AAVV

Universidades, colegios, poderes


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se formaría un claustro general con amplio poder, que reunía rector y maestrescuela, los doctores con el primicerio, los consiliarios y diputados, aunque se mantiene la elección del rector por los consiliarios salientes y la votación escolar en la provisión de cátedras…24

      Salamanca guarda un riquísimo archivo, todavía no estudiado por entero –en el catálogo REBIUN también está en primer lugar–. Su bibliografía es copiosa. La Historia pragmática e interna (1914-1917) del rector Enrique Esperabé de Arteaga –con ayuda del archivero Amalio Huarte y Echenique– sería superada en la posguerra por un grupo de clérigos estudiosos: el dominico Vicente Bertrán de Heredia, Luis Sala Balust, operario diocesano, el canónigo Florencio Marcos, el franciscano Antonio García o la dominica Águeda Rodríguez Cruz… Desde la cátedra de historia moderna Manuel Fernández Álvarez dirigió tesis sobre la universidad; algunas trascribían e interpretaban claustros,25 otras estaban más elaboradas, las de Ana M.ª Carabias y Pilar Valero,26 Rodríguez-San Pedro hasta el fondo.27 Este dirigió luego a Juan Luis Polo y otros doctorandos.28 En 1989 había coordinado una primera historia de la universidad en dos volúmenes, junto a Fernández Álvarez y Laureano Robles,29 en la que colaboró Antonio García de la pontificia y Águeda Rodríguez Cruz, de la facultad de pedagogía.

      Las facultades de pedagogía procedían de las antiguas escuelas normales, creadas en el reinado de Isabel II, fueron incorporadas a la universidad por la ley Villar de 1970. Se organizaron departamentos de teoría e historia de la educación, un ámbito extenso que la investigación delimita; suelen atender los primeros tramos de la educación, pero también las universidades, aunque apenas las ciencias y saberes que enseñan, su esencia.30 Formaron en 1989 una sociedad de historia de la educación, con una revista y un boletín de noticias y bibliografía.31 Reúnen numerosos congresos y encuentros, relacionados con el exterior, en especial con América.32

      Por otra parte, un grupo de historiadores del derecho investigaba sobre la universidad y la doctrina jurídica en la estela de Tomás y Valiente: Salustiano de Dios y M.ª Paz Alonso Romero sobre el antiguo régimen, Javier Infante y Eugenia Torijano sobre etapas recientes –después nos ocuparemos de sus aportaciones–. Cercano, desde la facultad de económicas, Ricardo Robledo, buen conocedor del periodo último del esplendor salmantino, también de los años franquistas, ha publicado La universidad española de Ramón Salas a la guerra civil (2013), donde profundiza acerca de la asignatura de economía y las finanzas universitarias.33

      La reciente Historia de la universidad de Salamanca,34 coordinada por Rodríguez-San Pedro, recoge cuanto sabemos de aquella universidad. Han colaborado numerosos investigadores, es imposible describir con detalle sus contenidos. El primer volumen recorre la trayectoria de Salamanca a través de siglos, encabezada por Antonio García, el medievo, Manuel Fernández Álvarez, Rodríguez-San Pedro y Juan Luis Polo, Mariano y José Luis Peset, Ricardo Robledo y José María Hernández… Luego, más amplio el siglo XX, y se añaden las instituciones vinculadas o relacionadas: la catedral y el ayuntamiento, los colegios, órdenes religiosas y conventos… Una primera y amplia mirada sobre la universidad y las instituciones o grupos que la rodearon y colaboraron en su tarea. El segundo volumen está centrado en la estructura interna del estudio general y los poderes a que está sometido: pontífices y reyes. La corporación o asamblea originaria de escolares y graduados, restringida por los papas, evoluciona –como un ser vivo–, y el estudio general es gobernado por claustros, con sujeción al rey, según exponen Mariano Peset y Pilar García Trobat. Las constituciones y estatutos se analizan por Rodríguez-San Pedro y M.ª Paz Alonso Romero, quien trata también el fuero universitario. Las autoridades académicas por Águeda Rodríguez Cruz y los oficiales por Francisco Javier Alejo Montes. De la estructura de poderes en la etapa liberal se encarga Javier García Martín y de los últimos años Miguel Ángel Perfecto… Luis Enrique Rodríguez-San Pedro y Juan Luis Polo abordan juntos sucesivamente las bases económicas, los estudiantes –la matrícula y la vida escolar– y los profesores en la edad moderna, sectores esenciales de la universidad, que continúan otros autores sobre los siglos contemporáneos…

