Carlos March

La potencia del talento no mirado


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colaboró con Arbusta desde los inicios, tanto definiendo temas relacionados con operaciones como con el área comercial. Y así recuerda los primeros pasos: «Desde un inicio asegurábamos que el conocimiento siempre fluyera y no quedara estanco en una sola persona. Para eso trabajamos en equipos que llamamos “células”. Esto nos sacaba del modelo tradicional del mundo tecnológico que generalmente ofrece “personas” para establecer un modelo donde nosotros aseguráramos un pack de horas mensuales de servicio a ser brindado por una célula de trabajo. Era un modelo diferente, lo probamos y empezó a funcionar. Salimos a buscar contactos comerciales en las locaciones donde estábamos. Clientes que nos fueron dando experiencia y nuestro propio sustento, la posibilidad de sostener el negocio con nuestro propio ingreso y no necesitar el continuo aporte económico de Njambre. Un punto de inflexión importante fue la llegada de una empresa muy grande como MercadoLibre a nuestra cartera de clientes. Tenía un proyecto muy importante: construir un catálogo de productos. Nos permitió armar un equipo de más de 100 personas trabajando y empezar a mirar a Arbusta no por sites o por regiones, sino empezar a analizarla desde el delivery, desde la capacidad necesaria para ese delivery, logrando el mejor blend de equipos. Esa oportunidad nos permitió empezar a crecer nuevamente, dar otro salto y llegar a clientes de otro porte y comenzar a tomar proyectos con mayor cantidad de horas mensuales, como por ejemplo Disney, quienes entendían que el modelo estaba probado y que Arbusta era ya una empresa que podía darles esos servicios de testing de software y de calidad de datos».

      Arbusta está basada en la fuerza de la posibilidad y en el enorme potencial de millones de jóvenes en el mundo que no están siendo mirados. En América Latina hay 22 millones (el 75 % son mujeres) que no estudian ni trabajan, y que buscan oportunidades. Esto funciona como una motivación para tratar de convertir la tecnología en una herramienta para darle visibilidad a esa inmensa cantidad de jóvenes, y permitir que, así, se conecten con su potencial y sean ellos mismos los que lo puedan contar al mundo, no ya como una anécdota acotada del presente, sino como un escenario de cambio sistémico hacia el futuro. Cada vez que ellos prestan un servicio tecnológico de excelencia, se crean las condiciones para que el sistema cambie.

      La génesis

      «Arbusta es esa mirada que está faltando porque, cuando hay alguien que te mira, te habilita a desarrollar tu potencial para conectar de una manera diferente un sistema que no funciona. Es necesario poder acercar, unir y recombinar dimensiones que no se miran. Desde Njambre y, en este caso, desde Arbusta, nos sentimos cómodos creando condiciones en cualquier espacio. Tenemos la capacidad para entender dónde está el potencial de cada uno y la destreza para juntarlo. La empatía te permite ser intérprete. Y la posibilidad de construir contextos favorables depende en gran medida de la capacidad de interpretar realidades diversas que, en general, están desconectadas», reflexiona con contundencia el trío fundador.

      Njambre no explica a Arbusta pero contextualiza su origen, dado que nace en el seno de este espacio creado para desarrollar empresas y acompañar organizaciones que buscan la transformación social o ambiental a partir de un abordaje de mercado.

      Creada en 2012, Njambre se propuso generar sinergia a partir de ensamblar innovación con emprendimiento e impactos positivos en lo social y/o ambiental. La mirada de la posibilidad, los escenarios de abundancia, la innovación y la tecnología son los pilares en los que se asienta su trabajo. Para eso, vislumbra la oportunidad en personas, organizaciones y recursos que habitualmente no son mirados y, a partir de ahí, diseña o promueve modelos en los que el impacto no sea un medio ni un fin, sino parte del ADN del negocio.

      Njambre se mueve a partir de la convicción de que es posible crear modelos de organizaciones que permiten el acceso a condiciones que mejoren la calidad de vida de las personas a las que involucra, habilitando en ellas libertad y autosoberanía. Además, entiende que, para innovar, es necesario combinar saberes, experiencias y trabajo colaborativo, y encuentra en los modelos de negocios la mejor forma de escalar una solución.

      Hay mucha reflexión puesta en Njambre para construir nuevos enfoques, reformular viejos conceptos y generar una narrativa que reflejara una identidad. Mucho de todo ello está desarrollado en los documentos del curso online «Cómo emprender con impacto» una sistematización de contenidos generada desde Njambre a partir de un trabajo de reflexión sobre sus prácticas.

      Allí se aportan ideas sobre cómo abordar el impacto social, algo que empresas como Arbusta ponen en el corazón de su negocio: «Para resolver problemas sociales, que son complejos, la estrategia lineal tradicional predictiva de insumo // producto // resultados no sirve. El cambio social es complejo, impredecible, multifacético e idiosincrático. Sus procesos no son lineales; al contrario, son dinámicos y, muchas veces, intuitivos. Son el resultado de la interacción de múltiples factores independientes que se influencian unos a otros, de manera significativa y permanentemente».

      El talento emergente requiere de una estrategia que acompañe el emerger y, en Njambre, la explican de la siguiente manera: «La estrategia emergente genera constantemente soluciones que evolucionan y que responden a situaciones determinadas en tal lugar y en tal momento, y con tales participantes. El término “emergente” significa que la organización está aprendiendo lo que funciona en la práctica. Las situaciones complejas no son predecibles pero sí muestran patrones de momentum. Si les prestamos atención, podemos identificar que, cuando la energía dentro del sistema está moviéndose en una dirección, son los “atractores”. Esos atractores pueden ser personas, ideas, eventos, que pueden llevar al sistema hacia o lejos de la meta de una organización».

      Y, en relación con la mejora del sistema, se señalan algunos elementos importantes: «El sistema en su conjunto tiene que tener un propósito evolutivo, tener una visión compartida (...), grado de alineamiento y confianza entre actores, gestión del conocimiento, resiliencia de los participantes, (...) estructuras flexibles que permitan al equipo ser innovador, comprender su realidad para aflorar innovaciones y mejoras en cualquier nivel de la organización/sistema. Por lo tanto, no armar planes estructurados, evaluar los aprendizajes y la capacidad de poner en palabras un tema, no únicamente la solución, desarrollar en el staff el pensamiento lateral, (...) crear un contexto y una cultura en la cual el aprendizaje, la reflexión y la evolución funcionan. Deben invitar constantemente (...) a discutir sobre posibles soluciones y desafíos para ser personas cada vez más plenas».

      Volviendo a Njambre, en estos ocho años fue tomando diferentes formatos: aceleradora, company builder, ahora es una empresa de la industria del conocimiento que busca transferir sus aprendizajes y experiencias a otros —emprendedores, empresas, organizaciones y gobiernos que quieren empezar a tener otra mirada sobre la generación de valor, transacciones ganar-ganar, impacto positivo y sentido— a nivel regional y global. «Y, a partir de estas experiencias, pensamos el próximo modelo que queremos emprender para seguir cambiando las reglas del juego de una industria generando transformaciones profundas en el futuro que queremos construir», sueña Milagro.

      La liminalidad como centro

      «Una buena manera de comprender el contexto es acercarse a los bordes, al límite muchas veces difuso que separa a la organización de su entorno. Cada uno a su manera, somos personas que estuvimos en los bordes y nos unimos porque sentimos esa necesidad de hacer cosas desde el umbral, pero ya no de manera individual sino desde una liminalidad grupal», así es como introducen los fundadores el tema de la liminalidad.

      Porque «liminalidad» implica justamente eso: estar