Inazo Nitobe

Bushido


Скачать книгу

pero la delicadeza del sabor sigue animando. En pocas palabras, el Bushido ha obedecido la más elevada ley enunciada por Uno cuyo propio exponente saluda y confiesa como su Maestro: “Excepto que un grano de maíz muera, permanece solo; pero si muere, traerá muchos frutos.”

      ¿Ha idealizado el Dr. Nitobe el Bushido? ¿Cómo podría hacerlo?, nos preguntamos. Se llama a sí mismo “defensor”. En todos los credos, cultos y sistemas, mientras el ideal crece, los ejemplares y los exponentes varían. La ley es la acumulación gradual y la lenta obtención de la armonía. El Bushido nunca alcanzó un objetivo final. Estaba demasiado vivo, y finalmente murió sólo en cuanto a su esplendor y fuerza. El choque del movimiento mundial —así llamamos a la acometida de influencias y eventos que siguieron Perry y Harris— con el feudalismo en Japón no encontró en el Bushido una momia embalsamada, sino un alma viva. Lo que realmente se encontró fue el acelerado espíritu de la humanidad. Entonces el menor fue bendecido por el mayor. Sin perder lo mejor de su propia historia y civilización, Japón, siguiendo sus propios y nobles precedentes, adoptó primero y adaptó después las opciones que el mundo tenía que ofrecer. Así, su oportunidad de bendecir Asia y la raza fue única y ha sabido aprovecharl a—“con una difusión aún más intensa”. Hoy en día, Japón ha venido hacia nosotros con sus manos cargadas de regalos, no sólo para nuestros jardines, nuestro arte, nuestros hogares enriquecidos por las flores, los cuadros y los hermosos objetos, tanto si son “bagatelas de un momento o triunfos para toda la vida”, sino también en cuanto a la cultura física, la higiene pública y las lecciones sobre la paz y la guerra.

      Nuestro autor nos puede enseñar, no sólo en su discurso como abogado y consejero de la defensa, sino como profeta y sabio cabeza de familia, rico en cosas nuevas y viejas. No hay otro hombre en Japón que haya unido de un modo más armonioso los preceptos y la práctica de su propio Bushido en la vida y en el trabajo, en el arte manual y el de la pluma, en la cultura del país y del alma. Iluminador del pasado nipón, el Dr. Nitobe es un auténtico hacedor del nuevo Japón. En Formosa, el nuevo aumento del imperio, igual que en Kioto, es el erudito y el hombre práctico, ducho en la ciencia más novedosa y en la más antigua diligencia.

      Este pequeño libro sobre el Bushido es más que un mensaje pesado para los países anglosajones. Es una notable contribución a la solución del mayor problema de este siglo: la reconciliación y unidad de Este y Oeste.

      Antiguamente existían muchas civilizaciones; en un mundo mejor que está por venir, sólo habrá una. En la actualidad, los términos “Oriente” y “Occidente”, con toda su carga de mutua ignorancia e insolencia, están a punto de dejar de existir. Como un eficaz término medio entre la sabiduría y el comunismo de Asia y la energía y el individualismo de Europa y América, Japón ya está trabajando con una energía irresistible.

      Instruido en temas antiguos y modernos y cultivado en las literaturas del mundo, el Dr. Nitobe muestra aquí estar admirablemente dotado para una tarea agradable. Es un verdadero intérprete y reconciliador. No necesita disculparse por su propia actitud hacia el Maestro a quien ha seguido fielmente durante tanto tiempo. ¿Qué estudioso, familiarizado con las vías del espíritu y con la historia de la raza tal y como las conduce el Amigo Infinito del hombre, debe marcar la diferencia en todas las religiones entre las enseñanzas del Fundador y los documentos originales y las adiciones étnicas, racionalistas y eclesiásticas? La doctrina de los testamentos, a la que se ha hecho alusión en el prólogo a la primera edición, es la enseñanza del que ha venido, no a destruir, sino a satisfacer. Incluso en Japón, la cristiandad, desprovista de su molde extranjero original, dejará de ser algo exótico y hundirá sus raíces profundamente en el suelo en el que ha crecido el Bushido. Despojada por igual de sus vendas y de sus uniformes extranjeros, la iglesia del Fundador será tan nativa como el aire.

