Habiendo mostrado, entonces, que la Palabra de Dios enseña expresa e inequívocamente que el Espíritu es una Persona, la siguiente pregunta a considerar es: ¿Bajo qué carácter debemos considerarlo a Él? ¿Qué rango ocupa Él en la escala de la existencia? Se ha dicho verdaderamente que, «[Sólo hay dos opciones] o Él es Dios, poseyendo como una Persona distinta una inefable unidad de la naturaleza Divina con el Padre y el Hijo; o Él es criatura de Dios separada infinitamente de Él en esencia y dignidad, teniendo solamente una excelencia derivada según el rango de su creación. No hay punto medio entre estas dos posturas, ya que nada intermedio puede admitirse entre el Creador y la criatura. De tal manera que incluso si el Espíritu Santo fuera puesto en la cima de la Creación (aun sobre el más excelso de los ángeles que trasciende sobre el más bajo de los reptiles), el abismo aún sería infinito, y Aquel que es llamado el Espíritu Eterno, no sería Dios» (Robert Hawker).
Ahora nos esforzaremos por mostrar a partir de la Palabra de Verdad que el Espíritu Santo Se distingue por tales nombres y atributos, que está dotado de tal abundancia de poder subestimado y que es el Autor de tales obras que trascienden por completo la capacidad finita y que no pueden pertenecer a nadie más que a Dios mismo. Por misteriosa e inexplicable que pueda ser la existencia de una distinción de Personas en la esencia de la Deidad para la razón humana, sin embargo si nos inclinamos sumisamente a las claras enseñanzas de los Oráculos Divinos, entonces la conclusión de que subsisten tres Personas Divinas que son coesenciales, coeternas y coiguales es inevitable. Aquel de Quien son obras tales como la Creación del universo, la inspiración de las Escrituras, la formación de la humanidad de Cristo, la regeneración y santificación de los elegidos, es y debe ser Dios; o para usar el lenguaje de 2 Corintios 3:17, «Porque el Señor es el Espíritu»
1. El Espíritu Santo es llamado expresamente Dios. Pedro le dijo a Ananías: «¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo?» y luego, en el siguiente versículo, afirma «No has mentido a los hombres, sino a Dios» (Hechos 5:3-4); si, entonces, si mentir al Espíritu Santo es mentirle a Dios, necesariamente sigue que el Espíritu debe ser Dios. Nuevamente, los santos son llamados «el templo de Dios», y la razón que prueba esto es que «el Espíritu de Dios mora en vosotros» (1 Corintios 3:16). De la misma manera, el cuerpo del santo individual es designado, «templo del Espíritu Santo», y luego se hace la exhortación, «glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo» (1 Corintios 6:19-20). En 1 Corintios 12, donde se menciona la diversidad de Sus dones, administraciones y operaciones, se habla de Él de manera individual como «el Espíritu es el mismo» (1 Corintios 12:4), «el Señor es el mismo» (12: 5, «Dios […] es el mismo» (12:6). En 2 Corintios 6:16 al Espíritu Santo se le llama «Dios viviente».
2. El Espíritu Santo es llamado expresamente Jehová, un nombre que es completamente incomunicable para todas las criaturas, y que no se puede aplicar a nadie excepto al Gran Supremo. Fue Jehová Quien habló por boca de todos los santos Profetas desde el principio del mundo (Lucas 1:68, 70), ¡sin embargo, en 2 Pedro 1:20 se declara implícitamente que todos esos Profetas hablaron por «el Espíritu Santo». (cf. también 2 Samuel 23:2-3, y comparar con Hechos 1:16)! Fue a Jehová a Quien Israel tentó en el desierto, «volvieron a pecar contra él, Rebelándose contra el Altísimo» (Salmo 78:17-18), sin embargo, ¡en Isaías 63:10 esto se denomina específicamente, «fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu»! En Deuteronomio 32:12 leemos, «Jehová solo le guió», sin embargo hablando del mismo pueblo, al mismo tiempo, Isaías 63:14 declara, «El Espíritu de Jehová los pastoreó». Fue Jehová Quien le ordenó a Isaías: «Anda, y di a este pueblo: Oíd bien» (6:8-9), ¡mientras que el Apóstol declaró: «Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: Ve a este pueblo, y diles:…» (Hechos 28:25,26)! ¿Qué podría establecer más claramente la identidad de Jehová y el Espíritu Santo? Note que el Espíritu Santo es llamado «el Señor» en 2 Tesalonicenses 3:5.
