Autores Varios

Cosmopolitismo y nacionalismo


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(Argenson, 1857: XC).

      La verdad es que el trabajo de Rousseau, aunque a veces de una manera un tanto sesgada, ayudó a extender más las ideas de Saint Pierre, quien llegó a ser el principal difusor de sus ideas en la segunda mitad del siglo. Pero otros muchos también hablaron de él. Grimm y Diderot, en su correspondencia de 1758, hablan de Saint Pierre como una buena persona, pero afirman que tiene proyectos quiméricos (cf. Stelling-Michaud, 1964: CXXVI). El marqués D’Argenson, que era compañero de Saint Pierre en el Club de l’Entresol, señala en sus Memorias que la meta del proyecto era buena, aunque los medios no eran practicables. De él señala lo que hoy podríamos llamar cosmopolitismo ético: «tal era su amor por la Humanidad que no se limitaba a su patria, sino que extendía sus actos de generosidad a todos los habitantes del globo» (Argenson, 1857: 271). CharlesMarie de la Condamine (1701-1774), miembro de la Academia francesa, admirador de Saint Pierre, compuso unos versos a su memoria y cuenta la confidencia que le hizo el Duque de Orleans, quien fue regente de Francia durante 8 años, acerca del plan de Saint Pierre: «se piensa que es una quimera, pero si quisiéramos el Emperador y yo o el rey de España y yo, sería una realidad» (Ferry, 2000: 206-207). Condorcet, en su obra de 1786 De l’influence de la révolution d’Amérique sur l’Europe, habla muy positivamente de Saint Pierre y sus sueños, diciendo que no son algo quimérico, aunque están lejos de realizarse, y sostiene que en Europa los considerables progresos de la filosofía dan lugar a esperar ver un día una confederación que podría disminuir infinitamente los males de la humanidad (Condorcet, 1847: 10, 21 y 97).

      Algunos de los proyectos de paz merecen una descripción más detenida. Empezaré por el plan de 1756 de un colono, Saintard, titulado Roman politique sur l’état présent des affaires de l’Amerique ou Lettres de M*** a M*** sur les moyens d’établir une Paix solide et durable dans les Colonies, et la liberté générale du commerce extérieur. Es una obra escrita desde el punto de vista francés contra la política marítima y colonial de Inglaterra en el contexto prebélico de la llamada «Guerra de los siete años» entre Inglaterra y Francia. Su propuesta es simple: la paz debe ser alcanzada a través de la libertad de comercio, de la que resulta la interdependencia de los pueblos. Afirma que la restricción de la libertad de comercio va contra el espíritu comercial y utilitarista del tiempo. Este ethos de búsqueda de la prosperidad es lo que puede conducir a la paz. Piensa que los proyectos de paz de tiempos anteriores, como el de Enrique IV, no eran viables porque la sociedad no estaba madura, al no tener ese espíritu. Es interesante notar que señala la necesidad de que haya prosperidad para todos los pueblos si se pretende una paz universal y duradera (Saintard, 1756: 333-334). Una vez alcanzado esto, la confederación de estados sería algo factible (Saintard, 1756: XXX y XXXI). La obra se basa en un ardiente cosmopolitismo moral, afirmando que la dignidad de la inteligencia humana iguala a todos los hombres (Saintard, 1756: 2). De esta igualdad moral entre todos los hombres se deriva su crítica del prejuicio de buscar la gloria nacional por encima de todo: «Quien pudiera olvidar un momento su patria y colocarse en el centro del universo, perdería enseguida el sentimiento de la ilusión general: cesando de ser ciudadano, por así decirlo, se convertiría en hombre» (Saintard, 1756: 4). Por eso, desea que todos los pueblos formen una sola sociedad libre y feliz (Saintard, 1756: 11).