León Tolstoi

Anna Karenina


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la culpa de que usted cometa el delito más aborrecible que puede cometer un individuo correcto: no lavarse. ¿De manera que me recomienda que coja a ese hombre por el cuello y...?

      —Exactamente; pero tratando de que sus pequeñas manos estén cerca de sus labios. De esa manera, él las besará y las cosas acabarán a gusto de todo el mundo —respondió Vronsky.

      —Bien, nos vemos a la noche. En el teatro Francés, ¿no?

      Kamerovsky también se puso en pie. Y, sin esperar a que saliese, Vronsky le dio la mano y se marchó al cuarto de aseo.

      Al tiempo que se arreglaba, Petrizky empezó a explicarle su situación. Ya no tenía dinero, su padre no le quería dar más y tampoco pagar sus deudas; el sastre se negaba a hacerle ropa y otro sastre había asumido la misma actitud. Para colmo de males, el Coronel lo iba a expulsar del regimiento si seguía dando esos escándalos, y la Baronesa, con sus ofrecimientos de dinero, se ponía pesada como el plomo... Tenía planeada la conquista de otra belleza, un tipo totalmente oriental...

      —Es, querido, una especie de Rebeca. Ya te la voy a enseñar...

      Después, había una rencilla con Berkchev, que se proponía enviarle los padrinos, aunque se podía asegurar que no iba a hacer nada. Resumidamente, todo marchaba muy bien y era sumamente divertido.

      Petrizky, antes de que Vronsky pudiera reflexionar en aquellas cosas, pasó a relatarle las noticias del día.

      Vronsky, al escucharle, al encontrarse en ese ambiente tan conocido, en su propio piso, donde habitaba hacía tres años, sintió que se sumergía otra vez en la vida alegre y despreocupada de San Petersburgo, y lo sintió con mucha satisfacción.

      —¿Será posible? —preguntó, mientras aflojaba el grifo del lavabo, que dejó caer sobre su cuello rojizo y vigoroso un chorro de agua—. ¿Será posible —dijo nuevamente con tono de incredulidad— que Laura haya abandonado a Fertingov por Mileev? Y él, ¿qué está haciendo? ¿Sigue tan estúpido y tan satisfecho de sí mismo como siempre? Escucha, a propósito, ¿qué pasa con Buzulkov?

      —¿Buzulkov? ¡Si supieras lo que le sucede! Tú conoces su afición al baile. No se pierde ni uno solo de los de la Corte. ¿Sabes que actualmente se llevan unos cascos más ligeros...? Sí, ¡mucho más! Pues bien: él se encontraba allí con su uniforme de gala... ¿Me oyes?

      —Te oigo, te oigo —aseguró Vronsky, al tiempo que se secaba con la toalla de felpa.

      —Una gran duquesa estaba pasando del brazo de un diplomático extranjero y la charla recayó, desgraciadamente, en los cascos nuevos. La gran duquesa quiso mostrarle uno al diplomático y viendo a un buen muchacho con el casco en la cabeza —y Petrizky trató de remedar la actitud y los gestos de Buzulkov— le pidió que le hiciese el favor de dejárselo. Y él, sin hacer el más mínimo movimiento ¿Y esa actitud qué significaba? Comienzan a hacerle señas, indicaciones, le guiñan el ojo... ¡Y él sigue inmóvil como un muerto! ¿Entiendes la situación? Entonces uno... —no sé cómo se llama, nunca me acuerdo —va a tratar de quitarle el casco. Buzulkov se defiende. Y finalmente otro se lo arranca a la fuerza y se lo da a la gran duquesa. «Este es el modelo más reciente de cascos», dice, volviéndolo. Y de repente ven que sale del casco... ¿Sabes qué? ¡Bombones, chico, dos libras de bombones! ¡Y una pera, una pera! ¡El muy animal iba bien aprovisionado!

      Vronsky reía hasta saltarle las lágrimas. Por largo rato, cada vez que le venía a la mente la historia del casco, se reía jovialmente, y al hacerlo, mostraba su bella dentadura.

      Vronsky, una vez informado de las noticias recientes, se puso el uniforme con ayuda de su sirviente y fue a presentarse en la Comandancia militar. Después se proponía visitar a su hermano, pasar por casa de Betsy y hacer otras visitas que le reincorporasen a la vida social y le diesen la posibilidad de encontrar a Anna Karenina. Entonces, salió para volver, como es costumbre en San Petersburgo, muy entrada la tarde.

      1 Pan en forma de rueda, tradicional de Europa del Este, servido durante comidas rituales e importantes.

      2 Antigua medida de peso rusa, que equivale a 16,4 kg.

      3 Era una forma de gobierno local que fue instituida durante las reformas liberales del Zar Alexander II, en la Rusia imperial.

      4 En francés, polvo de arroz y vinagres de tocador.

      5 Sopa y plato tradicional ruso, respectivamente.

      6 En alemán, «Es divino, cuando supero mis deseos terrenales, pero sin embargo, cuando no lo consigo también puede ser muy placentero».

      7 Antigua moneda rusa, equivalente a un centavo de rublo.

      8 Calzado hecho con fibra de abedul. Está hecho como una cesta que se teje y adapta al pie.

      9 En francés antiguo: «vergüenza a quién piense mal de ello».

      10 En francés: «estás viviendo el perfecto sueño del amor. Mucho mejor, querida, mucho mejor…».

      11 En francés, joyería.

      12 En ruso, un tipo de abrigo.

      13 Es un abrigo tradicional ruso, amplio y cálido, sin cinturón, que generalmente consiste en una piel de oveja, con la lana hacia adentro y el cuero hacia fuera.

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