siendo fieles en todo al papado y la Iglesia.
Poco a poco, los güelfos blancos pasaron a llamarse sencillamente los «blancos» y se unieron a la causa de los gibelinos, mientras los güelfos «negros» se ponían al servicio del clero para hacer causa común contra los gibelinos y los «blancos».
Así que a estas banderas se añadieron también los símbolos de los güelfos blancos y los güelfos negros florentinos, que no eran sino una bandera blanca que llevaba escrito en plata Libertas26 para los blancos y una bandera negra con el mismo escrito, Libertas, en oro, para los güelfos negros. E increíblemente estos mismos emblemas con el escrito Libertas de los blancos y los negros todavía hoy están presentes, uno, el de los blancos, en el escudo municipal de Forlí y el de los negros en el escudo municipal de Bolonia, que en esa época se combatieron sin cuartel.
Así, cualquiera que en nuestro tiempo tome los escudos municipales de la ciudad de Bolonia y de Forlí podrá advertir tras una apropiada observación que, aunque dispuestos de distinta manera, los significados y los símbolos son exactamente contrarios y opuestos entre papado e imperio, o entre güelfos y gibelinos si así lo preferís.
En ellos es posible ver no solo los símbolos del imperio contrapuestos a los del papado, sino también los de los güelfos blancos aliados con los gibelinos forliveses opuestos a los güelfos negros aliados con los boloñeses.
En realidad, en el escudo de Bolonia se repite dos veces un capo de Anjou27 y debajo las cruces güelfas en campo blanco y dos banderas de color azul oscuro, probablemente negras en su origen, con la palabra Libertas, es decir, la bandera de los güelfos negros.
En oposición, encontramos el escudo de Forlí, compuesto por el águila imperial de Federico II, que tiene en la garra derecha un escudo oval con la cruz gibelina de san Juan y en la garra izquierda un escudo blanco con la palabra Libertas, que era el símbolo de los güelfos blancos aliados con los gibelinos de Forlí.
Si luego hay quien quiera también observar el escudo de Cesena, ciudad a poca distancia de Forlí, podrá advertir que se trata de un símbolo posterior de reconciliación entre güelfos blancos y negros, al no ser sino una serie de símbolos mitad blancos y mitad negros, reunidos bajo un capo de Anjou.
Las causas de las batallas güelfas y gibelinas en la Romaña
En el siglo XIII, los güelfos boloñeses, tras la muerte de Federico II, consiguieron conquistar, bajo las enseñas de la Iglesia, gran parte de la Romaña, con la excepción de los gibelinos forliveses, que continuaron siendo un territorio gibelino rodeado por güelfos.
Hasta ese momento, Bolonia había estado dividida en tres facciones:
Los gibelinos, capitaneados por los Lambertazzi.
Los güelfos, capitaneados por los Geremei.
El pueblo, en minoría y neutral.
Los Lambertazzi, tal vez para apartar a los güelfos de la Romaña, incitaban a atacar Módena, mientras los Geremei incitaban a atacar Forlí y el pueblo se quedaba mirando a los dos bandos.
Bolonia finalmente decidió tratar de someter a Forlí. Así que los boloñeses organizaron un ejército regular para marchar contra la ciudad romañola, asediarla y someter las tierras de la Romaña a la Iglesia.
Esto hizo que los forliveses fueran conscientes del peligro que corrían y llamaron allí a Guido da Montefeltro, llamado «el Feltrano», un gibelino sin igual, que fue elegido capitán de los ejércitos de Forlí y se preparó para combatir contra los boloñeses.
En 1273 el ejército de Bolonia, listo para combatir, se puso en marcha a lo largo de la Vía Emilia hacia Forlí, para asediarla y hacerla capitular, pero la encontraron bien organizada y provista de numerosos militares.
Además, el ejército boloñés estaba también compuesto por güelfos y gibelinos y los forliveses aprovecharon durante el primer asedio para entablar amistad y llegar a acuerdos con los Lambertazzi gibelinos, que llevaron a futuras alianzas militares y políticas contra los Geremei.
