mínima necesaria para comprender el porqué de la temática y del estilo de la obra narrativa de Cervantes, en la cual Novelas ejemplares ocupa un lugar destacado por el vigor costumbrista y la intencionalidad social que se esconden en estos cuadros de la vida real.
Las llamadas Novelas ejemplares fueron doce, de las cuales se presentan, en esta ocasión, ocho para los lectores jóvenes. Tres, escritas probablemente entre 1600 y 1603 (El licenciado Vidriera, La ilustre fregona y Las dos doncellas), parecen corresponder a la influencia de la novela italiana y de los típicos cuadros de costumbres; cuatro, escritas tal vez entre 1604 y 1606 (Rinconete y Cortadillo, El celoso extremeño, El casamiento engañoso y El coloquio de los perros), denotan una transición de su autor hacia la novela de intención crítico-social; y, finalmente una, La gitanilla —la más conocida de todas y escrita posiblemente después de 1609— constituye una mirada también más crítica de la España de su tiempo en cuanto concierne al papel de la mujer y al problema de los gitanos en su país.
La gitanilla trata de la historia de Preciosa, una joven bella, inteligente y graciosa que es la consentida de su familia de gitanos, educada por ellos y especialmente por su abuela en todas las artes de la gitanería, y famosa por sus habilidades para cantar y bailar, y de quien se enamoran un poeta y un noble. Este último deja familia y fortuna y cambia de nombre por hacerse a la vida de los gitanos, cumpliendo todas las condiciones impuestas para ser así aceptado por su amada. Al final de todas las pruebas y de muchas aventuras, se sabe que Preciosa es hija también de nobles a quienes les había sido raptada por la anciana que la crio y se realiza la unión con don Juan de Cárcamo, su pretendiente, que por merecerla había vivido como gitano bajo el nombre de Andrés Caballero.
Pero la historia no es más que una ventana para ver más hacia el interior de la vida humana y de la España de Cervantes, en la que ya se discriminaba a los gitanos, quienes se las ingeniaban para burlar las leyes humillantes de la corona. Algunos estudiosos encuentran, además, que La gitanilla muestra que lo que somos depende no tanto de las circunstancias en que venimos al mundo sino de aquellas en que se forma nuestra personalidad.
Como en otras de sus novelas, Cervantes introduce aquí abundantes muestras de su talento lírico en distintos poemas y romances que forman parte de la narración.
Rinconete y Cortadillo es, para muchos especialistas, una realización excelente de la picaresca aunque le falte el típico vagabundeo que caracteriza al género. Es la historia de dos jóvenes pícaros —Pedro del Rincón y Diego de Cortado— que se conocen camino de Andalucía y en Sevilla se «gradúan» de rufianes al convivir con lo más representativo del hampa de aquellos tiempos. Sevilla, como escenario, y Monipodio, como el maestro de rateros y bandidos, constituyen aquí, como dice Mirta Aguirre1, el cruce de todos los caminos, porque en ellos confluyen y conviven la vieja ladina pero santurrona, el correveidile, el alguacil cómplice, el chulo, las mujeres de vida alegre, el muchacho mandadero, el viejo soplón, los ladrones que se inician y el joven de barrio, bien vestido, que paga para que agredan físicamente a su enemigo.
Cervantes logra en esta obra —a pesar de la dureza de la realidad a la que apunta— una deliciosa recreación de ese mundo del hampa a través de personajes que hablan sentenciosa y solemnemente como si fueran caballeros. Pero hay, a la vez, una importante valoración del habla popular y del lenguaje de la calle que permiten conocer en profundidad la personalidad de sus protagonistas. Por eso es, entre las novelas anteriores a El Quijote, una de las que más se aproxima a este.
El licenciado Vidriera cuenta la historia de Tomás Rodaja, un hijo de labradores, quien deseoso de estudiar para llegar a ser alguien importante lo sacrifica todo a la inteligencia sirviendo a quienes le llevan a la universidad hasta licenciarse en leyes. Sin embargo, termina enrolándose como soldado en las guerras de su patria.
Son muchas las peregrinaciones y los sucesos en los que se involucra Tomás hasta que, luego de beber el hechizo dado por una mujer, pierde la razón y comienza a creerse hecho de vidrio; esto origina su apodo de licenciado Vidriera.