      William Elliot Griffis Itaca, mayo 1905.

      AQUEL CAMINO,

      sobre la montaña, que quien se halla en él

      puede dudar si es una carretera,

      mientras que si lo contempla desde el yermo

      ve que la vía asciende claramente desde la base hasta la cima,

      precisa, inconfundible. ¿Qué son un par de grietas

      vistas desde los desiertos uniformes de ambos lados?

      Además (para introducir filosofía fresca),

      ¿y si las propias grietas resultaran ser al final

      la más consumada de las invenciones

      para adiestrar el ojo del hombre, para enseñarle lo que es la fe?

      Robert Browning, Apología del Obispo Blougram

      Existen, si se me permite decirlo así, tres poderosos espíritus que, de cuando en cuando, se han agitado sobre la superficie de las aguas y han dado un impulso predominante a los sentimientos y energías morales de la humanidad. Son los espíritus de la libertad, la religión y el honor.

      Hallam, Europa en la Edad Media

      La caballería es en sí misma la poesía de la vida.

      Schlegel, Filosofía de la Historia

       CAPÍTULO I

      EL BUSHIDO COMO UN SISTEMA ÉTICO

      La caballerosidad es una flor tan originaria de la tierra de Japón como su emblema, la flor del cerezo; no es un espécimen seco de una antigua virtud preservado en el herbario de nuestra historia. Aún es un objeto viviente de poder y belleza entre nosotros y, aunque no tiene una forma definida, perfuma sin embargo la atmósfera moral, y nos hace darnos cuenta de que aún nos hallamos bajo su potente hechizo. Las condiciones de la sociedad que la introdujo y la nutrió desaparecieron hace mucho; pero, del mismo modo que las estrellas distantes que un día estuvieron y ya no están, aún siguen cayendo sus rayos sobre nosotros, de manera que la luz del caballero medieval hijo del feudalismo continúa iluminando nuestro camino moral, sobreviviendo a su institución madre. Es un placer para mí reflexionar sobre esta materia en la lengua de Burke, que pronunció el maravilloso y conmovedor elogio sobre el féretro abandonado de su prototipo europeo.

      Arguye un triste defecto de información concerniente al Lejano Oriente el que un estudioso tan erudito como el Dr. George Miller no duda en afirmar que el caballero feudal, o cualquier otro personaje similar, no ha existido jamás, ni entre las naciones antiguas ni entre los orientales actuales1. Tal ignorancia, de cualquier modo, es ampliamente excusable, pues la tercera edición de la obra del buen Doctor apareció el mismo año en que Commodore Perry llamaba a las puertas de nuestra exclusividad. Más de una década después, en la época en que nuestro feudalismo se hallaba en los últimos momentos de su existencia, Karl Marx, escribiendo su Capital, llamó la atención de sus lectores hacia la peculiar ventaja de estudiar las instituciones sociales y políticas del feudalismo, en ese momento sólo observables como fenómeno vivo en Japón. Me gustaría dirigir al estudiante occidental de historia y ética hacia el estudio de la caballería en el Japón actual.

      Por fascinante que pudiera ser una disquisición histórica entre el feudalismo y la caballería europeos y japoneses, no es el propósito de este documento entrar en ello con detalle. Mi intención es, en primer lugar, relatar el origen y las fuentes de nuestra caballería; en segundo lugar, su carácter y enseñanza; en tercer lugar, su influencia sobre las masas, y, en cuarto lugar, la continuidad y permanencia de su influencia. De estos puntos, el primero será breve y rápido, de otro modo tendría que conducir a mis lectores hacia los tortuosos senderos de nuestra historia nacional; el segundo será tratado con mayor detalle, ya que puede interesar más por nuestros modos de pensamiento y acción a los estudiosos de ética internacional y etología comparada; el resto serán tratados como corolarios.

      La palabra japonesa “bushido” significa El camino del guerrero, los usos que los nobles luchadores debían observar tanto en su vida diaria como en su vocación; en una palabra, los “Preceptos del guerrero”, el noblesse oblige de la clase guerrera. La utilización del término original sólo es aconsejable por el motivo