Miriam Subirana

Florecer juntos


Скачать книгу

naturales del cambio constante que implica vivir, y cuando estamos en paz con nuestros actos.

      En tu interior encontrarás la serenidad. Si huyes de ti, no aprenderás a gestionar tus pensamientos ni a trascender tus ruidos. Si te llevas a tu interior algún asunto de los que hay sobre tu mesa, no te encontrarás porque ese asunto ocupará demasiado espacio tapando lo esencial. Permanecerás conectado con ese asunto y con las personas involucradas en él.

      Con la mente calmada y el corazón sereno, sabemos captar y entender las señales que las situaciones nos están dando y captamos también las señales del tiempo, del momento que estamos viviendo. Estamos más disponibles.

      Confianza

      La confianza es una disposición básica para fluir por la vida y afrontar sus incertidumbres y complejidades con éxito emocional. Sin confianza no hay esperanza, libertad, tolerancia ni posibilidad de aprendizaje a partir de los errores, con lo cual es difícil construir la autoestima y construir relaciones saludables.

      La sabiduría helénica denominaba empistosini, o «creer en», al término confianza. La palabra confianza deriva del latín y, de hecho, podría traducirse por «sin fianza», «sin fiducia» o «prenda que da el contratante en seguridad del buen cumplimiento de su obligación». Sin confianza, sin fe conjunta, no podemos realizar proyectos en cooperación. Como seres relacionales, la confianza es básica para avanzar en la expresión de nuestro pleno potencial.

      La libre decisión de confiar se puede situar en un abanico que va de la confianza profunda a la desconfianza activa. La confianza profunda genera la creación de vínculos humanos sólidos y estables y es la principal fuente de compromiso y fidelidad en la relación interpersonal. Sin verdadera confianza, no hay libre compromiso. La confianza actúa como «pegamento cohesionador» de las relaciones entre personas, grupos, organizaciones y sociedades. Sin confianza hay desvinculación, disgregación, fragmentación interpersonal, organizativa y social.

      Una cosa es la confianza o creencia en uno mismo y autoconfianza; otra, la confianza en los demás, en el futuro de la humanidad, en nuestros líderes políticos y en el proyecto de empresa en el que se pueda estar participando (heteroconfianza); y otra, la confianza de los demás hacia nosotros, o confiabilidad. Cuando confiamos y estamos en un entorno de confianza nos es más fácil vivir nuestro pleno potencial.

      Generamos confianza cuando nos mostramos íntegros, queremos el bien del otro, demostramos capacidad para resolver sus necesidades, somos apreciativos, adoptamos un tono emocional positivo y mantenemos una buena autoestima. Tanto las personas como los sistemas sociales están más dispuestos a la confianza si poseen seguridad interior, si tienen una buena autoestima y confianza en sí mismos, si están dentro de sí de forma potenciada.

      Tendemos a confiar en los demás (heteroconfianza) y a quererlos en la medida en que confiamos en nosotros mismos y tenemos una autoestima alta. Es más fácil confiar en alguien que tiene buena autoestima.

      Tratamos sobre la confianza en la relación que se establece entre el coach y el cliente aquí.

      Imágenes positivas

      «La realidad se condiciona, se reconstruye y, a menudo, se crea mediante nuestras imágenes anticipadoras. El cambio se inicia en las imágenes que tenemos del futuro».

      (David Cooperrider, 2008).

      Las imágenes que nos atraen y nos inspiran nos dan fuerzas para cambiar las estructuras y mejorar la economía. Los cambios sustanciales y mantenidos en el tiempo no comienzan en la economía ni en las estructuras, sino en las imágenes que mantenemos. Estas nos impulsan a cambiar o a quedarnos estancados sin poder avanzar. El cambio es más profundo cuando somos capaces de crear nuevas imágenes del futuro que sean atractivas y nos estimulen a ser creativos. Las imágenes positivas influyen en el cambio personal, relacional, político, social, cultural, comunitario y organizacional. Se convierten en imágenes guía que nos impulsan a construir el futuro que anhelamos.

