Sinónimos:
Finalización, interrupción; poco común feticidio.
“Ha abortado”.
[Fuente: Google]
Ninguna mujer aborta por diversión.
Elizabeth Joan Smith, política canadiense
Ninguna mujer puede considerarse libre hasta que haya elegido de forma deliberada si quiere o no quiere ser madre.
Margaret Sanger, fundadora de Planned Parenthood
Me he fijado que todo el mundo a favor del aborto ya ha nacido. Ronald Reagan
La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes. Martin Luther King Jr.
Una persona es una persona sin importar lo pequeña que sea.
Dr. Seuss, Horton Hears a Who
Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos
vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos.
Salmo 139:15-16
UNA NOTA PERSONAL AL LECTOR
Desde el principio queremos reconocer que, como lector, puedes estar abordando el tema desde una gran variedad de perspectivas diferentes.
Quizás seas alguien que siente una gran preocupación por el aborto como un asunto político y social en nuestra sociedad, y buscas comprender mejor y aclarar lo que la Biblia enseña y lo que los cristianos creen sobre este tema.
O quizás tus preguntas sean mucho más persona- les: tú misma has abortado y estás procesando algunas cuestiones y emociones, incluso años más tarde. Quizás te estés planteando ahora mismo abortar y no sabes qué hacer al escuchar varias voces fuertes y opuestas —la tuya propia al igual que las de otras personas—. O quizás estás experimentando las consecuencias del aborto como pareja, padre, abuelo o abuela, hijo o hija.
Queremos que sepas que, por muy difícil que sea tu situación en este momento, creemos que Dios es, ante todo y sobre todo, un Dios de amor y de compasión. Por favor, perdónanos si decimos algo de manera torpe a la hora de hablar de este tema. Sin duda, no queremos causarte ningún dolor innecesario. Por el contrario, esperamos que encuentres consuelo, sanidad y esperanza en el mensaje del evangelio y de la comunión del pueblo de Dios.
Lizzie Ling y Vaughan Roberts
¿DÓNDE ESTAMOS?
CAPÍTULO UNO
Se estima que cada año, en todo el mundo, se llevan a cabo alrededor de 40 millones de abortos. En Estados Unidos, de media 2400 abortos al día y, en el Reino Unido, alrededor de 600.
Esto tiene consecuencias. Algunas personas expe- rimentan relativamente pocas, aunque muchos re- conocen que son reales y dañinas, tanto para los hombres como para las mujeres.
Entonces, llegamos a las preguntas aún más importantes. ¿Qué opina Dios de estas cosas? ¿Qué tiene que decir la Biblia? ¿Es así cómo debería ser? ¿Está bien?
Asimismo, queremos comprender nuestra responsabilidad individual. ¿Cómo deberíamos apoyar a aquellas personas para las que se trata de un tema muy personal (quizás estén planteándose abortar o están sufriendo debido a que llevaron a cabo uno en el pasado) y cómo podemos hacerlo bien? ¿Qué ocurre con las campañas políticas para concienciar a la gente y promover el cambio legislativo?
El objetivo de este breve libro es explorar algunas de estas cuestiones a medida que reflexionamos de manera práctica y bíblica sobre este tema.
Con frecuencia, acusan a los que están en contra del aborto de adoptar su opinión como parte de un “conjunto de medidas” sin haber reflexionado en ello. Debido a sus creencias religiosas o afiliaciones políticas, la gente se considera antiaborto o provida, pero en realidad no saben por qué.
Un gran número de los que lean este libro serán creyentes cristianos. Otros lectores quizás no se con- sideren cristianos, pero quieran saber por qué los cristianos piensan de la manera en la que lo hacen. Esperamos que este libro permita a todo el mundo sentirse con más confianza para hablar sobre el tema, ya sea en la esfera pública o simplemente tratando de ayudar a algún amigo o familiar.
¿DÓNDE ESTAMOS?
No podemos negar que ya no existe un consenso moral sobre muchas de las cuestiones a las que nos enfrentamos hoy en día; algunos dirían que hemos perdido el rumbo. Los valores que en el pasado respaldaban nuestras acciones en el día a día, ya no se reconocen y no estamos seguros, entonces, de lo que es correcto o incorrecto (de lo que está bien o mal).
Esto es lo que ocurre con el aborto, respecto al que existe un amplio rango de pensamientos y opiniones (opiniones que se defienden con mucha intensidad). El debate es acalorado, por lo que es difícil implicarse con quienes tienen opiniones diferentes a las nuestras. A menudo, este gira en torno a casos extremos, que, aunque son poco comunes, presentan situaciones desesperadas y desgarradoras. Las emociones están a flor de piel.
Este es el contexto en el que los cristianos estamos llamados a pensar, hablar y actuar. Sin embargo, se trata de una tarea complicada por lo que tendemos, por defecto, a retirarnos y mantenernos callados. No solo evitamos las conversaciones sobre este tema con nuestros familiares y amigos que no comparten nuestra fe, sino que evitamos también hablar del aborto en las iglesias. Esto se debe en gran medida a dos razones. Primero: no hemos dedicado el tiempo suficiente a pensar con detalle sobre esta cuestión y a desarrollar convicciones firmes. Segundo: nos resulta difícil debatir sobre un tema tan sensible y no sabemos por dónde empezar.
El resultado es que somos vulnerables a seguir la corriente cuando esta cuestión afecte a nuestras vidas. Al enfrentarnos de repente a un embarazo no deseado, por ejemplo, corremos el riesgo de tomar decisiones de las que quizás nos arrepentiremos. Por otra parte, los que están sufriendo como resultado de un aborto también se quedan sin la ayuda y el cuidado que necesitan.
Para empezar, vamos a reflexionar un poco más sobre la cultura y el ambiente en el que nos encontramos.
UN MUNDO QUE NO TIENE SENTIDO
La falta de consenso moral que caracteriza al mundo actual implica que, como sociedad, actuamos con frecuencia de maneras contradictorias. La mayoría del tiempo, el comportamiento humano no tiene sentido. Esta es la consecuencia natural de rechazar el marco moral de Dios para la vida, que implica que ahora dependemos de nosotros mismos, confiando en nuestra propia sabiduría e inventando nuestras propias normas. Esta es la razón por la que terminamos jugando a lo que podríamos denominar un “pillapilla ético”.
Imagina a un médico en el ala de neonatología que pasa muchas horas tratando de salvar la vida de un bebé prematuro. En el ala de al lado, un compañero está acabando con la vida de un bebé totalmente sano en el útero de la misma edad gestacional. Un tercer médico, en una clínica del mismo hospital, está tratando de ayudar a una pareja infértil que está desesperada por tener su propio bebé. Por desgracia, estas escenas están relacionadas, ya que, al tratar de resolver nuestros problemas, hemos creado más.14
La práctica médica no es la única en la que se refleja esta contradicción, sino que también la vemos en dos áreas más: el lenguaje que usamos y las leyes que creamos.
EL LENGUAJE QUE USAMOS
Cuando Meghan Markle, la Duquesa de Sussex,