ambos son actos de fabulación que buscan su legitimidad en un pasado susceptible de manipulación.
Preocupaciones similares se dan cita igualmente en su breve producción dramática. El tuerto es rey y Todos los gatos son pardos discuten problemas históricos hispanoamericanos desde perspectivas muy diferentes. Al minimalismo beckettiano de El tuerto es rey (1970) (dos personajes dialogan en espera de un tercero ausente) se contrapone el gran despliegue épico de Todos los gatos son pardos (1970) (reconstrucción de la conquista de la Nueva España). Ambas, sin embargo, muestran una preocupación común sobre la que Fuentes volverá en Terra Nostra: la crítica del poder y la autoridad. De las dos obras, Todos los gatos son pardos es la que contiene sin duda un mayor número de elementos historiográficos que serían reelaborados en Terra Nostra. El interés de Fuentes por la obra y el tema de la conquista le llevó a sucesivas reescrituras que han culminado recientemente en la revisión y publicación de esta misma obra bajo un nuevo título, Ceremonias del alba (1991).
Pero un recorrido por la obra creativa de Fuentes resultaría incompleto sin el comentario de su obra ensayística. Siguiendo la larga tradición hispanoamericana del ensayo literario, Fuentes incide recurrentemente en las dos preocupaciones fundamentales de su producción: la búsqueda de formas literarias innovadoras y el revisionismo historiográfico. En La nueva novela hispanoamericana (1969) aboga por la invención de un nuevo lenguaje que libere a la literatura de Hispanoamérica de los límites de la representación documental y naturalista. Según Fuentes, esta tendencia documental había tenido origen en la necesidad de registrar y evaluar las tensiones de un continente que buscaba su identidad, pero que carecía de los medios de expresión necesarios para representarla. La ausencia de vehículos democráticos de comunicación o de una clase intelectual emancipada obligó al novelista a ejercer no solo de escritor, sino también de legislador, reportero, revolucionario y pensador. Con la novela de la revolución y, en especial, con el revisionismo histórico representado por Agustín Yáñez y Juan Rulfo, se produciría un cambio de grandes consecuencias para la historia literaria hispanoamericana: la introducción de la ambigüedad necesaria para la representación del mundo moderno y, en el caso de Rulfo, la articulación entre la temática de la revolución y los grandes mitos universales. Pedro Páramo señalaría así para Fuentes el camino a seguir por la nueva narrativa hispanoamericana. La nueva novela ya no es una mera imagen especular de la realidad del continente, sino que crea una realidad paralela a través del mito y un lenguaje enajenado. Fuentes apuesta, asimismo, por el concepto de literatura disidente, que opone a las formas monolíticas del poder el lenguaje “de la ambigüedad: de la pluralidad de significados, de la constelación de alusiones: de la apertura” (1969: 32).
Si La nueva novela hispanoamericana representa el primer esfuerzo de sistematización de la utopía literaria de Fuentes, la colección de ensayos Tiempo mexicano (1971) podría definirse como la primera exposición detallada de su utopía social. Valiéndose de un estilo intensamente oratorio, Fuentes analiza la sociedad mexicana en su más amplia perspectiva histórica. En particular, se muestra interesado en la confluencia de tres grandes concepciones del tiempo en la realidad presente de México: la visión mítica y circular del pasado prehispánico, la concepción teleológica y lineal de la cultura cristiana y las formas híbridas que han surgido del mestizaje. En su vertiente más crítica, el ensayo de Fuentes protesta contra las formas monolíticas del poder encarnadas por el Partido Revolucionario Institucional de México y analiza la historia del país como una sucesión de “Edenes subvertidos” (1976: 10), es decir, como una permanente frustración de las esperanzas de cambio que han venido surgiendo periódicamente.