      En los años que llevo de experiencia en sesiones acompañando a personas, me doy cuenta de cómo las imágenes movilizan su mundo interior. Cuando cambia la imagen que mantenemos, por una más positiva y atractiva, cambia nuestra visión, se modifica nuestra actitud y mejora nuestro estado vital. Cuando estamos anclados en las imágenes del pasado, especialmente en aquello que no funcionó, que nos traicionó o nos decepcionó, el cambio es más difícil, o no se da porque, al traer esas imágenes al presente, nos quedamos bloqueados. Sentimos rabia, miedo o tristeza y nos cuesta avanzar.

      Si sales a la calle por la mañana con tu mente invadida por imágenes pesimistas acerca de lo que el día te brindará, tu actitud será triste o resignada. Si en cambio sales con imágenes que te inspiran, tu actitud será más proactiva y vivirás tu día en mejores condiciones.

      Centrarnos en lo que funciona, y en aquello de lo que queremos más, nos ayuda a encontrar imágenes positivas de nuestras vivencias. Es a partir de ese espacio emocional positivo desde donde podemos percibir el futuro que queremos. Manteniéndolo en nuestro horizonte, nuestro potencial interior florece y nos lleva hacia lo que queremos alcanzar.

      Véase más sobre el poder de las imágenes positivas cuando trato sobre el principio anticipatorio y sobre la fase de sueños.

      De todas maneras, aunque confiemos y tengamos imágenes que nos atraen hacia un futuro que queremos en el presente, sin compromiso, difícilmente lo lograremos. Veamos el valor del compromiso.

      Compromiso

      El compromiso desencadena el poder e invita al universo a ayudar. Sin compromiso no avanzamos. Sin compromiso no crecemos. Me doy cuenta de que muchas personas se proponen cosas que finalmente no hacen porque no se comprometen. Nuestra voluntad se ha debilitado. Somos marionetas de nuestros deseos y de las circunstancias; y nuestra determinación se quedó dormida o colgando de un hilo.

      Difícilmente podrás llevar a tu vida diaria tus anhelos más elevados si no actúas con compromiso. Necesitas un nivel de compromiso apasionado y sincero que te ayude a superar las debilidades y los percances e imprevistos que se interpongan en tu camino. Con compromiso verás cómo tus energías fluyen. Te lo tienes que proponer, debes querer, tomar la decisión, tener la voluntad, y hacerlo. Ahora. Comprométete y actúa. Atrévete a comprometerte. Comprométete de forma decidida en la práctica de nuevas actitudes, pensamientos y acciones. Cultiva tu plenitud, te lo mereces. Atrévete a liberarte de lo que ya no necesitas, de lo que no es tuyo, de lo que ya pasó.

      Goethe describió los resultados del compromiso así: «Hasta que uno no se compromete, está la duda, la posibilidad de retroceder, siempre sin provecho. Por lo que se refiere a todos los actos de iniciativa (y de creación), hay una verdad elemental cuya ignorancia mata un sinnúmero de ideas, así como espléndidos planes: que en el momento en que uno se compromete de veras, la Providencia también actúa. Para ayudarlo a uno, ocurren todo tipo de cosas que, sin decisión, no ocurrirían jamás. Toda una corriente de acontecimientos se desprende de la decisión, provocando, a favor de uno, todo tipo de incidentes imprevistos, encuentros y ayuda material que nunca nadie hubiera soñado que sucedieran. Cualquier cosa que puedas soñar que puedes hacer, empieza a hacerla. El atrevimiento conlleva genio, poder y magia. ¡Empieza ahora!».

      Comprometerte implica conectar con tus sueños. Mantenerlos en tu visión. No perder de vista el horizonte ni el norte. Clarificar tus metas. Crear lo mejor en ti mismo, ofrecer lo mejor de ti mismo, ser tu mejor versión y no alimentar las otras versiones (las mediocres, atrofiadas, infantiles, complicadas). Si tu horizonte se difumina y te sientes confundido, indaga en ti. Entra en el silencio. Espera. No te precipites en un impulso. Escucha.

      Siente curiosidad por todo lo que sucede en tu interior y por todo lo que te rodea, no dando por buenas y aceptables las respuestas automáticas que tu ego-carácter da a tus preguntas. Busca siempre tu verdad interior, y lo que es auténtico fuera, para no dejarte llevar por los espejismos.

      Puedes preguntarte:

      ¿Qué quiero