Mauro F. Guillen

2030: Cómo las tendencias actuales darán forma a un nuevo mundo


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realidad. Sus representaciones cartográficas en nuestros libros de texto subestiman enormemente su verdadero tamaño en relación con el hemisferio norte. La figura 4 muestra que la masa continental de África es más o menos tan grande como China, India, Europa Occidental y Oriental, Estados Unidos y Japón combinados.

      Figura 4

      Por supuesto, África tiene desiertos grandes e inhabitables, pero ocurre lo mismo con cada uno de los países representados en el mapa (excepto Japón). Incluso Europa tiene desiertos; la famosa película Lawrence de Arabia no se filmó en la península Arábiga sino, en su mayor parte, en el sur de España. Incluso si tomamos en cuenta la inmensidad de los desiertos africanos, en este continente se encuentran las mayores extensiones de tierras fértiles, aunque en su mayoría desaprovechadas para el desarrollo agrícola. Dado el tamaño de África es poco probable que sufra de sobrepoblación. Este continente cuenta actualmente con 1,300 millones de personas; los otros países del mapa tienen poblaciones que superan los 3,500 millones. Actualmente la densidad poblacional por kilómetro cuadrado es más de tres veces mayor en Asia que en África, y cuatro veces en Europa.

      El crecimiento demográfico africano crea problemas espinosos. El continente es hogar de algunos de los conflictos religiosos y étnicos más inmanejables del mundo. Las décadas de guerras civiles intermitentes, atizadas por la Guerra Fría, han hecho estragos con la infraestructura del continente. Las instituciones políticas y sociales en particular, desde las estructuras gubernamentales y el sistema judicial hasta las instituciones civiles, han sufrido inmensamente o nunca lograron desarrollarse, provocando la mayor concentración de “Estados fallidos” del planeta. Cerca de la mitad de los 54 Estados soberanos de África están aquejados por el caos político, la anarquía y la ilegalidad. Buena parte de la migración de las zonas rurales a las ciudades, y de éstas a los destinos internacionales, en particular los europeos, se debe a los conflictos y la violencia, que ponen en peligro no sólo la seguridad personal sino también el desarrollo económico.

      Así pues, África no está libre de peligros, pero los beneficios potenciales para su propia población en crecimiento son inmensos. El ascenso poblacional de África la convierte en una fuerza que ya no puede ser ignorada; su suerte, buena o mala, será de trascendencia planetaria. Si las cosas salen bien África será un continente vibrante y dinámico cuyos beneficios se extenderán por el mundo. Si las cosas salen mal, las consecuencias negativas se sentirán por todo el planeta. La demografía no es destino, pero sí determina la vida de las personas.

      La gran oportunidad de alimentar a la población africana

      La mayoría de la gente cree que las grandes oportunidades de negocios se encuentran en el sector de los servicios y pueden explotarse mediante plataformas tecnológicas o apps. Pensemos lateralmente sobre el crecimiento demográfico en África. Según el Banco Mundial, para 2030 la agricultura africana se convertirá en un sector con valor de billones de dólares. Es una auténtica mina de oro en proceso, y una que bien puede transformar la economía global en su conjunto. El futuro de los bebés africanos, la mayoría de los cuales nace en áreas rurales, depende de la transformación de su sector agrícola. A pesar de sus enormes extensiones de tierra y agua en abundancia, el continente es actualmente un importador neto de alimentos. Y si bien industrias extractivas como el cacao, la minería y el aceite han sido fundamentales durante muchísimo tiempo para las economías nacionales, en el futuro cercano la mayoría del crecimiento en África se deberá a la expansión de la agricultura y las manufacturas y servicios que atenderán a la creciente población del continente. El desafío agrícola es doble: cultivar hasta dos millones de kilómetros cuadrados de tierras —más o menos la superficie de México— e incrementar dramáticamente la productividad.