El revisionismo del pasado literario e histórico del mundo hispánico alcanza su mayor grado de síntesis en una obra fundamental para nuestro análisis de Terra Nostra: se trata de Cervantes, o la crítica de la lectura (1976), un ensayo contemporáneo de Terra Nostra que presenta una síntesis del programa estético e historiográfico del propio Fuentes. La bibliografía misma de Cervantes es presentada como una “bibliografía conjunta” para el ensayo y la novela que había publicado un año antes. En Cervantes Fuentes se vale de Don Quijote, la primera novela moderna, y de Ulysses, la obra cumbre del modernismo internacional, para ejemplificar su teoría multivocal de la lectura y la escritura. Pero además de estas dos obras maestras elogiadas por Fuentes, el ensayo habla de una doble tradición literaria que se corresponde con dos visiones del mundo antitéticas: la visión épica, ya sea clásica o medieval, que Fuentes asocia con el poder, la consolidación del orden establecido y la lectura única de la realidad y la visión herética que se enfrenta al poder, subvierte el orden y aboga por el perspectivismo, la apertura y la ambigüedad. Dentro de este marco literario de visiones en conflicto las obras de Cervantes y de Joyce son contempladas como reacciones de apertura en momentos en que los modos de representación habían alcanzado un grado de clausura intolerable. Por lo que se refiere al aspecto historiográfico, Fuentes reflexiona sobre la evolución de la sociedad española desde la Edad Media hasta la muerte de Carlos II, el último monarca de la dinastía de los Austria. Se trata, pues, del mismo periodo histórico sobre el que se centra Terra Nostra; este hecho, añadido a la mencionada contemporaneidad entre estas dos obras, hace del ensayo una pieza imprescindible en la exégesis de la novela.
En mi análisis comentaré en detalle algunos aspectos del ensayo. Valga decir de momento que la visión histórica de Fuentes apunta en la misma dirección que su programa literario. El pasado del mundo hispánico se encuentra escindido, según el autor, entre dos grandes tendencias: una inmovilista, aislacionista, fúnebre, monolítica y represiva, cuyo paradigma es la figura de Felipe II (aunque sus manifestaciones han variado a lo largo de la historia) y otra dinámica, multicultural, festiva, diversa y liberadora, la cual tendría su origen en la coexistencia étnica de la España medieval y, aunque constantemente reprimida por el poder, surgiría periódicamente en forma de movimientos oposicionales como el de las herejías religiosas, los alzamientos democráticos, y las revoluciones científicas y culturales que introdujo el Renacimiento.
La misma concepción del devenir histórico de la hispanidad se desprende de uno de los últimos ensayos del escritor. The Buried Mirror: Reflections on Spain and the New World (1992) constituye un nuevo intento de sistematización de las meditaciones históricas que le han ocupado en los últimos cuarenta años. La obra, concebida originalmente como una serie de TV norteamericana con motivo del quinto centenario del “descubrimiento”, podría ser igualmente definida como un nuevo esfuerzo por alcanzar un público cada vez más amplio. Si la reflexión histórica de Terra Nostra debió limitarse a una audiencia reducida–de hecho, recibió y sigue recibiendo acusaciones de elitismo–se le brindaba ahora la oportunidad de resarcirse de tales imputaciones, convirtiendo una buena parte del material histórico de la novela en programa televisivo de gran alcance y en ensayo divulgativo publicado por una editorial comercial. La reescritura del pasado hispánico es, sin embargo, muy similar en las dos obras, de ahí que en lo sucesivo recurriré a este ensayo para iluminar el tratamiento de algunos elementos históricos de la novela. En relación con Cervantes, The Buried Mirror ofrece la ventaja de una organización cronológica y temática más clara, así como la inclusión de material abundante sobre el pasado prehispánico.
Como se desprende de este breve recorrido por la producción literaria de Fuentes, el uso recurrente de formas literarias innovadoras y autorreflexivas ha ido siempre acompañado de la reflexión historiográfica. De entre todas las obras de Fuentes, Terra Nostra (1975) representa la culminación de su búsqueda formal e histórica. Otras de sus novelas han experimentado igualmente con las formas metaficticias o han indagado en el pasado de México y el hispanismo, pero en ninguna de ellas se ha producido con tanta intensidad el conflictivo maridaje entre las dos tendencias que caracterizan la metaficción historiográfica.
REVISIONISMO HISTÓRICO Y METATEXTUALIDAD: TERRA NOSTRA
Terra Nostra ejemplifica a la perfección la revisión del pasado que hemos visto como característica principal de la obra de Fuentes. Escrita en un periodo (1968-1975) en el que España y la mayor parte de Hispanoamérica padecían la represión de regímenes totalitarios, Fuentes busca en su novela las claves que permitan explicar la encrucijada histórica