alternativa a la investigación basada voluntaria o involuntariamente en el sesgo ideológico que producen los conceptos y categorías que vieron la luz en instituciones académicas occidentales.
Una vez establecidas estas precisiones metodológicas respecto de la historia y la inteligibilidad de las sociedades políticas africanas, y con una importante intención de descolonización epistemológica de los paradigmas teóricos hegemónicos, se vuelve evidente el porqué de adoptar una perspectiva metodológica plural e interdisciplinar.
Por otra parte, es importante recalcar que, si bien las técnicas de observación procedentes de la antropología y la etnografía pueden entenderse como los procedimientos por medio de los cuales el investigador presencia en directo el o los fenómenos que estudia, este trabajo no busca primordialmente establecer su argumento basado en estas ramas del saber en la investigación social. En este sentido, nuestro objeto de estudio no es stricto sensu la cofradía mouride, sino el proceso de construcción de un espacio político-religioso comunitario transnacional. Desde este enfoque, lo que interesa es poner de manifiesto la evolución de las propias instituciones mouride creadas y recreadas para adaptarse a los múltiples y diversos contextos a los que se ha extendido, tanto en Senegal como en su extensa diáspora. De ahí la importancia de reforzar la perspectiva emic, así como la progresión histórica del argumento.
Metodología del trabajo de campo
En lo que concierne a la metodología empleada para el trabajo de campo que se llevó a cabo, se adoptó el modelo de la etnografía liberal2 y los estudios multisituados (Marcus, 1995, pp. 95-117).
La etnografía, como otras formas de investigación social, no puede tratar simultáneamente asuntos factuales y de valor, y su papel implica inevitablemente una intervención social (tanto si los investigadores son conscientes de ello como si no). Por ello, se cree conveniente aclarar que la postura que se adoptó fue la de identificarse en todo momento y de manera sincera como un investigador social, es decir un actor académico dedicado al estudio de fenómenos políticos, religiosos y migratorios de África y Senegal. En términos generales, tanto en Senegal como en España, la actitud de las personas con quienes sostuve entrevistas o conversaciones estaba determinada por el grado de confianza que se alcanzaba con ellas. En muchas ocasiones, sobre todo en España debido a la situación irregular de muchos migrantes senegaleses así como al recelo inicial que provocaba el interés particular en lo relativo a la cultura de origen, se tuvieron que llevar a cabo negociaciones para acceder a la información. No solo era necesario ser capaz de generar una entrada al mundo de la cofradía, sino que esta, si quería resultar significativa en el marco de la investigación, tenía que darse de manera que partiera de las propias interpretaciones que hacían los actores sociales (en este caso, los migrantes mouride) de mi presencia como representante de una institución educativa occidental. De hecho, en situaciones en que la negociación no era suficiente para generar la confianza necesaria a fin de plantear todo tipo de cuestiones en las entrevistas, los propios actores me invitaban a adoptar una participación más activa en las prácticas rituales para demostrar la sinceridad de mis intenciones. Aunque este tipo de procedimiento pudiese ser considerado desde algunos posicionamientos teóricos como una interferencia en el desarrollo original de las prácticas rituales, en la práctica esta técnica se volvió altamente rentable en términos de acceso a la información por el interés que suscitaba mi participación entre el conjunto de creyentes.
Todas las investigaciones sociales se basan en la capacidad humana para participar en la observación. El actor social debe estar preparado para reflexionar sobre él o ella misma y sobre sus acciones e implicaciones en los resultados que arroje su investigación. Sin embargo, más que hacernos dudar acerca de si esta produce o no conocimiento, o sobre su significado político, la reflexividad sobre esta cuestión proporciona la base para al menos contextualizar el significado sociohistórico de la investigación. Al incluir nuestro propio papel dentro del enfoque de esta, e incluso por momentos explotando sistemáticamente nuestra participación en los lugares de estudio, se pudieron producir relatos sobre el mundo social mouride y se le pudo analizar sin recurrir a concepciones asépticas del naturalismo, o a la aspiración de crear leyes universales para el comportamiento social, como apuntala el positivismo.
