Manuel Sanchis i Marco

Falacias, dilemas y paradojas, 2a ed.


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dejar el Quartier européen con resabios nacionalistas. Nuestra experiencia común es la de que, en general, uno se convierte en ciudadano si no del mundo, por lo menos de una Europa felizmente en ampliación y en la que conviven sensibilidades, tradiciones, enfoques y posturas muy diferentes. Es un brebaje que consumen economistas, politólogos, sociólogos, juristas, médicos e ingenieros, por no citar sino unas cuantas profesiones, de toda laya. Es el antídoto más seguro contra la prepotencia, los viejos demonios exclusivistas y la hipertrofia de un conocimiento excesivamente parcelizado.

      Los alumnos del profesor Sanchis, y por extensión los lectores de este libro, tienen mucha suerte. En 23 píldoras, o por utilizar una terminología más adecuada a mi función de prologuista, en 23 joyitas podrán degustar la quintaesencia de una experiencia única y de un talante único. Que les sea provechosa su lectura.

      Ángel Viñas

      Bruselas, enero de 2007

      Este es un libro sin pretensiones, pero pensado con una clara finalidad: la de explicarme como economista delante de mis alumnos de segundo curso de ADE y de tercero de ECO de la Universitat de València y, al hacerlo, crear actitudes intelectuales ante el día a día de la economía. Fue concebido el 17 de febrero de 2005, mi primer día de clase después de casi 20 años de ausencia de las aulas. Nació al comprobar, tras un rápido sondeo, que los universitarios que tenía delante de mí, ni leían habitualmente el periódico ni se interesaban por las noticias de actualidad económica. Ante este hecho, y consciente del bombardeo de mensajes al que son sometidos todos los días que genera en ellos una turbamulta de pensamientos que les impide seleccionar lo valioso, les prometí quince «píldoras»; una por cada una de las quince sesiones teóricas que teníamos atribuidas en el calendario académico. Aunque les prometí quince, de las cuales colgué unas cuantas en mi página Web, aquí han salido algunas más.

      Ha movido mi ánimo la necesidad de hacerles ver la realidad, y no sólo la económica, más allá de lo que nos muestra su apariencia. Entre otras razones porque la ciencia –la episteme griega de Aristóteles– es demostrativa y, por lo tanto, no muestra simple y llanamente sino que de-muestra (apo-deixis), es decir, muestra a partir de un punto de apoyo. Por lo tanto, me interesaba en ellos que desarrollaran no sólo el elemento deliberativo de la razón científica en economía, sino también el elemento intuitivo y abstractivo del intelecto, pues es éste, el que nos permite leer economía y construir una estructura no circunscrita a lo particular.

      Estas «píldoras«, pensadas para que sean tomadas indistintamente a la hora del telediario o inmediatamente antes de irse a la cama, tienen por objetivo que el consumidor pueda alcanzar el equilibrio de máxima utilidad o satisfacción de su función de utilidad llamada «sueño», pues la utilidad marginal que reporta el último euro adicional gastado en una píldora cualquiera que se lea o se consuma, es igual a la utilidad marginal de cualquier otra píldora. La elaboración de cada «píldora» deja abierto un importante campo de trabajo y sugerencias ; quizás en esa apertura se encuentre el punto de conexión con la realidad económica. Transitar a través de esa apertura ha de constituir el trabajo del alumno.

      También persiguen crear en los alumnos una reacción instintiva, de sano escepticismo, sobre la sabiduría convencional, relativa a cuestiones económicas particulares y concretas. La pretensión se reduce a intentar que el alumno aparte su atención –dirigida hacia el escenario– para que la focalice en la tramoya, en las tripas del discurso económico, que se pare a distinguir voces y ecos o, lo que nosotros los economistas llamaríamos analizar –es decir, separar– la buena, de la mala economía. Necesitamos ampliar los horizontes de la economía si no queremos quedar encorsetados en un pensamiento económico de naturaleza unilateral y miope que sólo percibe con total claridad una parte de los problemas económicos, pero que, al desatender otras partes igualmente importantes, queda reducido a algo desprovisto de relevancia.

