más o menos luminosos (grises), que constituyen la gama tonal de una fotografía en blanco y negro. Cada tono está relacionado con la luz y el color que representa; por lo tanto, cada color real de la escena se traducirá en un tono de gris en la fotografía, dependiendo de la luz que refleje y de su longitud de onda.
La relación y el equilibrio entre el contraste y la gama tonal es el gran reto de la fotografía en blanco y negro. A mayor contraste menor gama y viceversa.
El contraste nace de la alternancia entre las luces y las sombras de una escena, es decir, de la diferencia de tonos entre las distintas zonas de la imagen o del grado de densidad de luz que reflejan los objetos de dicha escena. A mayor diferencia de tonos mayor contraste y viceversa. A la diferencia o escala que existe entre el valor máximo y el valor mínimo de luminosidad se le denomina rango dinámico, y es aplicable tanto a una escena, como a una película, a un sensor o a una copia, pudiendo expandirse o contraerse, tanto en la toma como durante el procesado.
El tono y el contraste dependen, evidentemente, de la situación de la luz respecto a la escena y de la hora del día en la que se fotografíe dicha escena. La elección y utilización del contraste y la gama tonal de una fotografía debería ser pensada desde la toma, en lo que se conoce como “interpretación de la escena”. No obstante, tanto en fotografía química como numérica, existen múltiples técnicas que permiten su modificación al alza o a la baja durante el procesado de la imagen.
LA TRIDIMENSIONALIDAD
Uno de los aspectos más desafortunados de la fotografía, es su incapacidad para mostrar un mundo tridimensional dentro de un espacio bidimensional. El problema de la falta de profundidad real en nuestras imágenes se incrementa en la fotografía monocromática al desaparecer los colores, y aunque la mente humana es muy hábil cuando se trata de interpretar una sensación de profundidad, cuando creamos una fotografía necesitamos apelar constantemente a la imaginación para representarla tridimensionalmente.
Una imagen sobre pantalla o una fotografía sobre papel, representan solamente en dos dimensiones la realidad tridimensional. El fotógrafo debe buscar estrategias visuales para acentuar en su obra la tercera dimensión.
En la construcción de fotografías en blanco y negro, recurrimos a un conjunto de técnicas para variar la sensación de tridimensionalidad, por ejemplo, la utilización de una determinada longitud focal, la elección de un determinado punto de vista durante la toma, el aumento o disminución de la profundidad de campo, o la variación de la distancia hiperfocal. Pero, además, existen algunas estrategias que pueden ayudarnos a enfatizar el aspecto tridimensional.
Separar el primer plano del fondo y desenfocar uno de los dos
En casi todas las construcciones fotográficas, resulta habitual colocar el objeto principal o al sujeto protagonista en primer plano, y reservar el fondo para el entorno. En algunos casos, invertir este concepto puede aportar soluciones creativas, permitiendo largos y profundos recorridos visuales en la imagen.
Utilizar la luz para acentuar la profundidad
Una iluminación plana y uniforme, procedente de una única fuente, permite ocultar detalles creando muy pocas sombras, y matizando el contraste. Por el contrario, una luz baja y rasante ayudará a destacar texturas y formas, aumentará el contraste y aportará una mayor sensación de profundidad.
Colocar estratégicamente los elementos de la imagen
La habilidad del fotógrafo para manejar el espacio y la perspectiva, permiten fijar puntos de interés, y ayudan al espectador a recorrer la imagen siguiendo una ruta previamente trazada. La cuidadosa colocación de los elementos dentro de la imagen, por ejemplo en triángulo, o trazando una línea diagonal, ayuda a crear la sensación de tridimensionalidad y otorga mayor profundidad a la imagen.
Utilizar sombras y reflejos creativos
Buscar la direccionalidad de las sombras en lo que se conoce como efecto positivo-negativo, o apoyar la construcción de la imagen en los reflejos propios o de elementos comunes en la escena, ofrece percepciones tridimensionales a nuestras imágenes.
LA COMPOSICIÓN
El cuarto elemento básico es la composición, que representa para cualquier fotografía uno de sus principios elementales más sólidos. Componer significa en realidad, seleccionar y organizar todos y cada uno de los elementos que forman parte de la imagen, con el propósito de conseguir un resultado visual acorde con nuestra idea.
Ante la ausencia del color, la fotografía en blanco y negro exige al fotógrafo una concentración especial sobre la concepción visual y compositiva de la escena. La percepción, el análisis, y la reflexión, formarán parte de este trabajo mental que debemos que realizar durante la toma, cuando ponemos los cimientos de nuestra construcción fotográfica. Es necesario preguntarse siempre, qué elementos de la escena original entrarán en el encuadre, y de qué forma deberán ordenarse.
Los puntos, las líneas, las formas, las texturas y los volúmenes, son ingredientes fundamentales en nuestras composiciones; es muy recomendable basarse en ellos para construir nuestras fotografías. Además, en la sintaxis visual, existen fundamentos compositivos como el equilibrio, la tensión, el ritmo, el movimiento, la simetría, la armonía, o la dimensión, que también pueden ayudarnos en este proceso.
La composición representa un aspecto importantísimo en una fotografía.
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