Dr. Héctor Caram-Andruet

Preparación para la Vida


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a los Jinetes del Apocalipsis, a quienes se les dará autoridad sobre un cuarto de la Tierra para conquistar, quitar la paz, imponer justicia, a matar con la espada, con hambruna, pestilencia y con fieras salvajes. El quinto sello alude a los mártires, Santos de la Tribulación, que darán sus vidas por causa de la Palabra de Dios. El sexto sello advierte sobre un gran terremoto, en que el Sol se volverá negro, la luna como de sangre, y los astros del cielo caerán como una higuera deja caer sus brevas. Y cuando se abra el séptimo sello habrá un silencio absoluto en toda la Tierra durante 30 minutos. En ese momento, a los cuatro ángeles del Señor con poder de dañar la tierra, el mar y los árboles, se les ordenó no proceder hasta que los “144.000 siervos escogidos de todas las tribus de Israel” sean sellados en sus frentes como protección (Ap.14:1-4). Estos habrán de predicar la salvación de Dios a los gentiles remanentes en la Tierra. También se enviarán a “Dos Testigos” con gran poder a predicar la salvación de Jesucristo al remanente Judío, que si bien no son identificados (Ap.11:3-12) se considera que pudiesen ser los profetas Elías y Enoc, quienes en su tiempo fueron llevados a Dios sin conocer muerte. Estos dos siervos predicarán con gran vigor y poderosas señales durante 3.5 años, y serán matados públicamente por las fuerzas del mal, pero Dios los resucitará públicamente al tercer día, como testimonio de su autoridad, en el mismo sitio de su muerte.

       El Sonar de la Siete Trompetas (Ap .Cap. 8 y 9): de la enunciación de los Juicios mencionados precedentemente se pasará a la ejecución de los mismos, en lo que la Palabra identifica como Las Siete Trompetas, a cargo de siete ángeles:

       La primera trompeta causará granizo y fuego mezclado con sangre que abrasará una tercera parte de la tierra, de los árboles y de toda hierba verde;

       La segunda arrojará al mar algo así como una gran montaña ardiendo en fuego y la tercera parte del mar se convertirá en sangre, matando una tercera parte de la fauna marítima, y una tercera parte de las naves se hundirán;

       La tercera trompeta desplomará del cielo una estrella ardiente sobre ríos y fuentes de agua que se contaminarán, causando la muerte de muchos hombres;

       La cuarta afectará una tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas, oscureciéndolas;

       La quinta causará que la caída de una estrella abra el pozo del Abismo, del que surgirá una humareda como la de un gran horno, y de ésta saldrán langostas como escorpiones con autoridad para atormentar solo a los hombres que no tienen el sello de Dios durante cinco meses, y serán guiadas por el Rey del Abismo (Satanás);

       La sexta soltará a cuatro ángeles con miríadas de miríadas de jinetes prestos para matar, conjuntamente con las dos trompetas anteriores, hasta un tercio de los hombres no protegidos por Dios; “pero el resto de los hombres no se convirtieron de sus asesinatos, ni de sus maleficios, ni de su fornicación, ni de sus robos” (Ap.9:21).

       El séptimo ángel “declaró consumado el misterio de Dios anunciado por los profetas… y declaró: El reino del mundo ha pasado a nuestro Señor y a su Cristo. Él reinará por los siglos de los siglos” (Ap10:7; 11:15).

       Las trompetas precedentes representan gravísimos castigos dirigidos a idólatras, asesinos, maléficos, fornicarios y ladrones, quienes a pesar de la magnitud de las pruebas no se arrepentirán ni retornarán a Dios. Importantemente, debe observarse que los hombres sellados o protegidos por Dios serán eximidos de las consecuencias de dichas pruebas y tormentos.

