felizmente. Uno de dichos versos rezaba:
La camelia, la magnolia
Ten una flor tan hermosa
Y la campana de Santa María
Nos anuncia la hora
Palabras bonitas, inocentes, que difícilmente podían anunciar, siquiera advertir, que algún día todo podía desplomarse y resolverse con tan trágico desenlace. Mientras escribía el último verso de “Far From Me” quedó bien claro que mi vida estaba siendo dictada, en gran medida, por la naturaleza destructiva de la propia canción, cuya fatídica singladura vital había sido decidida ya por ésta, y sobre la cual no tenía control alguno. De hecho, mi propia contribución no era más que una aportación tardía, extemporánea; me había convertido un actor de reparto cuya astucia se antojaba ya, a estas alturas, del todo irrelevante, con una visión manipuladora, saboteadora y maliciosa de cómo tenía que ser el mundo.
Las Canciones de Amor que se unen a la experiencia real, tamizadas por la poética de acontecimientos vividos, desprenden una belleza singular. Se mantienen vivas de la misma manera que los recuerdos y, precisamente por ello, crecen y sufren cambios y evolucionan. Si la canción es demasiado débil para soportar esos cambios, si no le asisten la fuerza y la voluntad de sobrevivirse a sí misma, lamentablemente, no lo conseguirá. Volverás a casa un día y la hallarás exangüe y hecha trizas en el fondo de su jaula. Su alma habrá sido reclamada y todo lo que quedará de ella no será más que un montón de palabras inútiles. Una Canción de Amor como “Far From Me” requería una personalidad que trascendía la que originalmente le conferí, y otorgósele, a tal efecto, un poder a fin de que pudiera influir en mis propios sentimientos, e incluso en mis pensamientos sobre lo allí narrado. Las canciones que yo he escrito sobre relaciones pasadas se han convertido en relaciones en sí mismas, mutando heroicamente con el tiempo y tornando en materia mitopoyética los acontecimientos ordinarios de mi vida; extirpándolos del plano temporal y catapultándolos rumbo a las estrellas. Conforme la relación con la canción se derrumba, gimiendo de agotamiento, ésta se libera del yugo del compositor y alza, por fin, el vuelo para asaltar los cielos. Así se vive el más bello y anhelado momento que le haya sido dado a uno presenciar en este oficio. Veinte años de composición llevo ya a cuestas, y el vacío no deja de multiplicarse por doquier; presa aún de una inexplicable tristeza, del duende, la saudade, el descontento divino, todo ello persiste inasequible al paso del tiempo, y puede que así sea hasta que me sea dado plantarme ante el Altísimo. Pero cuando Moisés quiso ver el rostro de Dios, se le respondió que tal vez no pudiera soportarlo, que ningún hombre podía ver el rostro de Dios y sobrevivir a la experiencia. Debo decir que esa contingencia no me quita el sueño. Me complace tanta tristeza, pues, al fin y al cabo, lo que queda de esta incesante búsqueda, las propias canciones, mi malvada camada de niños de ojos tristes, se reúnen y, a su manera, me protegen, me consuelan y me mantienen con vida. Son los compañeros del alma que la conducen hasta las puertas del exilio, que sacian el irreprimible anhelo por lo que no es de este mundo. La imaginación pide un mundo alternativo y a través de la escritura de la Canción de Amor uno toma asiento y comparte mantel con la pérdida y el anhelo, la locura y la melancolía, el éxtasis, la magia y la alegría, sin distinción que valga y con el respeto y la gratitud debidos a todos los comensales.
«La vida secreta de la canción de amor» se presentó, a modo de conferencia, en el South Bank Centre, Londres, en 1999.
NOTA SOBRE LOS ÁLBUMES
Al principio de la sección dedicada a cada álbum aparece una lista de canciones. Allí donde ésta se presenta dividida en dos partes, la segunda incluye canciones escritas en el mismo periodo que el propio álbum pero que se emplearon como caras B de los singles o bien en otros proyectos.
Nick Cave and The Bad Seeds compilaron en 2005 una selección llamada B-sides and Rarities. Para este álbum no hay, sin embargo, una sección aparte. Las letras de esas canciones aparecen aquí según el periodo en que fueron escritas.
PRAYERS ON FIRE
(1981)
ZOO-MUSIC