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El elenco
La historia moderna de Machu Picchu es compleja e incluye un gran elenco de actores históricos. Antes de pasar a la narrativa, es importante hacer una breve presentación de algunas personas y lugares que figuran de modo prominente en esta historia.
Machu Picchu
El centro arqueológico inca al que se conoce como Machu Picchu se encuentra aproximadamente a 80 kilómetros al noroeste de la ciudad del Cusco (ver los mapas 1 y 2). Se alza a 2.430 metros por encima del nivel del mar, en la ceja de selva, ambiente de selva alta templada en la margen oriental de los Andes peruanos, entre 1.000 y 3.600 metros sobre el nivel del mar. Ocupa un nicho climático que se extiende entre los más altos y más áridos pastizales al sur y al oeste y el bosque lluvioso bajo de la cuenca amazónica, hacia el norte y el este. El río Urubamba corta la ceja de selva del Cusco y forma el fértil Valle Sagrado. El complejo arqueológico de Machu Picchu se encuentra a unos 450 metros por encima de una curva en herradura de ese río, sobre una pequeña meseta que se extiende entre dos montañas. La primera de estas se llama Huayna Picchu, que en lengua quechua quiere decir «montaña joven». Este pico, que se levanta dramáticamente al norte del sitio arqueológico, aparece en la mayoría de las fotografías de Machu Picchu. La segunda montaña, más alta, se alza al sur del complejo arqueológico y se conoce como Machu Picchu, o «pico viejo» (Wright & Valencia Zegarra, 2000). El historiador José Tamayo Herrera sostiene que Willkallaqta probablemente es el nombre quechua original de Machu Picchu. Sin embargo, en los tiempos modernos Machu Picchu tomó su denominación de la montaña vecina, puesto que hay escaso consenso en torno al nombre original del centro arqueológico (Tamayo Herrera, 2011, p. 41)10.
Muchos aspectos de la historia prehispánica de Machu Picchu son aún materia de debate. Las primeras teorías propuestas por Bingham le otorgaban un estatus casi mítico. Él creía que Machu Picchu era Tampu Tocco, el legendario lugar de origen de la civilización incaica; que era Vilcabamba, la última capital del imperio después de que sus élites huyeran del Cusco y de los españoles en 1536; y que fue el lugar en donde vivía la versión incaica de las vírgenes vestales (Bingham, 1913a, 1913b, 1915, 1916, 1922, 1930, 1948). Los arqueólogos han desmentido todas estas teorías. Creen, más bien, que las primeras construcciones se iniciaron en Machu Picchu alrededor de 1450 d. C., durante el reinado de Pachacuti, un líder que expandió enormemente el alcance económico y político de los incas. Probablemente fue una hacienda real, esto es, propiedad de un monarca inca. Parecería, a partir de su ubicación, arquitectura y traza, que Machu Picchu posiblemente tuvo un papel administrativo y ceremonial en el Imperio inca. Sigue siendo un ejemplo crucial del diseño arquitectónico y urbano incaico en una era en la cual el imperio había alcanzado el pináculo de su influencia política y cultural; y su intihuatana, un marcador ritual en piedra del movimiento del sol, es uno de los mejor conservados en el Perú. No obstante, Machu Picchu está lejos de ser el lugar históricamente más importante del reino de los incas. Siguió poblado hasta la década de 1550. Después de esto, la despoblación debida a las enfermedades y a los esfuerzos hispanos por reubicar a la población de la zona en nuevos centros poblados hizo que quedara mayormente deshabitado. Sin embargo, asentamientos rurales y el uso del lugar persistieron a lo largo de la época colonial y hasta el siglo XX (Amado Gonzales, 2016; Luciano, 2018, pp. 17-37; Reinhard, 2007; Rowe, 1990; Salazar, 2004; Wright & Valencia Zegarra, 2000, pp. 1-7).
