Miriam Subirana

Florecer juntos


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llevar el timón de nuestra barca, considerando a otros tripulantes, si los hay, y las condiciones de nuestro sistema relacional que provoca olas y mareas.

      Llevar nuestro timón requiere ser conscientes de nuestras facultades, como son las de la mente para pensar, imaginar, soñar, desear, proyectar y recordar; las del intelecto para analizar, razonar, discernir, decidir; y las de los archivos de la memoria, donde están los recuerdos, las experiencias vividas, las imágenes que hemos ido creando de nuestras vivencias, las creencias, los hábitos y los condicionamientos. El coaching apreciativo facilita que nuestra mente piense más en positivo, que nos vinculemos al poder de nuestra imaginación y visualicemos la posibilidad de nuestros sueños. De manera que utilizamos nuestras facultades, la mente, el intelecto y la memoria para vivir en nuestro núcleo positivo.

      Pensar en positivo no es negar la realidad, sino ser capaces de ver los problemas y tener la creatividad mental para aportar soluciones sin obsesionarse ni ofuscarse. Los pensamientos positivos fortalecen y revitalizan la mente. Suelen ser pensamientos que se basan en nuestros valores, y en apreciar y agradecer lo que somos y lo que tenemos.

      Con el coaching apreciativo, nuestro intelecto amplía nuestra capacidad de analizar y razonar desde las fortalezas, discernir desde lo apreciativo y decidir vinculados a nuestro núcleo positivo. Recurrimos a los archivos de nuestra memoria para recordar lo positivo, lo que nos ha aportado algo bueno, experiencias cumbre que hemos vivido, sean estas de superación éxito o poder personal, a fin de fortalecer las creencias que nos ayudan a florecer como seres humanos y para desterrar hábitos que nos empequeñecen. Así contribuimos a crear y fortalecer hábitos que nos hacen mejores personas y nos ayudan a aportar lo mejor de nosotros al mundo. Contribuyendo nos sentimos útiles, sentimiento que necesitamos nutrir. Sentirnos útiles hace que valga la pena vivir, o dicho en lenguaje apreciativo, «que valga la alegría vivir».

      Residir en el ser

      Residir en el ser es vivir a consciencia plena, heartful. Una persona heartful vive con el corazón despierto. Vive con alegría y vitalidad, sin angustia ni ansiedad. Es abierta y generosa. Heartful es tener un gran corazón que comparte e irradia lo mejor de sí y de más allá de sí. Está conectado con la fuerza suprema del amor, la compasión y la paz, y las irradia. Es un corazón inocente y contento. Es limpio y honesto.

      Heartful es un corazón compasivo. Es atento, considerado a la presencia del otro; reconoce y ve al otro. Cada una de sus palabras, pensamientos y acciones puede realizar un milagro. Una palabra puede abrir una puerta a la oportunidad; un pensamiento puede transformar un ambiente tenso en uno de respeto; una acción puede salvar una vida. Un corazón compasivo ama desde la comprensión, perdona y no guarda rencor. Suelta el pasado y agradece el presente. Es fuerte para acoger el sufrimiento y vivir en plenitud el camino que lo alivia. Es un corazón que vive en la gratitud.

      Si vivimos con gratitud y agradeciendo y también practicamos la meditación, se nos abre con mayor facilidad la vía para dejar de residir en la mente, el intelecto o los hábitos y pasar a residir en el núcleo del ser, donde yace la estrella radiante que es nuestra esencia, nuestro núcleo positivo. Este ser es como una estrella de cinco puntas. Cada una de las puntas representa uno de sus valores esenciales. Son los valores que nos constituyen como seres humanos, son nuestra espina dorsal, la base que da sentido a nuestra existencia.

      En las sesiones de coaching, y también en las de meditación, pido a las personas que recuerden momentos de plenitud y que evoquen la imagen de ese o esos momentos. Suelen hablarme del nacimiento de un hijo o de la muerte de un progenitor: momentos en que la persona conectó con y sintió el amor incondicional. O bien de alcanzar la cumbre de una montaña: momento en que la persona conectó con su poder personal y con una amplitud de mirada. Otras veces, la imagen es un paseo por el bosque, o sentada en una playa con el mar en calma durante la puesta de sol: es un momento de paz.

