investigación que ella hubiera requerido, no era rentable para un capitalismo (y no solamente el “neoliberal”) reconvertido a la casi pura “financiarización”, y demasiado ocupado en, justamente, desmontar los sistemas aún tímidamente “bienestaristas” de salud pública.

      Por fuera de esta premisa elemental, seguiremos especulando en el vacío a propósito de qué rostro tendrá la “salida”, si es que la hay, de la catástrofe. ¿Comunismo o fascismo? ¿Nuevo estado de bienestar o radicalización del “neoliberalismo”? No hay manera de saberlo. Lo que sí es patente, y patético, es que cualquiera de esas “soluciones” se las espera viniendo de arriba, como se dice vulgarmente: será el Estado -que en su formato actual nada tiene que ver con el capitalismo, como se sabe-, o será algún burgués bondadoso como Bill Gates, o lo que fuera, pero siempre cayendo del cielo, como los platillos voladores de los marcianos, o como el propio virus, y no por una transformación radical producto de la acción consciente de las masas desde “abajo”. En estas condiciones, y aun cuando esta vez “zafemos”, el fin de la humanidad estará siempre a la vuelta de la esquina, y ya no podremos contar con un Orson Welles que, alejando el pánico, nos convenza de que es una simple ficción.

      *Sociólogo, ensayista y crítico cultural. Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Fue Vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y Profesor titular de Antropología del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras, de Teoría Política en la Facultad de Ciencias Sociales, ambas de dicha Universidad.

       [email protected]

      La crisis del coronavirus, la xenofobia,

      el antisemitismo y los grupos neonazis

      en Alemania

      Helmut Dahmer* (alemania)

      Helmut Dahmer es un sociólogo alemán. Estudió con Adorno y Horkheimer. Se doctoró en 1973 y desde 1974 es profesor de sociología en la Universidad de Darmstadt. Fue coeditor de la revista Pshyché. A principios de los 80 denunció la política colaboracionista de las instituciones psicoanalíticas durante el nazismo. Las polémicas hicieron que perdiera su puesto en dicha revista. Fue cofundador del Hamburgian Institute for Social Research en 1984 y del Centro Psicoanálisis y Sociedad en Lima.

      Tiene una importante producción escrita. Entre sus libros traducidos al castellano encontramos Libido y Sociedad. Estudios sobre Freud y la izquierda Freudiana (1983), La sociología después de un siglo de barbarie (2005). Es también el editor de las obras anotadas de León Trotski en alemán. Se han publicado ya siete volúmenes y hay otros en preparación.

      Hemos publicado en Topía su texto “El dispositivo antisemita”

      Publicamos esta entrevista exclusiva hecha en Viena, el 15 de abril de 2020.

      ¿Podría aclarar una vez más la relación entre el salto a la amnesia de 1945 y lo que usted reprocha a la generación actual como “olvido pathico”?

      La guerra de exterminio nacionalsocialista y el holocausto, el gran olvido, y la impunidad luego de 1945, junto a muchos otros factores, pertenecen al legado cultural que una generación transmite a la otra. El poder que estas tradiciones funestas ejercen sobre los presentes es tanto más fuerte cuanto menos son conscientes de ese poder. Tanto los autores materiales de los atentados como los demagogos que los alientan son actores que representan una pieza archiconocida del pasado que nadie quiere ya recordar. Lo que los ejecutores de un atentado actúan hoy en miniatura, ya fue representado en la monstruosa escena alemana luego de 1918 y sobre todo desde el ascenso de Hitler y durante la guerra, es decir en el periodo 1933-45, y en los territorios europeos ocupados por el ejército hitleriano. Allí el “mal” se convertía en “banal”, es decir, en cotidiano. Quien haya “borrado” ese pasado