Viviana Vásquez

Educación invisible


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En todo este caminar, descubrí la guía fraterna de Karl Rogers, quien me enseñó a mirar a la gente con optimismo, pues las personas somos seres activos y podemos luchar por estar mejor, pese a las adversidades, gracias a los procesos de resiliencia. Junto a ello descubrí que “la experiencia era la autoridad suprema”, pues a través de ella podíamos construir nuestra salud mental y nuestro desarrollo personal, para luego transmitirlo a nuestros estudiantes.

      En este contexto personal de la educación humanista es que coincidimos en nuestra vida con Viviana, la autora de este libro. Recibí su invitación de participar, modestamente, en la corrección de su texto. Recordé una frase de Rogers: “ Me siento conmovido y realizado cuando entreveo el hecho, o me permito la sensación, de que a alguien le importo, de que me acepta, me admira o me alaba”, pues en esa invitación sentí su afecto y respeto, lo que sin duda provocó en mí un efecto de bienestar emocional y mental.

      Con el caminar juntos, descubrí en ella a una persona afectuosa, autodidacta y creativa. Descubrí en ella a una educadora, a una artista, a una madre, que compartía conmigo la convicción de que los estudiantes son sujetos de amor y que, por extensión, “las personas son tan hermosas como las puestas de sol, si se les permite que lo sean… en realidad, puede que la razón por la que apreciamos verdaderamente una puesta de sol es porque no podemos controlarla” y que un niño o niña “al descubrir que es amado por ser como es, no por lo que pretende ser, sentirá que merece respeto y amor”. Descubrí que era fiel a sí misma, capaz de sentirse autorrealizada y capaz de compartir su auténtico bienestar con los demás.

      Estimado lector, estimada lectora, te invito a introducirte a la lectura de esta obra. En ella encontrarás una mirada de su autora al mundo de la educación chilena, desde la razón y la emoción, a sus partes formales e informales, a sus veladuras, a la educación invisible. A mirar hacia su interior, hacia nuestro interior. Recuerda que “No podemos cambiar, no podemos alejarnos de lo que somos hasta que aceptamos lo que somos. Entonces el cambio parece llegar casi desapercibido”. “La única persona bien educada es la que ha aprendido a aprender y cambiar”.

      La autora nos invita a mirar esa realidad, pues de nada sirve esconderla, porque si no la asumimos, los problemas que en ella subyacen, jamás serán superados.

      En el texto no sólo encontrarás la descripción de problemas. Eso sólo sería nada más que un diagnóstico. Descubrirás en él una propuesta creativa, entendiendo que “la esencia misma de la creatividad es su novedad, y por lo tanto no tenemos ninguna norma para juzgarlo”. Una propuesta que propende al aprendizaje significativo, “el que provoca cambios profundos en el individuo, que debe ser fuerte, y no limitarse a un aumento de conocimiento, sino abarcar todas las partes de la existencia”.

      “El hombre que se educa es aquel que aprende a aprender”

      (Karl Rogers)

      EDUCACIÓN INVISIBLE

      “NO MÁS LADRILLOS EN LA PARED”

      (aludiendo a la canción de Pink Floyd

      “Another brick in the Wall”)

      INTRODUCCIÓN

      Cuando hablamos de educación, es fundamental contar con una guía por donde avanzar y explorar. Creo que la educación es como el universo, infinito, lo podemos analizar y ver desde diferentes puntos de vistas, solo conocemos una parte del todo. Entonces, propongo como guía girar en torno a tres preguntas fundamentales para ir avanzando en este universo educacional, donde cada actor es un planeta que influye más o menos en el Sistema. Las tres preguntas son: ¿Para qué educamos?, ¿Cómo estamos educando? y ¿Qué educamos?

      ¿Para qué educamos? Pregunta que nos lleva a reflexionar sobre el propósito de la educación chilena ¿Cómo estamos educando? La forma en que diseñamos las acciones educativas y sus metodologías. Finalmente, ¿Qué educamos? Nos lleva a las asignaturas que se imparten y sus tiempos de desarrollo. Creo que es tiempo de reflexionar y conversar de educación con los actores y protagonistas reales, en virtud de estas tres preguntas simples, integrales y básicas para construir un nuevo modelo educacional sistemático en sintonía con la educación invisible.