3. Las perfecciones de Dios se encuentran todas en el Espíritu. ¿Por qué más está determinada la naturaleza de cualquier ser sino por sus propiedades? Aquel que posee las propiedades propias de un ángel o de un hombre es correctamente estimado. Por tanto, el que posee los atributos o propiedades que pertenecen únicamente a Dios, debe ser considerado y adorado como Dios. Las Escrituras afirman muy clara y abundantemente que el Espíritu Santo posee los atributos peculiares de Dios. Le atribuyen absoluta santidad. Como Dios es llamado «Santo», «el Santo», siendo descrito en ello por esa propiedad superlativamente excelente de Su naturaleza en la que Él es «magnífico en santidad» (Éxodo 15:11); así se designa a la Tercera Persona de la Trinidad como «el Espíritu de santidad» (Romanos 1:4) para denotar la santidad de Su naturaleza y la Deidad de Su Persona. El Espíritu es eterno (Hebreos 9:14). Él es omnipresente: «¿A dónde me iré de tu Espíritu?» (Salmo 139:7). Es omnisciente (cf. 1 Corintios 2:10, 11). Él es omnipotente: se le llama «el poder del Altísimo» (Lucas 1:35; cf. también Miqueas 2:8, y compare Isaías 40:28).
4. La absoluta soberanía y supremacía del Espíritu manifiesta Su Deidad. En Mateo 4:1 se nos dice: «Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto»: ¿Quién sino una Persona Divina tenía el derecho de dirigir al Mediador? ¡y a Quién sino a Dios Se hubiera sometido el Redentor! En Juan 3:8, el Señor Jesús hizo una analogía entre el viento que «sopla de donde quiere» (no estando a disposición o dirección de ninguna criatura), y las operaciones imperiales del Espíritu. En 1 Corintios 12:11 se afirma expresamente que el Espíritu Santo tiene la distribución de todos los dones espirituales, y no tiene nada más que Su propio placer por Su gobierno. Debe, entonces, ser «Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos». En Hechos 13:2-4 encontramos al Espíritu Santo llamando a los hombres a la obra del ministerio, que es únicamente una prerrogativa Divina, aunque los malvados lo han abrogado para sí mismos. En estos versículos se encontrará que el Espíritu designó su obra, les ordenó que fueran apartados por la iglesia y los envió. En Hechos 20:28 se dice claramente que el Espíritu Santo puso obispos sobre la iglesia.
5. Las obras atribuidas al Espíritu demuestran claramente Su Deidad. Se Le atribuye la Creación misma, no menos que al Padre y al Hijo: «Su espíritu adornó los cielos» (Job 26:13): «El espíritu de Dios me hizo» (Job 33:4). Está interesado en la obra de la providencia (Isaías 40:13-15; Hechos 16:6-7). Toda la Escritura es inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16), cuya fuente es el Espíritu mismo (2 Pedro 1:21). La humanidad de Cristo fue formada milagrosamente por el Espíritu (Mateo 1:20). Cristo fue ungido por el Espíritu para Su obra (Isaías 61:1; Juan 3:34). Sus milagros fueron realizados por el poder del Espíritu (Mateo 12:38). Fue levantado de entre los muertos por el Espíritu (Romanos 8:11). ¿¡Quién sino una persona Divina podría haber realizado obras como estas!?
Lector, ¿tiene una prueba personal e interna de que el Espíritu Santo no es otro que Dios? ¿Ha obrado en usted lo que ningún poder finito podría hacer? ¿le ha sacado de la muerte a la vida?, ¿le ha hecho una nueva criatura en Cristo?, ¿le ha impartido una fe viva, le ha llenado de santos anhelos de Dios? ¿le insufla el espíritu de oración?, ¿toma las cosas de Cristo y se las muestra?, ¿aplica a su corazón tanto los preceptos como las promesas de Dios? Si es así, tiene usted muchos testigos en su propio seno, de la deidad del Espíritu Santo.
Los puntos de vista correctos del carácter Divino son el fundamento de toda piedad genuina y vital. Entonces, debería ser una de nuestras indagaciones principales buscar el conocimiento de Dios. Sin el verdadero conocimiento de Dios, en Su naturaleza y atributos, no podemos adorarlo de manera aceptable ni servirlo correctamente.
Ahora las tres Personas en la Deidad Se han revelado bondadosamente a Sí mismas a través de una variedad de nombres y títulos. Somos completamente incapaces de comprender la Naturaleza de Dios, pero Su persona y carácter pueden ser conocidos. Cada nombre o título que Dios Se ha apropiado para Sí mismo es aquel por el cual Él Se revela a nosotros, y por el cual Él quiere que Lo conozcamos y Lo poseamos. Por lo tanto, cualquier nombre que Dios Se atribuye