Como en Don Quijote, aparece aquí el loco como protagonista y también la ironía de que el trastorno de la mente no le impide razonar y, por el contrario, le agudiza el ingenio. De ahí la sabiduría expresada en los diálogos que sostiene con distintos personajes acerca de la poesía como ciencia, del destino del escritor y de otras tantas cosas de la vida cotidiana y de las preocupaciones fundamentales del ser humano. Al final, recobrada la razón, descubre que si antes podía vivir bien como loco, siendo cuerdo corre el peligro de morirse de hambre.
El celoso extremeño constituye, según varios especialistas, una adaptación moderna del cuento literario tradicional donde el viejo celoso que cuida exageradamente a su mujer joven termina traicionado por esta. Pero más que la del viejo hidalgo Filipo de Carrizales se destaca, quizá, la figura de Loaiza, el típico pícaro vividor, hijo de familia rica pero pervertido por el ambiente y quien se las arregla para seducir a la mujer casada a la que ni siquiera ha visto. Nuevamente, Cervantes introduce entre los personajes de sus relatos a los discriminados: el negro descendiente de esclavos (representado en Luis), a quien se lo soborna aprovechando sus impulsos artísticos, y una portuguesa (Guiomar), en quien muestra las desventajas que en España implicaba su etnia.
Algunos piensan que esta novela expresa la censura cervantina a los matrimonios desiguales y el rechazo de su autor a los homicidios por cuestión de honor. Ello porque al final Leonora, la esposa seducida, reniega del amante y entra en el convento cuando muere su marido engañado quien, en cambio de cobrar venganza, decide que a su fallecimiento la mujer se case con el seductor para reparar así el hecho de haberla desposado en edad en que podría ser su abuelo.
La ilustre fregona cuenta una historia muy parecida a la de La gitanilla. La protagonista tiene, incluso, el mismo nombre de cuna (Constanza) y fue también separada del hogar paterno desde muy niña. Vive igualmente adoptada en un hogar modesto y es, asimismo, culta, bella y recatada y se enamora de un caballero noble que no vacila en abandonar su condición para convertirse, por ella, en ayudante de posada. Al final hay también un desenlace feliz; solo que la linda fregona es un personaje pasivo, comparado con Preciosa. Hay, sin embargo, más humor en este relato y se acerca más (especialmente por los personajes masculinos) a obras de la picaresca como el Lazarillo de Tormes, El buscón y Rinconete y Cortadillo.
Las dos doncellas es otra historia de amor protagonizada esta vez por dos jóvenes mujeres (Teodosia y Leocadia), quienes disfrazadas de varones huyen del hogar paterno en busca del hombre que las burló —y al cual aman—, con el fin de recuperar su honra. Se cree que esta novela es anterior al Quijote y que en ella se prefiguran muchos de los personajes que aparecerán en este; por ejemplo, el mesonero, antecesor de Sancho Panza, y «El mancebo de lo verde», antecesor de «El caballero del verde gabán». Como en todas las obras de Cervantes, se evidencia aquí el trasfondo histórico y cultural de España materializado en los roces político-militares entre Castilla y Aragón (la pelea en el puerto de Barcelona) y el tema muy español de la honra y el honor.
El casamiento engañoso es la historia de mutua estafa entre el alférez Campuzano y Estefanía, mujer de dudoso proceder, a quien desposa por interés y que, a su vez, se aprovecha de él. Los hechos de este engaño son relatados por el soldado al licenciado Peralta, paisano suyo, cuando regresa convaleciente y humillado, y constituyen la introducción para El coloquio de los perros, con el cual se enlaza, presentándola el alférez como uno más de los sucesos —este maravilloso— que vivió en el Hospital de la Resurrección (de Valladolid) durante su convalecencia.
El coloquio de los perros es el último de esta serie de relatos, donde Cipión y Barganza, dos canes guardianes del hospital antes mencionado, descubren que han sido dotados por una noche del poder de hablar y deciden, entonces, contarse sus vidas. Entre las Novelas ejemplares esta es, sin duda, una de las que más ha dado que hablar. Algunos reconocen aquí elementos autobiográficos, como los temores y creencias de la España del Siglo de Oro, influida de la España medieval por las hechicerías, maleficios, conjuros y talismanes; otros la interpretan como una fábula cervantina para hablar de quienes llevan vida de perros en la España de la época. Pero todos están de acuerdo en que el diálogo de los perros constituye una pieza maestra por la fina observación, el colorido y la aguda crítica que realiza acerca de