      Ésta es la intencionalidad del libro: ha de ayudar a justipreciar los argumentos económicos, sin perder de vista el norte, la guía y buen horizonte completo de la buena economía. Y estas son las razones por las que expongo –en su doble acepción de poner a la vista y de arriesgar– mi visión personal sobre la economía. Un libro de esta índole está llamado a crecer y a mudar de aspecto de acuerdo con las mismas circunstancias que lo han motivado; tendrá su día a día y, por ello, ha precisado a esta altura de este laboratori de materials. En un manual convencional se recogen referencias, conceptos y datos que después son desarrollados en clase, con mayor o menor fortuna, por el profesor que, a veces, da por descontada un nivel de formación en el alumno que le exime de tener que abordar todos los detalles de una exposición oral y de las reflexiones pertinentes, o de actualidad, sobre el tema del programa que se encuentre explicando. Por ello, estas píldoras vienen en ayuda del profesor, para que el alumno encuentre de forma sistemática, por escrito, y en pocas páginas –entre dos y seis– algunas reflexiones que el manual no permitió encauzar.

      Tengo por cierto que la labor de la universidad no consiste en transmitir información, sino en formar a las personas para las tareas intelectuales. Por ello, la función del profesor ha de consistir, más que en divulgar informaciones accesibles, y la mayor parte de las veces excesivas, por razón de su extensión, en estimular en el alumno su capacidad para filtrarlas y, sobretodo, para que discierna con criterio propio –con el criterio de las personas bien formadas– las buenas de las malas.

      Siendo estas píldoras una especie de castillo de fuegos artificiales construido con pólvora económica, la lista de agradecimientos ha de ser necesariamente muy extensa, empezando por mis antiguos compañeros y personas para quienes trabajé en la Comisión Europea, pues les debo muchas de las ideas sacadas de conversaciones privadas y de las que este libro es tributario. Empezaré por los compañeros de la Dirección General de Empleo y Asuntos Sociales de la Comisión Europea. Me estoy refiriendo a John Morley, Georg Fisher, Ralf Jacob, Alfonso Arpaia y Ricardo Fernández. Seguiré después con los compañeros de la Dirección General de Economía y Finanzas: Peter Bekx, Francisco Caballero Sanz, Hervé Carré, Manuel Hernández López, Jürgen Kröger, Werner Röger, Carlos Martínez Mongay, João Nogueira Martins, y Ludwig Schubert. También he de referirme a mis entrañables compañeros de la Universitat de València, empezando por Ximo Azagra, Rafael Beneyto, José Ismael Fernández Guerrero, Juan Ramón Gallego, Leandro García Menéndez, Rafael Moner, José Nácher, Enrique Sanchis Peris, José Jorge Sempere, Juan Antonio Tomás Carpi, y Luis C. Tormo García. Tengo deudas que saldar con profesores de las Universidades de Alicante, Barcelona, y Castellón; en concreto, con Paloma Taltavull de la Paz, Raúl Ramos Lobo, y Celestino Suárez Burguet. A todos ellos les agradezco su ayuda y su colaboración.

      Mención aparte es preciso hacer con Guillermo Quintás Alonso, a quien tengo por padre putativo de este libro, pues fue él quien creyó desde el primer instante en mi proyecto, quien me dio ánimos y me contagió entusiasmo universitario suficiente para que no me durmiera en los laureles y tuviese terminado el manuscrito (¡sic!), a su debido tiempo. Nunca se lo agradeceré bastante. Y, last but not least, a mi antiguo profesor y maestro Ángel Viñas le agradezco que se haya tomado la molestia y haya mostrado todo el interés del mundo en leer con detalle el manuscrito y en enriquecerlo con sus comentarios, precisamente en un momento en que el tiempo se había vuelto para él un bien escaso. Gracias Ángel.

      Como reconozco mi ignorancia y no me atrevo a asegurar que este libro no contenga error alguno, del que sería único responsable, y como además, su aparición se debe en primer lugar a mis alumnos de 2° curso de Administración de Empresas y de 3° de Económicas del curso académico 2005-06, y, entre ellos, a mi hijo Lluìs, a todos ellos se lo dedico, a Rubén Vicente y Sara Tarraso, Beatriz Garrido, Sefanja Ruijsenaars, Romina Acevedo, Teresa Doñate, Belén Torrejón, Mari-Ángeles Minguez, Desemparats Bardal, Verónica García, Estefanía Sanchis, y a tantos otros... pues aprendí de ellos tanto o más que ellos de mí.

      La Canyada, enero de 2007

      La obra sigue manteniendo el hilo conductor de la edición inicial. En ella se persigue satisfacer los intereses formativos del alumno de