Dr. Héctor Caram-Andruet

Preparación para la Vida


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       El autor depende de la sabiduría del Espíritu Santo, basado en la promesa de Jesucristo: “Todavía tengo muchas cosas que deciros, pero os sobrepasan ahora. Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la Verdad plena…” (Jn.16:12-13).

       Y también se fundamenta en la exhortación: “Pues es Dios quien, según su beneplácito, activa en vosotros tanto el querer como el obrar” (Flp.2:13).

       El autor está muy claro en guiar sus comentarios y admoniciones exclusivamente basado en la Palabra de Dios, porque “el conocimiento infla, mientras que el amor construye. Si alguno piensa que conoce algo, todavía no conoce como es debido” (1Cor.8:2).

      Por último, todos los cristianos hemos sido llamados a anunciar la Buena Nueva de la Salvación en Cristo, a “que instes en tiempo y a destiempo” (2Tim.4:2). Unos mediante la predicación; otros por su testimonio de vida, que nos convierten en epístolas vivientes vistos y leídos de todos. Y aún otros por sus escritos, que si son guiados por el Espíritu representan solo una versión más formal de la predicación. Y que todo sea para la gloria de Dios.

      “Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que ninguno de los que creen en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn.3:16).

      Y esta ofrenda del Padre fue hecha cuando todos éramos pecadores, porque todos nos habíamos desviado, nos habíamos pervertido, sin que hubiese uno que hiciese el bien, ni siquiera uno (Rom.3:12).

      El sacrificio de Jesucristo, cuyo nombre significa: “Jesús”: la salvación de Dios; y “Cristo”: el Mesías, el Ungido, Emmanuel (Dios entre nosotros), el Hijo de Dios, fue inevitable, porque nuestra rebeldía (el rechazo de su Nombre), acorde a la magnificencia del ofendido, fue también de naturaleza infinita y no existía nadie más que pudiese condonarla. Asimismo, la justicia de Dios, siendo perfecta, exigía una reparación perfecta, otra que Cristo, inexistente en el mundo. Por ello, Cristo aceptó el sacrificio solicitado por el Padre, maravillosamente resumido en la Palabra: “Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cuál, siendo de condición divina, no se encastilló en ser igual a Dios, sino que se despojó a sí mismo, tomando condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose en el porte exterior como hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios, a su vez, lo exaltó, y le concedió el nombre que está sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús, toda rodilla se doble en el cielo, en la Tierra y en los abismos; y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para la gloria de Dios Padre” (Flp.2:5-11).

      La consustanciación entre el Padre y el Hijo, en la unidad del Espíritu Santo, representa una verdad difícil de comprender para los seres humanos, espiritualmente imperfectos, mayoritariamente egoístas, sujetos al pecado, constreñidos en cuerpos corruptibles, donde la carne es enemiga del espíritu y el alma se debate entre ambos. La Palabra dice que “en un plano meramente humano, el hombre no capta las cosas del Espíritu de Dios, porque son para él necedad; y no puede conocerlas, porque sólo pueden ser examinadas con criterios espirituales” (1Cor.2:14-15). Por lo tanto, bienaventurado el que acepta el testimonio del Padre sobre su Hijo unigénito, a través de Quién todas las cosas creadas fueron hechas.

      Como se ha mencionado en el Prólogo de este libro, el Padre nos ha dado una extraordinaria señal de la exactitud de su Palabra a través de 38 profecías sobre Cristo en el Viejo Testamento y cumplidas en el Nuevo Testamento en su integridad, a saber:

      1 Nacido de Mujer: Gn.3:15 > Cumplida: Gal.4:4;

      2 Descendiente de Abram: Gn.12:3 >Cumplida: Mt.1:1;

      3 Descendiente de Isaías: Gn.17:19 > Cumplida: Lc.3:34;

      4 Descendiente de Jacob: Nm.24:17> Cumplida: Mt.1:2;

      5 De la Tribu de Judá: Gn.49:10 > Cumplida: Lc.3:33;

      6 Heredero del Trono de David: Is.9:6 > Lc.1:32-33;

      7 Originario de Nazaret: Miq.5:1 > Mt.2:23;

      8 Nacido en Belén: Miq.5:1 > Lc.2:4-7;

      9 Tiempo de su Nacimiento: Dan.9:25 > Lc.2:1-2;

      10 Nacido de una Virgen: Is.7:14 > Lc.1:26-27;

      11 Matanza de los Inocentes: Jr.31:15 >Mt.2:16-18;

      12 Huida a Egipto: Os.11:1 > Mt.2:14-15;

      13 Precedido por un mensajero: Mal.3:1 > Lc.7:24-27;

      14 Declarado Hijo de Dios: Sal.2:7; Is.9:6 > Mt.3:17;

      15 Ministra en Galilea: Is.8:23 > Mt.4:13-16;

      16 Un Profeta: Dt.18:15 > Hch.3:18-20;

      17 Para liberar a los cautivos: Is.61:1-2 > Lc.4:18-21;

      18 Rechazado de su Pueblo: Is.53:3 > Jn.1:11;

      19 Del Rito de Melquisedec: Sal.110:4 > Heb.5:5-6;

      20 Entrará triunfalmente en Jerusalén: Zac.9:9 > Mc.11:7-11;

      21 Traicionado por un amigo: Sal.41:10 > Lc.22:47-48;

      22 Por 30 monedas de plata: Zac.11:12 > Mt.26:14;

      23 Acusado por falsos testigos: Sal.35:11 > Mc.14:57-58;

      24 Silente ante sus acusadores: Is.53:7 > Mc.15:4-5;

      25 Escupido y golpeado: Is.50:6 > Mt.26:67;

      26 Odiado sin razón: Sal.35:19 > Jn.15:24-25;

      27 Sacrificio vicario: Is.53:5 > Rom.5:6-8;

      28 Crucificado con malhechores: Is.53:12 > Mc.15:27;

      29 Traspasado de manos y pies: Zac.12:10 > Jn.20:27;

      30 Burlado y ridiculizado: Sal.22:7-8 > Lc.23:35;

      31 Le dieron vinagre y hiel: Sal.69:22 > Mt.27:34;

      32 Oró por sus enemigos: Sal.109:4 > Lc.23:34;

      33 Soldados jugaron por su ropaje: Sal.22:19 > Mt.27:35;

      34 No rompieron sus huesos: Sal.34:21 > Jn.19:33;

      35 Perforaron su costado: Zac.12:10 > Jn.19:34;

      36 Sepultado con los ricos: Is.53:9 > Mt.27:57-60;

      37 Resurrección profetizada: Sal.16:10;49:16 > Mr.16:6-7;

      Ascendió a la diestra de Padre: Sal.110:1 > Mr.16:19.

      La probabilidad estadística de que 38 variables profetizadas, provenientes de fuentes diversas, a través de un período de más de 3.000 años y cumplidas con una precisión del 100%, sea una “casualidad”, estaría en la enésima potencia. Sencillamente imposible.

      “Para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para ser testigo de la Verdad” (Jn.18:37).

      Ese testimonio define el propósito de su venida a la Tierra, que no es el de juzgar al mundo, sino el de ofrecerse como el camino de salvación para los que creen en Él. Porque si uno no sabe adónde va, cualquier camino le parece bien. Pero si uno conoce a Jesucristo, sabe adónde va, que el camino es angosto y que pocos son los que lo encuentran, pero sabe también que cuenta con una ayuda insustituible, la guía del Espíritu Santo.

      Esa es la Verdad consustanciada en el Señor y declarada en su Palabra, que nos asegura que “quien escucha mi Palabra, y cree en aquél que me envió, tiene vida eterna y no va a juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida” (Jn.5:24).

      La verdadera Vida es consecuencia de la fe en Jesucristo y en quién lo envió, y el creer en ésta afirmación define donde uno pasará el resto de la eternidad. Algo para meditar profundamente, porque de que le sirve a uno si ganase el mundo entero y pierde su alma (Lc.9:25).

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