       Las Siete Copas de la Ira de Dios (Ap.Cap.16): serán derramadas en forma sucesiva y rápida por siete ángeles:

       El primero derramará su Copa sobre la Tierra, y una úlcera maligna y dolorosa sobrevendrá sobre los hombres que tienen la marca de la Bestia y que adoran su Imagen;

       El segundo derramará su Copa sobre el mar, y éste se convertirá en sangre como de muerto, y todos los seres vivientes que existan en el mar perecerán;

       El tercero derramará su Copa sobre los ríos y fuentes de agua, que se convertirán en sangre. Y se oyó al ángel de las aguas decir: “Justo eres, el que Es y el que Será, por haber hecho así justicia. Porque derramaron sangre de santos y de profetas, sangre les ha dado a beber. Bien se lo merecen”;

       El cuarto derramará su Copa sobre el Sol y le será concedido abrasar a los hombres con fuego. “Blasfemaron entonces del nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, pero no se convirtieron para darle gloria”;

       El quinto derramará su Copa sobre el trono de la Bestia. Su reino se cubrirá de tinieblas y la gente se morderá la lengua de dolor. Blasfemarán entonces del Dios del cielo a causa de sus dolores y de sus úlceras, pero no se convertirán para darle gloria;

       El sexto derramará su Copa sobre el río Éufrates, que se secará para dar camino a los reyes, con más de 200 millones de combatientes, que vendrán de Oriente. Declara el profeta que “vio salir de las fauces del Dragón (Satanás), y de la Bestia (el Anticristo) y del Falso Profeta tres espíritus inmundos…que obran señales y visitan a los reyes de la Tierra entera con el objetivo de congregarlos para la batalla del gran día de Dios todopoderoso…y los congregó en el lugar que en hebreo se llama Harmaguedón” (Ap.16:18). Entonces, el Señor Jesucristo regresará al mundo con sus ángeles para liderar esta batalla contra las fuerzas del mal, a las que derrotará con el poder de su boca.

       El séptimo derramará su Copa al aire, y del Santuario saldrá una gran voz que proveniente del trono dirá: ¡Hecho está! , y habrá relámpagos, y voces y truenos, y sobrevendrá un terremoto tan violento como nunca antes. Dios se acordó entonces de Babilonia la grande, para darle a beber la copa del vino de su terrible ira. Desaparecerán entonces las islas y los montes, y una enorme graniza caerá sobre los hombres quienes blasfemarán a Dios, porque la plaga será terrorífica.

      La Caída de Babilonia (Ap.Cap.17-18)

      Fue ésta una ciudad originada de Babel, a la que el Señor destruyó por el desafío de sus hombres de querer construir una torre que alcanzara el reino de Dios. Para confundirlos, Él creó entonces diversos lenguajes. Babilonia fue demoníaca desde sus orígenes ya que la esposa de Nimrod, su fundador, fue Semiramis, reconocida como la primera gran sacerdotista de la idolatría y la madre de todo sistema pagano en el mundo, cuya influencia ha perdurado a través de los siglos. Espiritualmente, las Escrituras nombran a Babilonia como la “Gran Prostituta”, porque “con ella fornicaron los reyes de la tierra y con el vino de su fornicación se embriagaron los moradores de la Tierra…sus mercaderes eran magnates… y con sus maleficios se extraviaron todas las naciones. Y en ella se encontró sangre de profetas y santos, y cuantos fueron asesinados sobre la Tierra” (Ap.18). Apocalipsis advierte que Babilonia está construida sobre “siete colinas” y por su pasado de gran poder e influencia, así como de persecución al cristianismo, el comentario en la Biblia Católica de España (usada como referencia en este libro) a 1 Pe.5:13, considera que Babilonia representa a Roma.

      Sea ésta, u otras metrópolis como Nueva York o Londres, según la opinión de otros estudiosos bíblicos, Dios pondrá en la mente del Anticristo y de los diez reinos ejecutar Su propio plan divino, por lo que ellos mismos destruirán Babilonia y la dejarán despojada y desnuda. Bajó entonces un ángel del cielo y gritó a gran voz: “Cayó Babilonia, la grande”… mientras otro ángel decía: Salid pueblo mío de ella, para que no os hagáis cómplices de sus pecados ni partícipes de sus plagas”. Y aunque la ceguera demoníaca del mundo parezca poco menos que imposible, la Palabra dice que se levantarán contra ella y “será arrojada Babilonia, la gran ciudad, y no aparecerá nunca más” (Ap.18:21).

      El Retorno de Jesucristo

      La primera venida de Jesucristo, hace algo más de 2.000 años, fue el evento más importante de la historia del mundo, y dividió el tiempo entre “antes” (a.c.) y “después” (d.c.) de Él. Vino primeramente a su pueblo y este no lo recibió, pese que existían 38 profecías explícitas sobre su nacimiento: cuando sería, como sería, donde sería, de que familia, de su linaje, nacido