Por eso los Lambertazzi impulsaban la paz, pero los Geremei impusieron unas condiciones de rendición inaceptables para los forliveses.
Ni siquiera Eduardo I de Inglaterra, pasando por la Romaña de vuelta de una cruzada en Tierra Santa, consiguió reconciliar a Bolonia y Forlí. Porque la eterna disputa no era entre las dos ciudades, sino entre güelfos y gibelinos.
Así que, finalmente, después de dos meses de asedio inútil, los boloñeses decidieron que necesitaban muchas más tropas para conquistarla y se retiraron sin haber producido ningún daño a Forlí.
Por el contrario, los forliveses aprovecharon esa retirada boloñesa para recuperar Faenza, que, tras la muerte de Federico II se había vuelto güelfa.
En este caso, salieron de la ciudad con la excusa de perseguir al ejército de Bolonia hasta Cosima, una localidad entre Forlí y Faenza. Los faentinos, viendo acercarse a los forliveses, cerraron las puertas para impedir la entrada, pero el Feltrano se había puesto de acuerdo secretamente con algunos gibelinos faentinos y, con la excusa de querer continuar su marcha hacia Bolonia, fingió querer acampar en la campiña faentina sin causar daño o gasto alguno a esas tierras, para no despertar sospechas.
Durante la noche, con la ayuda de la familia gibelina de los Acciarisi,28 les abrieron las puertas de Faenza y los hombres de Guido de Montefeltro, con la familia de los Mainardi y muchos gibelinos exiliados, se introdujeron en Faenza, expulsando a los güelfos Manfredi con toda su facción. A la mañana siguiente completaron la tarea mandando al ejército de Forlí contra las fortalezas güelfas de Castel San Pietro y Solarolo, donde se habían refugiado los güelfos faentinos, y tomaron también esas fortalezas por la fuerza antes de que pudieran organizarse.
Finalmente, Guido de Montefeltro eligió para Faenza dos alcaldes imperiales de Forlí29 y se convirtió en capitán de los ejércitos también en Faenza, transformándola en un bastión gibelino que les resultaría muy útil en el futuro para apoyar a los Lambertazzi y los gibelinos de Bolonia.
La guerrilla civil boloñesa
Tras conocer la caída de Faenza en manos gibelinas, los boloñeses empezaron a temer que fuera un movimiento planeado por los Lambertazzi para acercar las tropas de Forlí a Bolonia.
Así que, al año siguiente, decidieron mandar de nuevo a la Romaña otro ejército encabezado por el Carroccio de Bolonia30 y el alcalde para liberar a Faenza de los forliveses.
Mientras los boloñeses preparaban la partida con el ejército, los Lambertazzi, sin considerar las consecuencias de un gesto similar, decidieron con un golpe de mano atacar al alcalde de Bolonia directamente dentro de la ciudad antes de que saliera con el ejército, mientras los gibelinos de Forlí avanzaban desde Faenza hasta las murallas de Bolonia para ayudarlos.
Se inició de inmediato una guerra en la ciudad.
Las puertas de Bolonia se cerraron para impedir la entrada de los forliveses, pero cuando se desató una pugna entre los Lambertazzi y los Geremei, el pueblo abandonó su neutralidad y se alineó con los güelfos para expulsar a los gibelinos de Bolonia y los ciudadanos se dispusieron a atacar a los Lambertazzi dentro de la ciudad.
Los forliveses consiguieron entrar de todas maneras31 y se dispusieron a apoyar a los Lambertazzi, por lo que los Geremei y el pueblo tuvieron que retirarse a sus barrios debido a los refuerzos venidos de Forlí.
Entre abril y mayo de 1274 se inició así en Bolonia una guerra sin cuartel entre las dos facciones que duró casi dos meses.
Dentro de las murallas había güelfos y gibelinos reagrupados y divididos en barrios que se odiaban a ultranza.
En esos días ocurrió de todo. Hubo enfrentamientos entre ambas partes a todas las horas del día e incluso personas asesinadas durante la noche, que se hallaban en los fosos o flotando en las corrientes