Todo esto no implica automáticamente que la labor investigadora, tal como se desarrolla en las instituciones universitarias en la actualidad, no represente o no pueda representar los fenómenos sociales y, de igual modo, el hecho de que como investigadores estemos en una posición de crear un efecto en la gente que estudiamos no significa que la validez de nuestras conclusiones quede restringida a los datos de situaciones que con nuestra presencia hemos provocado. Aunque tradicionalmente se trate de minimizar este efecto observador con el fin de producir información más “objetiva”, en realidad la forma en que la gente responde a la presencia del investigador puede proporcionar tanta información como la reacción ante otras situaciones.3
Por último, en este trabajo se utiliza la perspectiva que ofrecen los estudios multisituados debido a la problemática misma de la investigación. Al tratarse del estudio de la creación y desarrollo de un espacio transnacional religioso, cuyas dinámicas se extienden desde Senegal en el continente africano hasta una multiplicidad de localidades diaspóricas, se tornó en una cuestión imperativa considerar una diversidad de contextos espaciales y temporales con el objetivo de obtener la mayor cantidad de información.
Transnacionalismo
En las últimas tres décadas, tanto el fenómeno de la globalización (entendido como una intensificación de la interconectividad mundial) como el conocimiento teórico que se ha producido al respecto han ejercido una influencia considerable en los estudios sobre las migraciones internacionales. En particular, el concepto de transnacionalismo ha sido objeto de debate académico para sugerir que la mayor interconectividad del mundo ha creado nuevos tipos de migrantes llamados transmigrantes o transnacionales. Aunque el transnacionalismo, en el sentido de describir procesos políticos, económicos, sociales o culturales que implican la relación entre al menos dos fronteras estatales, no alude a un fenómeno nuevo, la intensificación de las interacciones sociales a nivel global ha ocasionado que dicho concepto se utilice para describir estas dinámicas como un fenómeno novedoso a falta de una perspectiva histórica más amplia.
En el conocido estudio Nations Unbound se define el transnacionalismo migrante como “procesos por medio de los cuales los inmigrantes forjan y mantienen múltiples relaciones sociales que vinculan entre sí sus sociedades de origen con las de destino” (Basch, Schiller y Blanc, 1994, p. 22). Más que en cualquier otra época, se asume que los migrantes contemporáneos mantienen contactos más cercanos con su país de origen mediante las oportunidades que ofrecen los avances en las tecnologías de la información y la comunicación como el abaratamiento relativo de la transportación aérea. Para precisar más la novedad conceptual del transnacionalismo, autores como Alejandro Portes (2006) han afirmado que mientras los movimientos de ida y regreso siempre han existido entre los migrantes, estos no habían adquirido el volumen y la complejidad necesarios para hablar de un campo social emergente. Según este autor, los parámetros que definen al transnacionalismo migrante como un nuevo campo de estudio son los siguientes: la proporción de personas en un universo cultural común relevante y la estabilidad de sus relaciones en el tiempo.
Por otra parte, los estudios del transnacionalismo han adoptado en su mayoría una óptica que privilegia las relaciones entre unidades estato-nacionales, asumiendo que las relaciones que establecen los individuos con su Estado (a pesar de que pueden ser conflictivas) representan la principal fuente de identificación a través de la nación. Aunque en este libro se mantiene de trasfondo el transnacionalismo como una perspectiva que permite analizar las relaciones entre Senegal y los países de inmigración proveniente de este país (en el sentido de una multiplicidad de relaciones entre origen y destino facilitadas en una era de mayor interconexión), se utiliza el transnacionalismo religioso como herramienta teórica para comprender el proceso de constitución y construcción de la sociedad islámica mouride. Hasta la fecha, la religión representa una dimensión del transnacionalismo que permanece relativamente poco estudiada por lo que este trabajo busca abonar y expandir