      Cuando hablamos de Educación, lo primero que se nos viene a la mente es el colegio, pensamos que allá está la educación, que nuestro hijo o hija son educados por asistir a un centro educacional y luego pasan a estudios superiores en alguna universidad o instituto. Creemos que la educación está entre cuatro paredes de una sala con pizarra y profesor; uniformados, puestos en orden por niveles de aprendizajes, todos iguales, para luego obtener la certificación y formar parte de la gran muralla de ladrillo. Pensamos que mientras pagamos un arancel, que generalmente sobrepasa el presupuesto mensual de las familias, es más educado; suponemos que asistiendo a un colegio con una metodología diferente es más educado; creyendo que los 12 años escolares son suficiente; que el proyecto JEC (jornada escolar completa) va a impulsar a un aprendiz más preparado en calidad y oportunidad. Haciendo de la educación un recurso, un bien o un servicio vendible dado que es una necesidad del orden secundario, tratando de satisfacer esta necesidad a cualquier precio, y claro los que pueden pagar por un mejor sistema educacional lo pagan; comenzando entre ellos la competencia educacional por dar un mejor servicio al cliente, perdón al alumno1. ¿Qué mejoran? Por ejemplo: mejoran en la infraestructura, en los recursos tecnológicos y digitales con un profesional a cargo, en la calidad del cuerpo docente, administración más competente, mejoran en los protocolos en diferentes ítems, contratación de más personal para enfermería, psicólogo, pedagogo, etc. Podríamos pensar que ofrecen mejor calidad en la infraestructura, espacios más temperados, mayor equipamiento, etc., manteniendo también vigente el prestigio de antaño, como plus a una sociedad clasista, no es lo mismo decir: estudié en el “Blablablá School”; que decir: salí del liceo Tres Palitos, se entiende la idea. Pero ¿a eso le llamamos educación de calidad? El resto de las familias que no puede pagar esa “mejor educación de calidad” y prestigio, recoge los retazos de contenidos e infraestructura, que deja la ola del gobierno de turno.

      Por otro lado, sucede que cuando hablamos de educación el concepto en sí mismo ya es grave, se hace pesado de tanto intelectualismo y libros conceptuales con un caminar majestuoso e importante dentro del desarrollo del ser humano; esto da pie para que no se cuestione y se reflexione nada, dado que el camino es el mismo de siempre, está comprobado en los años de experiencias sin poder hacernos las preguntas importantes, sobre los hilos que pende. Hoy en día existe un aire de sin sentido, todos entramos a ciegas a las máquinas de ladrillos, sin preguntarnos antes ¿para qué educamos?, ¿cómo educamos? y ¿Qué educamos?

      No estoy diciendo que la educación no sea necesaria para el hombre y mujer en vías de desarrollo, es más la brecha que existe entre el ser educado al ser ignorante, uffff el costo es muy, pero muy alto, lo único bueno de la ignorancia es “pecar de ignorante” ya que no duele tanto a la conciencia, en donde unos aprenden y otros no quieren aprender. Para mí, al igual que para Mandela2 , la educación es el camino que da las posibles soluciones a las diferentes crisis mundiales. Muy bien lo sabe Malala3, cuando señala que el ser educado camina hacia la libertad, hacia tomar más conciencia en diferentes ámbitos y profundidad, insisto el tema es para qué, cómo y qué educamos.

      Mira, en esta oportunidad no quiero hablar de la larga línea de tiempo histórica de la educación chilena, cuándo, dónde y en qué gobierno empieza; no porque no sea importante, sino que ya está muy bien escrito por otros autores; en la web podrás encontrar muchas páginas con información al respecto.

      Lo relevante aquí, es rescatar, bajo qué estructura y paradigmas se da, qué creemos o nos han hecho creer, cuál es la mejor educación para nuestros hijos en el futuro, cuál es el aire que respira y cuánto se valora la educación no solo sistemática, sino que integrar la educación invisible, lo que está detrás de la educación, qué la sostiene, como por ejemplo lo emocional y el sentido. A esto le llamo educación invisible o informal.

      Estimado lector, te invito a esta clase sin pauta curricular del ministerio, sin uniforme y sala de clase, sin prueba de diagnóstico y notas; es una clase donde pone en evidencia la enfermedad de la educación, el sin sentido, evidencias