Hiram Bingham
Son muchas las teorías formuladas por Bingham que perduran en la narrativa del turismo, no obstante los esfuerzos realizados por los arqueólogos para desvanecer los mitos sobre Machu Picchu. Otra de las afirmaciones frecuentemente repetidas por Bingham, esto es que él había descubierto Machu Picchu tras siglos de abandono, es también falsa. La zona a su alrededor estaba habitada por viejos residentes familiarizados con el lugar. Contamos con evidencias significativas de que cartógrafos y viajeros extranjeros lo habían visitado y mapeado mucho antes de que Bingham llegara allí (Greer, 2008; Heaney, 2010, pp. 83-96; Mould de Pease, 2003). Nada de esto le importó, pues su ambición personal tuvo un papel fundamental en el ascenso de Machu Picchu –y de él mismo– a la fama luego de la expedición que hiciera en 1911 a este lugar. Hiram Bingham III nació en Hawái en 1875, en el seno de una prominente familia de misioneros cristianos que había vivido en esas islas desde comienzos del siglo XIX. En 1898 se graduó de bachiller en la Universidad de Yale, donde perdió el interés por la tradición misionera de su familia y optó por las exploraciones y la historia. Hizo posgrados en las universidades de California en Berkeley y en Harvard, donde apareció como defensor de la expansión imperial estadounidense y de los ideales de una vida vigorosa. Bingham contrajo matrimonio dentro de la acaudalada familia Tiffany en 1900, y probablemente aprovechó su prominencia para conseguir un puesto como profesor en la Universidad de Yale en 1907. Al siguiente año, hizo su primer viaje a Sudamérica y asistió a la Primera Conferencia Científica Panamericana en Santiago de Chile. Bingham realizó su primera visita al Cusco en su viaje de retorno a los Estados Unidos. Esperaba entonces alcanzar la fama descubriendo Vilcabamba, la perdida capital final de los incas, a la cual la élite del imperio huyó luego de una fallida rebelión en contra de los españoles en 1536. En 1911 organizó una expedición al Perú auspiciada por Yale y financiada por un pequeño grupo de donantes privados. Fue en este viaje que Bingham llegó a Machu Picchu el 24 de julio de 1911, y rápidamente usó este descubrimiento para llamar la atención sobre el centro arqueológico y su obra. Él llegó otras dos veces al Perú con expediciones que contaban con el apoyo de Yale y de la National Geographic Society, una de ellas en 1912 y la otra en 1914-1915. Al final, Bingham partió del Perú en 1915 en medio de una serie de acusaciones delictivas, y no regresaría por más de tres décadas.
Tras su partida del país, Bingham se dedicó a otros intereses. En la Primera Guerra Mundial se alistó en el Ejército estadounidense, donde dirigió una unidad de aviación. Durante el resto de su vida se dedicó a promover el uso de la aviación en los campos militar y turístico. Entró a la política en Connecticut y con el tiempo llegó a ser senador de los Estados Unidos en 1924. En el Senado fue censurado en 1929 por tener un lobista como miembro de su personal. El incidente dañó su carrera política y en 1932 perdió la reelección. Durante el resto de su carrera, Bingham mantuvo un perfil bajo y trabajó en el sector privado. Fue solo en los años 1940, gracias a los esfuerzos por promover el turismo que tenían lugar fundamentalmente en el Perú, que comenzó a capitalizar nuevamente su vínculo con Machu Picchu. Bingham volvió a publicar acerca de los incas y sus expediciones, e incluso regresó al Perú en 1948 a promover el turismo. A su muerte, en 1956, Hiram Bingham fue cada vez más conocido por el público como el explorador que descubrió Machu Picchu11.
Cusco
Machu Picchu se encuentra en la región del Cusco, en los Andes meridionales peruanos. La ciudad capital y el área urbana más grande de la región, también llamada Cusco, está a unos 575 kilómetros al sudeste de Lima y a 3.339 metros por encima del nivel del mar. El Cusco fue la capital del Imperio inca, el cual dominó la mayor parte del territorio de las actuales repúblicas del Perú, Bolivia y Ecuador, así como una parte significativa de Argentina, Chile y Colombia. En 1533, la ciudad y el Imperio inca cayeron ante los invasores españoles. Con el establecimiento del dominio hispano, la capital política del Perú se desplazó a Lima, a orillas del Pacífico. El Cusco conservó una economía vibrante, que inició su declive solo en el tardío período colonial, en el siglo XVIII, cuando España implementó una serie de reformas administrativas y económicas que aislaron a la región de las lucrativas rutas comerciales y elevaron los impuestos. Estos cambios provocaron una masiva rebelión anticolonial que devastó la región en el decenio de 1780. El Cusco mantuvo una economía mayormente agrícola una vez que el Perú se independizó a comienzos del siglo XIX, en tanto que el poder político y económico fue concentrándose cada vez más en Lima y otras ciudades de la costa (Walker, 1999).
La mayoría de los habitantes del Cusco, a los que se conoce como cusqueños, estuvieron –y siguen así– empleados en la economía agrícola. La agricultura en las áreas semiáridas y de altiplano de las zonas central y meridional de la región está dedicada fundamentalmente al cultivo de papas, cebada y quinua. El pastoreo, en