      Una imagen que también surge al plantear la pregunta que les lleve a recordar un momento pleno es cuando hubo una ruptura en la cual la persona inició un camino nuevo y diferente, sintiéndose revitalizada, libre y creativa. Conectó con su libertad y con su poder personal que le ayudaron a atravesar esos momentos.

      Con las experiencias de tantas personas, constato una y otra vez que la mayoría de momentos de plenitud están conectados con estos estados y valores esenciales: la paz, el amor, la sabiduría innata, la autenticidad que nos lleva a la libertad, a la felicidad, y el poder personal. Veámoslos:

      La paz

      La paz es serenidad y no violencia. Es estar tranquilo contigo mismo y en armonía. Es estar en paz con los otros, y con tu pasado. Si hay algún aspecto de tu pasado que no has encajado, no estarás bien en el momento presente, el pasado regresa una, dos o más veces… porque algo quedó pendiente por arreglar, redimir, perdonar, o bien no te has reconciliado con tu pasado. También se trata de estar en paz con lo que haces, y para ello ayuda el ser coherente con tus acciones. La verdadera paz es la no violencia en todos los ámbitos de tu vida.

      El amor

      Cuando uno vive en su núcleo positivo, vive en lo que es: amor. Así, de manera natural amas al prójimo generosamente, sin engancharte, sin controlar, sin necesidad de poseer ni de que te posean, sin que la otra persona pierda su libertad ni tú la tuya. Con la meditación aprendes a recuperar esta dimensión del Amor en mayúsculas. Aprendes a valorar el ser, el cuerpo, las personas y lo que le das a tu cuerpo. Tu cuerpo es como el templo de tu ser, lo alimentas mejor, piensas mejor, estás y vives más relajado. Amas lo que piensas. Amas lo que dices. Amas lo que haces. Cuando vives en el núcleo positivo, lo consigues.

      La sabiduría innata

      El corazón es sabio. La sabiduría del corazón nos guía para vivir sin dañar. Su naturaleza es no violenta. Tenemos tal potencial de amor y sabiduría en el corazón de nuestro ser que podemos sanar el planeta. Para ello debemos despertar al potencial de nuestro corazón.

      El corazón despierto intuye, siente y comprende al otro. Ve lo esencial aunque sea invisible a los ojos. No necesita razonamientos ni justificaciones lógicas. Sabe lo que es. La voz de la consciencia heartful es la intuición.

      Nuestra intuición nos guía. Cuando conectas con tu intuición, no fallas. Tú, el ser, eres sabio. Cuántas veces tenemos la intuición de hacer algo, pero nuestra lógica, nuestra mente, nuestras creencias, nos dicen: «No, no, por aquí, no, por allá». Después piensas: «Tendría que haber hecho lo que intuía». No confiamos en esta intuición porque hay muchas mezclas de deseos, miedos, opiniones y creencias que interfieren.

      La intuición es la facultad de una consciencia despierta. Con ella te das cuenta de lo que ocurre dentro y fuera, y tienes una visión global. La intuición es un acceso directo, sin pasar por lo racional, a una información de la que normalmente no somos conscientes. Es la capacidad que tenemos de saber algo sin una base lógica. Sabes algo sin saber cómo lo sabes, lo intuyes y aciertas. La intuición te ayuda a mantener el rumbo en momentos de incertidumbre. Te conecta con tu brújula interior, con la estrella que te guía.

      La autenticidad

      Podría llamarse también la pureza, la sinceridad, la honestidad, la transparencia. Hoy en día, vemos que abunda la corrupción, la mentira, el engaño, porque nos hemos alejado del corazón del ser y residimos en la periferia: en personajes, identidades, roles y etiquetas temporales y pasajeras.

      En la autenticidad del ser, uno se libera de falsas identidades, de personajes que uno no es. Es una libertad que nos lleva a ser felices. La base de la felicidad es la libertad. Viviendo la autenticidad del núcleo positivo, sientes la verdadera plenitud del ser: plenitud que no viene de fuera hacia dentro, sino que emerge y se transmite de dentro hacia fuera. En su estado auténtico, no carece de nada esencial.

      El poder personal

      Cuando estamos vinculados con nuestras raíces internas, vivimos la convicción de que podemos.