Varias Autoras

E-Pack Bianca agosto 2020


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que eres consciente de tu belleza, Violet. Me fui porque no estaba seguro de poder refrenarme.

      –¿Refrenarte? –preguntó, nerviosa.

      Él le apartó un mechón de la cara.

      –Sí, en efecto. Si me hubiera quedado en Nueva York, te habría llevado a mi cama y te habría hecho el amor una y otra vez.

      Violet tragó saliva.

      –Zak, yo…

      –No tenía más remedio que marcharme –siguió hablando–. Necesitaba recuperar el control de mis emociones.

      –¿Seguro que fue por eso? –insistió ella–. Te lo pregunto porque, a pesar de lo que dices ahora, no me hiciste ni caso en la boda de tu hermano.

      Él soltó una carcajada y le acarició el pelo.

      –¿Crees que te podría olvidar con tanta facilidad? –replicó, tomándola entre sus brazos–. No, mia carina. Eres embriagadora.

      Zak le puso las manos en la cintura, apretó el pecho contra sus senos y la besó, despertando en ella un deseo absolutamente animal. Y, cuando se quedaron sin aliento y rompieron el contacto, Violet solo notaba dos cosas: su dura erección contra el estómago y la húmeda y cálida sensación que tenía entre las piernas.

      –¿Tú serías capaz de controlar esto? –preguntó él–. Te he estado mirando mientras ibas y venías por la mansión con tu gesto altivo y tu cuerpo pecaminoso, y no he hecho otra cosa que imaginarte desnuda.

      Violet abrió la boca, pero no dijo nada. Los pezones se le habían endurecido, y no encontraba la forma de apagar el fuego que ardía en su interior.

      –No intentes disimular –continuó Zak–. Sé lo que sientes. Y si fuera un hombre sin escrúpulos, me aprovecharía de ello.

      Violet sacó fuerzas de flaqueza y se apartó de él.

      –¿Un hombre sin escrúpulos? Discúlpame, pero raptar a una mujer encaja bien en esa descripción.

      –Esto no es exactamente un secuestro. Y, aunque lo fuera, era necesario.

      –¿Por qué?

      Zak frunció el ceño.

      –Tenía que proteger a mi hijo. ¿Te parece poco?

      Violet se quedó perpleja con su repentino tono de desconfianza, y se preguntó qué habría hecho para merecerlo.

      –Dijiste que, si aceptaba tu tregua, me ofrecerías reciprocidad. ¿Es que has cambiado de idea? –contraatacó ella.

      Los ojos de Zak brillaron con algo parecido a un destello de aprobación, como si le hubiera gustado que le plantara cara.

      –Muy bien, Violet. Pregúntame lo que quieras.

      Una vez más, ella tuvo miedo de las respuestas que Zak pudiera darle. Y no le asustaba la posibilidad de que le disgustaran, sino la posibilidad de que reforzaran lo que ya sentía por él. Pero no se pudo resistir.

      –Cuando te dije que me había quedado embarazada, me hablaste de tu hermanastro y del efecto que tuvo su aparición en tu familia. Pero las casas reales de Europa son un foco constante de escándalos, y ya no llaman la atención de nadie –afirmó–. ¿Qué me estoy perdiendo, Zak? ¿Qué no me has contado?

      Zak pensó que, cuando Violet disparaba, apuntaba al corazón y vaciaba el cargador entero. Si hubiera podido, habría desviado la conversación para no tener que contestar; pero la tregua era idea suya, y no podía echarse atrás.

      –¿Tan terrible es? –insistió ella.

      Él apretó los puños.

      –Bueno, todas las familias tienen sus problemas, ¿no? –replicó él, tenso–. Empezando por la tuya.