      El tercer tomo –en dos volúmenes– está dedicado a los conocimientos o saberes. Un acierto, pues Salamanca era el centro hispano del conocimiento y enseñanza en derecho y en teología, medicina, humanidades… Se presentan las distintas facultades: leyes por Mariano Peset y Paz Alonso, cánones por Antonio García, teología Isaac Vázquez Janeiro y José Barrientos, medicina Antonio Carreras Pachón, ciencias Cirilo Flórez Miguel, filosofía, humanidades o lenguas, música… Una sección sobre la biblioteca, a cargo de Oscar Lilao y Margarita Becedas, impresores y libreros por Lorenzo Ruiz Fidalgo y lecturas por Ángel Weruaga… A continuación, se examina la relación de Salamanca con otros espacios. La cercanía a Coímbra y la presencia de colegiales en Italia. Se insiste en la proyección de Salamanca en América, idea que procede del nacionalcatolicismo, que en 1940 quería restaurar un imperio hispano; aunque luego se moderó, conformándose con proyecciones de España en el mundo. Antonio Tovar en su discurso de clausura del séptimo centenario en mayo de 1954 afirmaba:

      resonó el mensaje de tantas Universidades hijas de la nuestra, que en las de ellas calcaron sus constituciones primeras y que de Salamanca se llevaron a Lima, a Santo Domingo o a Bogotá, a las altas mesetas de los aztecas, los primeros maestros, para fundar lo que luego serían nuevas patrias.35

      Un tono y unas ideas nacionalcatólicas que se siguen arrastrando…36 No se puede estudiar las universidades americanas como trasuntos de Salamanca: aunque se les conceda en parte sus constituciones su realidad es bien distinta.37

      Los dos últimos tomos pueden considerarse instrumentales y complementarios de la narración. El cuarto recoge las fuentes y bibliografía, que suelen acompañar las tesis o algunos libros. Como es una síntesis, no una monografía, en lugar de relacionar archivos y fondos utilizados, opta por descripciones del archivo catedralicio, ampliamente el de la universidad, junto a otros –su contenido y organización–. Las fuentes impresas que redactan Juan Luis Polo y Jacinto de Vega, las dividen en historiadores, legislación, reformistas ilustrados y memorias y viajeros. Aparte, la prensa en los últimos siglos… La bibliografía, desde 1800 a 2007 reúne casi tres mil entradas –se ayuda con un índice temático–. Y aún se añaden estudios del pasado arqueológico y se proyecta un futuro centro de documentación… Sin embargo, la crisis acechaba, un año después llegó, cuando el gobierno aseguraba que nuestra banca era fuerte y destinaba unos exiguos fondos para paliarla, como un recuerdo de Keynes…

      Era un proyecto minucioso y bien articulado, aprovechando tanto a autores como a colaboradores. Lamentablemente, por cuestiones de política académica –quién sabe–, fue cerrado el centro de historia universitaria Alfonso IX en 2013. Es curioso, una universidad que ensalza tanto su lejano pasado elimina el centro donde se estudia, un instituto con una valiosa biblioteca de unos cinco mil libros y publicaciones, mientras gasta dinero a porrillo para conmemorar su octavo centenario. Parece que las autoridades académicas gustan de propagandas y papel cuché, pero la investigación –barata en historia– les importa menos… Los libros se almacenaron o apilaron en un almacén –increíble–. En vísperas del centenario se destruía el Alfonso IX y se nombraba una comisión que de inmediato publicó un libro un tanto pretencioso…38

      El quinto tomo tardó unos años en publicarse, se completó la obra aprovechando el centenario, gracias al esfuerzo de Ángel Weruaga, que confeccionó los índices, general y onomástico. Se añadió el extenso repertorio de profesores que se contiene en el segundo tomo de Esperabé de Arteaga y del archivero Amalio Huarte y Echenique. No se había podido realizar un estudio detallado de los catedráticos, y se quiso remediar de este triste modo. Como en todos los volúmenes, las ilustraciones elegidas por Rodríguez-San Pedro dotaban este con un precioso elenco de vítores y cabezas de medallones renacentistas y barrocos universitarios.

      La investigación sobre universidades se encadena en una tradición que acumula y va profundizando en diversos sectores: poderes internos y externos –reyes y pontífices–, sus miembros –escolares y doctores–, su enseñanza y estudio, su patrimonio, sus ritos y costumbres… La inserción en