      África está por ver una doble revolución, agrícola e industrial, parecida a las que ocurrieron en Europa, América y el este de Asia en siglos pasados. Pensemos en los beneficios de crear una dinámica virtuosa alrededor de un sector agrícola en expansión. Un granjero necesita mejores insumos, como semillas y fertilizantes, para aumentar la productividad y disfrutar una mejor calidad de vida. Su éxito alimenta, a su vez, la creación de empleos de apoyo a la agricultura en su aldea, incluyendo los de reparación de tractores y otra maquinaria. Cuando los cultivos de subsistencia evolucionan hasta modelos agrícolas de alto rendimiento los excedentes se llevan a las ciudades en crecimiento, reduciendo así los volúmenes de alimentos importados. La transformación de los alimentos crudos en comidas preparadas o frutas enlatadas crea aún más empleos, tal vez millones en todo el continente, y esto da lugar a su vez a una próspera economía manufacturera y un pujante sector de servicios que distribuye y vende los bienes procesados a la población urbana. En eso consiste, en resumen, la revolución agrícola-industrial que le espera a África.

      Para lograr este potencial hay muchos tipos de organizaciones y compañías que están aportando nuevas ideas y nuevas prácticas a la agricultura africana. Por ejemplo, la Fundación Africana de Tecnología Agrícola le ha enseñado a quienes practican la agricultura de subsistencia técnicas de muestreo de suelos y selección de semillas. Según el personal de campo de la fundación, “Algunos granjeros se rieron cuando les explicamos que si preparan adecuadamente sus campos, usan las semillas correctas y emplean fertilizantes sus cosechas se multiplicarían por diez. Es un lenguaje que nunca oyeron antes”. Pensemos en el caso de Samuel Owiti Awino. Su granja en la región del lago Victoria de Kenia ha sido azotada por lluvias irregulares y la destructiva hierba Striga. Desesperado, ha intentado todos los trucos imaginables para producir una cosecha suficientemente buena para mantener a su familia y tener un excedente que vender en el mercado local. “Cuando estás enfermo y no sabes qué te aqueja te tomas cualquier brebaje que te ofrezcan, esperando que alguno termine por curarte”, dice. “Eso es lo que he estado haciendo durante mucho tiempo con mi granja.” Awino no dio crédito cuando comprobó que su parcela de prueba rendía el doble de maíz que su mejor parcela tradicional.

      A diferencia de lo que sostienen los alarmistas que acuñaron el término bomba de población, el crecimiento demográfico podría ser el incentivo que necesita África para impulsar su sector agrícola, lo que a su vez crearía empleos y generaría actividades económicas relacionadas, no sólo en África sino también en otras partes del mundo. Las mejoras en gestión de suelos, irrigación y distribución pueden producir enormes beneficios.

      El futuro de África depende de la conversión de granjeros de subsistencia, como Awino, en agricultores sofisticados. Una forma ingeniosa de convertir el estallido poblacional africano en una oportunidad tiene que ver con el cultivo, la cosecha y el procesamiento de una planta prodigiosa llamada tapioca o mandioca. Este vegetal de raíz, nativo de América del Sur, es notablemente resistente a las sequías, puede cosecharse en cualquier momento, con una flexible ventana de 18 meses, y requiere trabajo manual para plantarse, lo que proporciona a la población local una fuente de ingresos. En los países en desarrollo la tapioca ya representa la tercera fuente de carbohidratos, después del arroz y el maíz, y actualmente se usa sobre todo para producir harina y cerveza. En el África subsahariana al menos 300 millones de personas dependen de ella para satisfacer sus necesidades alimentarias diarias. Además, la tapioca es naturalmente libre de gluten y contiene menos azúcar que el trigo, lo que la convierte en una alternativa saludable a los granos y una mejor fuente de carbohidratos para los diabéticos. Conforme se incremente la producción de tapioca en el continente, una parte podría transformarse en productos con valor añadido para exportación: es un componente de las maderas contrachapadas; se usa como relleno de muchos productos farmacéuticos, entre ellos píldoras, tabletas y cremas, y también puede convertirse en biocombustible.

      Para que las inmensas posibilidades de la producción de tapioca se hagan realidad se necesita tanto conocimiento como equipamiento. En el corazón de Zambia, Celestina Mumba pasa muchas horas a la semana demostrándoles a otros granjeros de tapioca cómo mejorar su rendimiento mediante técnicas sencillas como la selección de semillas y el espaciamiento de plantas. Se ha convertido en experta y ahora pasa la mayoría del tiempo ayudando a los demás a usar los mejores métodos a su disposición. A 3,000 kilómetros de allí, en Nigeria, el pastor Felix Afolabi fundó Afolabi Agro Divine Ventures para darle tutorías a jóvenes granjeros