      –Sí, pero los de la mía son un secreto a voces, aunque te confieso que no lo puedo soportar. Cuando descubrí que mis padres eran capaces de hacer cualquier cosa con tal de ascender en la escala social, me llevé un disgusto del que estoy lejos de haberme recuperado. No es agradable que se burlen de ti constantemente y te consideren poco menos que escoria. Y tampoco lo es que te hagan desfilar como si fueras una res en un mercado de ganado.

      –No, supongo que no.

      Ella alzó la barbilla, intentando mantener su orgullo.

      –Ni puedo escapar de mi pasado ni renegar de mis padres; pero, al contrario de lo que algunos puedan pensar, no tengo intención alguna de seguir sus pasos –afirmó–. Sé que no confías en mí, pero te ruego que me creas ahora, porque te estoy diciendo la verdad.

      Zak la creyó. Durante las dos semanas anteriores, se había dado cuenta de que Violet no guardaba ases en la manga. De hecho, le había demostrado que no le interesaban ni su dinero ni el título de princesa que le podía dar, y que se habría ido sin mirar atrás si él no hubiera cambiado de actitud.

      –Él siempre fue mi ejemplo. Ese fue mi primer error.

      –¿Te refieres a tu padre? –preguntó ella.

      Zak asintió.

      –Yo creía que era perfecto, la encarnación de todas mis aspiraciones. Y quería ser como él. Aunque no pudiera acceder al trono, quería seguir sus pasos.

      –Nadie es perfecto, Zak –observó ella–. Sería un hombre extraordinario, pero también era humano.

      Zak tragó saliva, pensando que estaba en lo cierto. Al fin y al cabo, él mismo había caído en la tentación tras jurarse lo contrario. ¿Sería posible que lo hubiera idealizado hasta el extremo de juzgarlo de forma excesivamente estricta?

      –Mi padre era rey, Violet. Su comportamiento debía ser irreprochable. Sobre todo, en lo tocante a lo que pudiera hacer daño a su familia.

      –Oh, vamos, ya habéis aceptado a Jules, ¿no? Seguro que puedes encontrar la forma de olvidar su desliz.

      –No, no puedo.

      –¿Por qué no?

      –Porque la relación que mantuvo con la madre de Jules no fue una relación pasajera, sino de muchos años. Y, mientras mi padre estaba con ella, otros se dedicaron a conspirar a sus espaldas –respondió Zak–. Puso el reino en peligro y dio razones a los que pretendían desestabilizar el Gobierno.

      –Oh, vaya… No lo sabía.

      –Muy pocos lo saben.

      Violet lo miró a los ojos, esperó unos momentos y dijo:

      –¿Lo odias por eso? ¿O porque murió sin darte las respuestas que necesitabas? Te lo pregunto porque a mí me pasó lo mismo con mi padre. Me quedé sin saber por qué lo había arriesgado todo a cambio de dinero.

      –¿Qué importancia tiene eso?

      –Toda la del mundo, Zak. Si lo odias por lo segundo, tendrás que aprender a sobrellevarlo. Tendrás que perdonar y seguir adelante antes de que el rencor te consuma. Tendrás que ser el hombre que tu padre no pudo ser.

      Por primera vez en su vida, Zak sintió pánico. ¿Qué pasaría si no conseguía ser mejor que su padre? ¿Qué pasaría si fallaba a Violet y a su hijo?

      Al darse cuenta de lo que estaba pensando, reaccionó con una ferocidad que habría enorgullecido a sus antepasados. Él no era cualquier persona. Él era un príncipe con sangre de guerreros en sus venas. Nunca se había acobardado, y no se acobardaría ahora.

      –¿Ya has terminado con tu interrogatorio? ¿O quieres hacer más preguntas?

      Violet estuvo a punto de soltar un grito ahogado. ¿Cómo era posible que Zak hubiera pasado de hombre vulnerable a príncipe dictatorial en solo unos segundos? No lo sabía, pero había vislumbrado a la persona que se ocultaba tras todo el poder y majestad de su título; había visto a la persona de verdad, a una persona que, al igual que ella, se había sentido traicionado